EL ESPEJO SIN
REFLEJO
Una mañana de
primavera mientras limpiaba el desván, apareció un objeto curioso de entre todas
las cosas viejas y polvorientas.Era pequeño, ovalado, parecía hecho a mano,
labradas unas flores en su madera un poco carcomida y sucia. Tenía un pequeño
mango con huecos para los dedos y encajaba perfectamente en mi mano.Suavemente
lo fui limpiando y fue apareciendo una preciosidad, que parecía un espejo, si no
fuera porque... ¡rayos! no reflejaba nada....ni a mí, ni lo de
alrededor.
Seguí limpiando la
superficie, pero no lograba más que una capa opaca y sin brillo. Lo puse delante
de una bombilla, lo saqué a la calle a exponerlo al sol. Nada, ninguna luz se
reflejaba en él. Se lo mostré a varias personas, a ver si solo en mí estaba el
problema, pero seguía sin reflejar nada. ¡Qué extraño! Un espejo sin
reflejo.
Aquella noche tuve un
sueño. Yo era el espejo y buscaba ayuda para mi problema. Fui al consejo de
espejos ancianos. Estaban reunidos en una gran estancia. Unos grandes, otros
pequeños pero todos maravillosos. Reflejaban todas las luces, creando varios
arco iris alrededor de ellos, que envolvían la sala en un ambiente de alegría y
paz.Cada uno cumplía su misión y estaban muy contentos y satisfechos. Una voz
profunda y a la vez dulce, me sacó de mi
embelasamiento.
- ¿Cómo has llegado
hasta aquí, si no eres un espejo?
Tímidamente y con
dolor en mi voz le contesté que era un espejo, pero no podía reflejar, aunque lo
intentaba. ¿Qué debo hacer? supliqué , me he librado del polvo de los años, pero
aún no brillo.
La voz, volvió a
surgir, esta vez muy cálida y profunda.
- ¿No estarás tan
preocupado por tu propio brillo, que no das a los demás la oportunidad de que se
reflejen en ti? ¿Acaso te crees diferente a los demás espejos? La vanidad y la
soberbia, no te dejan armonizar con el que te mira.Deja que éste te penetre, te
influya y te posea, entonces podrás reflejar lo que él quiere ver y le darás
conocimiento.
Súbitamente, desperté
y me levanté a coger el espejo. Lo fundí en mi mano, en mis ojos, sentí la
madera vibrar con mi corazón, con gran alegría vi mi cara en el espejo, unos
ojos radiantes y una boca sonriente me miraba desde la profundidad de un espejo
luminoso.
Carlota Sagüés
Emaldi