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Quiero volver a confiar.
Adoro mi mundo simple y común.
Tener el amor, la caridad, la solidaridad como base.
La indignación delante de la falta de ética, moral, respeto, prepotencia e injusticia.
Fui criado con principios morales comunes cuando era niño: madres, padres, profesores, abuelos, tíos, vecinos eran autoridades dignas de respeto y consideración. Cuanto más próximos o más viejos, más afecto. Inimaginable responder maleducadamente a los más ancianos, ni a maestros o autoridades. Confiábamos en los adultos porque todos eran padres, madres o familiares de todos los chicos de la cuadra, del barrio, de la ciudad. Teníamos miedo apenas de lo oscuro, de los ratones, de películas de terror.
Hoy tengo una tristeza infinita por todo lo que hemos perdido, por todo lo que los niños un día temerán, por el miedo en la mirada de los niños, jóvenes, viejos y adultos.
Quiero sacar las rejas de mi ventana para tocar las flores.
Quiero sentarme en la vereda y tener la puerta abierta en las noches de verano.
Quiero la honestidad como motivo de orgullo.
Quiero la rectitud de carácter, la cara limpia y la mirada a los ojos.
Quiero la vergüenza y la solidaridad.
Quiero la esperanza, la alegría, la confianza, la fe.
Quiero callarle la boca a quien dice "a nivel de", al hablar de una persona. ¿Qué bien trae el "tener", si se pierde el ser"? ¡Y viva, sí, viva el retorno de la verdadera vida, simple como la lluvia, limpia como un cielo de abril, leve como la brisa de la mañana! Y definitivamente, común, como yo.
Adoro mi mundo simple y común. Tener el amor, la caridad, la solidaridad como base. La indignación delante de la falta de ética, de moral, de respeto, de prepotencia e injusticia.
¿Vamos a volver a ser "gente"? Tenemos una misión, única en nuestra sociedad actual: construir un mundo mejor, más justo, donde las personas respeten a las personas. ¿Utopía? No..., ¿sí?, ¿quién sabe?... Hoy es día para hacer el intento, es el día para marcar la diferencia.