El Apio
El Apio tiene un sinfín de propiedades gracias a su gran cantidad de nutrientes y, a la vez, a su bajo nivel calórico o sea depura, nutre y no engorda. ¿Ya sabías que el apio es ideal cuando buscamos depurar nuestro organismo y remineralizarnos a la vez?...
Es una hortaliza sabrosa y aromática, de un sabor pronunciado y amargo. Ha sido cultivada por egipcios, griegos y romanos.
Un apio fresco de calidad es aquel de apariencia lustrosa, tallos o peciolos gruesos, compactos, firmes, crujientes y de color verde claro; con las hojas verdes, frescas o levemente marchitas.
Deben descartarse los apios blandos, con manchas y puntos secos, con tallos o ramos superiores de color blanco.
El apio se puede refrescar sumergiendo la parte inferior de su tallo en agua, aunque el que está marchito nunca recuperará su frescura. Se conserva durante 2 ó 3 días en el frigorífico, mejor envuelto en papel húmedo. Es un vegetal que se puede congelar si se escalda previamente durante unos 3 minutos, aunque al descongelarlo pierde su textura crujiente.
Es muy rico en potasio que compensa y equilibra su elevada cantidad en sodio. Esta riqueza en sales, junto con la gran cantidad de aceites esenciales le otorgan un sabor muy particular que puede resultar un poco fuerte para aquellos que no estén acostumbrados a su consumo, pero que proporciona un toque muy original cuando se combina con otros vegetales. Este sabor tan particular, junto a sus propiedades estomacales justifican que deba formar parte de las ensaladas antes de las comidas más copiosas. Un buen plato de apio fresco con algo de cebolla, pimiento rojo y perejil, nos abrirá el apetito, ayudara a realizar la digestión al incrementar los jugos intestinales y expulsará los gases sobrantes.
Las pencas de apio se pueden consumir crudas, en ensaladas, fritas e incluso cocidas.
Además las pencas se pueden rellenar con diferentes ingredientes. Como sucede con las pencas de acelga.
Con el apio también se realizan derivados, como el apio en conserva, o e apio deshidratado.