Tema del día:
Nuestro Padre sabe lo que nos hace falta
Cuaresma es el tiempo de conversión del corazón.
Cuaresma es el tiempo de regreso a Dios.
Esto tendría que inquietarnos para ver si efectivamente estamos
regresando a Dios no solamente las cosas que Él nos ha
dado, sino si nosotros mismos estamos regresando a Dios.
Podríamos decir que cada uno de nosotros es un don de Dios para
uno mismo; la vida es un don que Dios nos da.
¿Cómo estamos regresando ese don a Dios?
Esta conversión del corazón, ese regresar a Dios, ese volver a
poner a Dios en el centro de la vida, ¿cómo lo estoy haciendo?
¿Hasta qué punto puedo decir que realmente nuestro
Señor está recibiendo de mí lo que me ha dado?
Cuando nos enfrentamos con nuestra vida, con nuestros dolores,
con nuestras caídas, con nuestras miserias, con nuestros triunfos
y gozos, podría darnos miedo de que no estuviésemos en la condición
de dar al Señor lo que Él espera de nosotros.
Miedo de que no estuviésemos en la situación de regresar, con ese
corazón convertido, todo lo que el Señor nos ha dado a nosotros.
Jesús en el Evangelio dice:
“El Padre sabe lo que les hace falta antes de que se lo pidan”.
Dios nuestro Señor sabe perfectamente qué es lo que necesitamos
en ese camino de conversión hacia Él.
Sabe perfectamente cuáles son los requerimientos interiores que tiene
nuestra alma para lograr una verdadera conversión del corazón.
Yo me pregunto si a veces no tendremos miedo de este conocimiento
que Dios tiene de nosotros. ¿No tendremos miedo, a veces,
de que el Señor puede llegar a conocer lo que necesitamos?
Sin embargo, debemos dejar que el alma se abra a su mirada.
En la oración que el Señor nos enseña en el Evangelio y que
repetimos en la Misa: “Padre nuestro, que estás en los cielos”,
nos llama a confiar plenamente en el Señor, a pedirle que Él sea santificado
y que venga a vivir en nosotros su Reino.
Es la oración de un corazón que sabe pedir a Dios lo que
Él le dé y que se abre perfectamente para que el Señor le diga lo que necesita.
¡Cuántas veces a nosotros nos puede faltar esto!
Deberíamos exigirnos que nuestra vida vuelva a Dios con una
confianza plena; que se adhiera a Dios sólo y únicamente
como el único en quien de veras se puede confiar.
Creo que ésta podría ser una de las principales
lecciones de conversión del corazón.
¿Qué es lo que nosotros estamos dándole a Dios en nuestra existencia?
¿Con qué fecundidad estamos dándole a Dios en nuestra vida?
Si al examinarnos nos damos cuenta de que nos faltan muchos frutos,
si al examinarnos nos damos cuenta de que no tenemos toda la
fecundidad que tendríamos que tener, no tengamos miedo, Dios sabe
lo que necesitamos, y Dios sabe qué es lo que en cada momento nos
va pidiendo. ¿Por qué si Dios lo sabe, no dejarme totalmente en sus manos?
¿Por qué, entonces, si Dios lo sabe, no ponerme totalmente
a su servicio en una forma absoluta, plena, delicada?
Precisamente esto es la auténtica conversión del corazón.
La conversión del corazón en la Cuaresma no va a ser hacer muchos
sacrificios; la conversión del corazón en la Cuaresma es llegar al
fondo de nosotros y ahí abrirnos a Dios nuestro
Señor y ponernos ante Él con plenitud.
Vamos a pedirle a Dios que sepamos regresarle todo lo que nos ha
dado, que sepamos hacer fecundo en nuestro corazón ese don que
es nuestra vida cotidiana, ese don que somos nosotros mismos para
cada uno de nosotros. Que esa sea nuestra intención, nuestra
oración y sobre todo, el camino de conversión del corazón.
P. Cipriano Sánchez
Enviado por Graciela B.