LA AMENAZA DE TORMENTA
Y vinieron los discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, Sálvanos que perecemos! Él les dijo:
¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar;
y se hizo grande bonanza. (Mateo 8: 25-26)
Los discípulos habían recibido la orden de pasar al otro lado, y lo hicieron conforme el Señor les mandó
En el trayecto el Señor se toma un merecido descanso, quedándose dormido; luego se levanta una gran
tempestad de viento.
La tempestad era tan fuerte que los discípulos creyeron que perecerían, es ahí entonces,
cuando lo despiertan “¡Señor, sálvanos que perecemos!”
Las tormentas tienen una particularidad: nos hacen ver lo débil e indefensos que somos;
pero entonces ¿Qué hacer cuando se avecina una tormenta?
La recomendación parte del mismo Señor cuando nos dice que tenemos que aprender a confiar en sus brazos,
y más aún cuando sabemos que está a nuestro lado; él nos ha prometido su compañía hasta el fin.
Recuerde: las tormentas pueden ser instrumentos de Dios para probar nuestra fe.
Cuando esté amenazado por circunstancias que le causen temor,
piense que Él puede calmar las tormentas que le amenazan.