El Dios de las generaciones
Si somos infieles (incrédulos), El permanece fiel, pues no puede negarse El mismo. 2 Timoteo 2:13
Reconoce, pues, que el SEÑOR tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda Su pacto y Su misericordia hasta mil generaciones con aquéllos que Lo aman y guardan Sus mandamientos. Deuteronomio 7:9
Hay veces que las bendiciones llegan a nuestras vidas y creemos que esto se debe a algo bueno que nosotros hicimos. No necesariamente. Quizás las bendiciones llegan por algo que alguien detrás de ti hizo, un antepasado que puso en el banco celestial un depósito espiritual del cual ahora te estás beneficiando.
Un hermano de mi iglesia se especializa en estudios de genealogía, y hace un tiempo hizo una investigación acerca de mi linaje familiar. Me resultó fascinante leer el estudio, y poder conectarme con mis antepasados hasta la generación de mis tatarabuelos. Yo soy dominicano, pero mi familia por parte de mi abuelo paterno era de Puerto Rico. En el documento pude ver un par de fotos de mis antepasados puertorriqueños. Uno se llamaba Trinidad; otro se llamaba Evangelista.
Yo sospecho que el hecho de que mi familia fuera protestante hace muchas décadas, cuando no había tantos evangélicos en Latinoamérica, sembró la semilla de muchas bendiciones que luego, generaciones después, me han alcanzado a mí y a muchos de mis familiares. Es probable que había un sano temor de Dios en mis progenitores, una fe vital en Jesús, y que todavía los ecos de esa fe me estén bendiciendo a mí y a mi familia, muchas décadas después de que mis progenitores desaparecieron de esta tierra.
Y esa es la realidad, mis amados lectores. Cuando nosotros vivimos fielmente ante el Señor, cuando un padre o una madre, o un abuelo, bendice a sus descendientes con su bendición y su cobertura espiritual, la bendición, nos promete la Palabra de Dios, pasa hasta la tercera, la cuarta generación. Hay un texto que dice que Dios bendice hasta mil generaciones. ¡Ni un elefante tiene una memoria tan larga como la del Señor! Recuerda eso: Lo que tú hagas por el Reino de Dios va a seguir bendiciendo a tus generaciones.
Quizás apenas estás comenzando a ser padre; quizás cometiste un error y hay un hijo por ahí que nació fuera del matrimonio. No dejes que esto te abrume. Cubre a tus hijos con tu paternidad fiel y consistente. Nútrete de la Palabra del Señor. Come ávidamente del Evangelio. Deja que te sature y te esculpa en una manera penetrante. Y entonces, traspásale esa bendición digerida a tus hijos, y asegúrate de que tengan un padre que los atienda, que los ame, que vele por ellos. Que no les falte el calor de padre o madre en ningún momento, no importa cuáles hayan sido las circunstancias de su nacimiento.
Tú eres un padre o una madre, y eso es irrevocable. Empapa de tu bendición y tu amor por Dios a tus hijos para que eso los persiga el resto de sus vidas. La bendición de Dios vendrá a tus descendientes por medio de tu labor espiritual a su favor.
La Biblia dice, “Instruye al niño en su camino, y cuando viejo no se apartará de él”. La bendición, la misericordia de Dios, el eco de Dios, va a perseguir a los tuyos dondequiera que vayan, y los va a alcanzar ahora, o más adelante.
Cree en eso; vive eso, padre o madre, hombre o mujer de Dios. Encomienda tus hijos al Señor, y disfruta de tu labor paternal o maternal. No te dejes abrumar por la ansiedad acerca del futuro de tus hijos. Confía activamente en la intervención futura del Señor en la vida de los tuyos, y echa tu ansiedad sobre él. ¡Jamás serás defraudado!