Teniendo una fe que obra
Sant 2:14, 24 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? ...Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.
Muchos falsos maestros dicen que puedes ganar tu salvación haciendo buenas obras. La mayoría de los cristianos entienden la herejía de esa enseñanza, pero algunos se confunden cuando leen que el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe (Sant 2:24) Eso parece entrar en conflicto con las enseñanzas de Pablo sobre la salvación por gracia mediante la fe.
Pero cuando se entiende correctamente, la enseñanza de Santiago de la salvación es perfectamente consistente con la de Pablo. Pablo claramente enseñó la salvación por gracia. En Efesios 2:8-9 él dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" Pero Pablo también enseñó que la verdadera salvación resulta en buenas obras, porque en el siguiente verso dice: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas"
En Tito 3:5 dice que Dios nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, pero Tito 2:11-12 aclara que la gracia de Dios nos lleva a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos y a vivir con sensatez, justa y piadosamente en la edad presente. Ese es el balance correcto entre la fe y las obras.
Santiago también enseñó la salvación por gracia. Él dijo que Dios redime a los pecadores por la Palabra de verdad e implanta Su Palabra dentro de ellos para capacitarlos en el progreso de la santidad (Sant 1:18, 21) Esa es una obra divina, no un esfuerzo humano, Santiago 2:14-24 continúa diciéndonos cómo podemos saber que la obra ha tenido lugar: habrá más que sólo una proclamación de fe sino una fe que hace buenas obras.
No te confundas por cómo se relaciona la fe con las buenas obras. Ponlas juntas siendo un testimonio vivo de la gracia salvadora de Dios.
Por John MacArthur |