SOY CUBANO
¿Qué es ser
cubano?
O mejor: ¿Qué otra cosa puede ser un cubano?
Soy cubano.
Para algunos esto acaso no es
mucho
pero a mi yo íntimo le basta y le sobra.
Soy cubano .
Podría ser venezolano
,español o americano.
Pero ése sería un ser
artificial
de voto y pasaporte,
hijo del papel y la
tinta,
que no cuadra a mi naturaleza rebelde.
Soy un cubano integral.
Cubano de las buenas y
las malas,
de las verdes y las maduras
Cubano como decía
Unamuno
que él era vasco por los 16 costados.
Soy cubano.
Tengo un himno y una
bandera.
Y tengo, sobre todo,
una historia llena de
nombres,
hechos y lugares gloriosos.
¿Podría cambiar por algún
hecho histórico extranjero
Las Guásimas, Baraguá y EL Escambray?
Soy cubano
de café negro,
de tabaco y
de casabe,
de son y ron,
de baile en la Tropical y de guateque
guajiro.
Soy cubano
de hablar a gritos,
de
jugar a la pelota,
de piropear a las mujeres
y de bajar como
un río de fuego
la escalinata de la universidad de la Habana.
No soy un ciudadano, soy una pasión que camina.
Y
cuando enfrento la última realidad de mi vida,
que es la de la
patria perdida,
me transformo en una fiera.
Por eso los extranjeros no me entienden.
¿Cómo van a
entender que quien lo tenga todo pida más?.
Y es que esos extranjeros
no saben
que ese todo reluciente,
adquirido en tierra prestada
y bajo sol ajeno,
no puede curar una enfermedad
fatal
que se llama ¡nostalgia!
Dicen que lo bello ,
cuando se pierde, se vuelve
más bello todavía.
¿Y qué era Cuba, desde que la bautizó
Colón,
sino la tierra más hermosa que ojos humanos vieron?
¿ Que era Cuba?.
Cuba era un hechizo en las madrugadas
de rocío,
un calor en las venas en las noches de erotismo
caliente.
Frente a la majestuosidad del Níagara.,
Heredia
echaba de menos a sus palmas,
que buscó y no encontró
y
que en realidad no necesitaba encontrar
porque las llevaba
dentro.
Así, dentro del alma,
carga el cubano a Cuba por
todas partes
como un escapulario para defenderse del
siniestro.
Podrá decir también como un escudo.
Con la historia
de Cuba al brazo va el cubano por el mundo
defendiendo a su tierra
bienamada
frente al envidioso y el calumniador.
Cuba es su niña.
Cuba es su obsesión y su
desvelo.
Cuba es su madre y es también su hija.
Cuba es su amante
lejana e inolvidable.
Muchos dicen que el cubano está loco.
¡Pues claro que
lo está!.
¿No va a estar loco
el que se gana la lotería
y
le roban el billete?.
Los libros que allá no leía
el cubano desterrado
los lee ahora aquí.
Los cuadros que allá no miraba,
los mira
ahora aquí.
La música que allá no escuchaba
la escucha ahora
aquí.
El cubano no vive en una casa
ni en un
apartamento,
vivé en un baúl de recuerdos.
Cada vez que destapa el
baúl
y encuentra una fotografía gastada,
sufre una
herida
Cada palabra criolla que no conocía
o había
olvidado y redescubre
se le transforma en un amuleto
con
el que defiende su autenticidad.
En el hipódromo de Hialeah
hay una guardarraya de
palmas.
No de palmas canas, no de palmetos,
de palmas
reales
ésas que coronan en cuba las lomas
y las ribera de los
ríos
y que fueron traídas de allá.
Se asegura que un hombre solitario
camina por las
noches
bajo esas palmas hablando solo.
No es invención
de nadie.
Ese hombre soy yo.
Ser cubano
hoy es una prueba amarga, un
desafió.
En la isla, un hombre que metió en ellas a los
rusos
mete ahora los turistas extranjeros
con la misma
finalidad:
pisotear el cubano.
En el destierro,
la prosperidad
material
y la indiferencia del extraño
ante su
drama,
hacen del cubano un solitario.
Nadie lo entiende.
Nadie respeta su interminable
vigilia
en espera de que amanezca.
Todos le piden que se
olvide,
que se adapte,
que haga como todos los
refugiados del mundo:
iniciar una nueva vida.
¿Se puede seriamente iniciar una nueva
vida?.
¿Dónde hincará sus nuevas raíces esa nueva
vida?
¿En el 4 de julio americano?
¿En el 2 de mayo
español?
¿ En el 14 de julio francés?
No. La historia de un pueblo
no puede ser una
invención diaria,
llena de lo artificio de lo
prestado.
La historia de un pueblo es la continuidad
,
el plebiscito diario de que hablaba Renan.
De Diego
Velásquez a Fidel Castro
la historia de Cuba
ha sido un
largo peregrinaje
hacia la única felicidad posible:
la
que proporciona la libertad.
Cuba mató su indio,
masticó su negro y se tragó su
español
y de esas mezclas de sangre, hizo el cubano.
Hombre de
islas, hijo del sol,
ese cubano lo ha sido todo
sobre su
tierra ardiente:
matemático y jugador de gallos,
ajedrecista y
cantor de puntos guajiros,
político y hacendado,
rumbero y
profesor.
Fernando Ortiz es el cubano.
Y Miguel
Matamoros.
Y Guiteras. y Gastón Baquero.
El chino-mulato
Wilfredo Lam es el cubano
¿Se puede olvidar todo
eso
porque el anfitrión sea generoso
y la mesa esté bien
servida?
Yo creo que no.
Como decía Martí
de los
que iban a su tierra
cuando aún el español la ofendía.
"Otros
pueden, yo no puedo."
La dejaron allí como quien
dicta su testamento a
un notario
o como el que echaba una botella al mar.
Vino Colon, vino Hernán Cortés,
vino el
americano, vino el ruso,
vino Castro
vino la desolación
de la huida en masa.
Pero la isla está allí,
Cuba está allí.
Esperando
con su calor de madre
por los hijos dispersos
simbolizados en
ese cubano
que dejó esta nota
y que habla solo de
noche
bajo las palmas de
Hialeah.