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General: {1} LA DIALECTICA, EL METODO DIALECTICO Y EL PENSAMIENTO DIALECTICO
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De: ATTACmx (Mensaje original) |
Enviado: 11/04/2004 01:40 |
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FORO, DEBATES, ANALÍSIS, OPINÍON, TEORÍA.
LA DIALECTICA, EL METODO DIALECTICO Y EL PENSAMIENTO DIALECTICO {1} Veritas odium parit. (Terence, Andria, I. i. H.)
¿QUO VADIS? ¿QUE HACER? Dentro del proceso eterno y universal de la materia, el pensamiento humano, el pensar y la consciencia comienzan en cualquier parte. Yo soy, eso es, ellos son, nosotros somos. Soy, es, son, somos, son expresiones para identificar las diversas formas del Ser. Viendo, escuchando, tocando, oliendo, sintiendo, gustando, son todas manifestaciones orientadas y relacionadas hacia el fluir, el movimiento, el crecimiento, el nacer y el perecer, la existencia y el transcurrir del tiempo. En suma, actuando, actos, acciones, práctica y práxis. Cada cosa fluye. El Ser es, el Llegar‑a‑Ser es llegar a ser, y el Llegar‑a‑Ser es. Para nosotros, la base material de todos estos procesos es la contradicción fundamental „sociedad‑naturaleza“, esto es, el proceso de la producción y reproducción humana, la historia. Cada cosa fluye, cada cosa está en proceso, cada cosa llega a ser y a transcurrir. El proceso evolutivo, el proceso involutivo, la génesis, el ocaso, el fluir y el cambiar asumen formas multidimensionales, multilineales, polifásicas, multihistóricas y multiversales. La base científica de la Dialéctica es el movimiento polihistórico e histórico, universal y multiversal de la Evolución‑Involución y de la Involución‑Evolución de la materia. El proceso, la cosa, está compuesto de afirmación y negación, es decir, la unidad y contradicción de opuestos. La interacción dialéctica de ambas dimensiones del movimiento, del cambio y del fluir, se manifiesta en el pensamiento humano, en la acción humana, en la materia, en la historia, en el cosmos multiversal y polihistórico. La vida humana es la interpenetración del pensamiento y la acción humana, de la ideología‑práctica humana y la teoría‑práxis humana. Para comprender la realidad social y humana, la compleja y multipleja polivelocidad del movimiento de la teoría humana, debemos continua y continuadamente aproximarnos al movimiento humano, interno y externo, y al movimiento y transformación social y viceversa. Esta historia, en el sentido del proceso universal, sólo puede ser inteligible a través de la actividad humana, por medio de la ciencia del movimiento, la lógica del cambio, esto es la Dialéctica. Esta opera en la contradicción materialismo‑idealismo, la cual es, históricamente, una forma de la esencia de la filosofía y cuyo sustrato es la materia in perpetuum. Ahora, ¿Qué es la vida? ¿Cuál es la real novedad y originalidad del pensamiento y de la acción? ¿Por qué cada cosa está en proceso, es Ser‑Llegando‑a‑Ser? ¿Por qué cada cosa contiene lo nuevo y original en su esencia material? Universalmente, el hombre es primogénito, tiene la capacidad de estar siempre a la vanguardia. Históricamente la sociedad es dinámica, productiva y en transición. Socialmente, viviendo el trabajador en latencia y tendencia, tiene la potencialidad y la potencia para crear, concretar y procrear, las condiciones materiales e intelectuales para la emancipación humana, la transformación social y la verdad histórica en condiciones subjetivas y objetivas realmente posibles. Práxico‑teóricamente, el revolucionario, el socialista, subjetiva y objetivamente, puede trascender y sobrepasar la „fase“ prehistórica de la historia humana, por medio de un salto dialéctico cualitativo desde la involucionaria realidad de la necesidad, al evolucionario dominio de la libertad. Consecuentemente, ¿Cuál es la verdad del pensamiento filosófico? ¿Es un ingenioso sumario enciclopédico de los medios capitalistas contemporáneos intelectualizados, explotados por los medios de producción? ¿Es una sinopsis o síntesis de todo esto, o todavía más, de la ortodoxia „socialista“ y „comunista“ dogmática y de la vulgar fraseología materialista y sofística? ¿Es un aprendizaje emotivo de Hegel, Marx, José Martí, Simón Bolívar, Ernst Bloch o León Trotsky?... Desde mediados del siglo XIX sabemos que las ideas, los conceptos, las categorías y las leyes dominantes de una época en una sociedad dividida en clases, son principalmente aquéllas de las respectivas clases dominantes, que contienen y expresan sus privilegios específicos de clase, sus intereses, sus ventajas. Aquéllas sólo expresan la verdad parcialmente, pero no la verdad universal e histórica. En una sociedad dividida en clases, se refleja y reproduce la verdad relativa de la propiedad privada de los medios de producción, incluyendo la propiedad privada „nacionalizada“. De allí que, ¿Cuál es realmente el pensamiento filosófico, que está dialécticamente referido a la acción filosófica, en otras palabras, a la teoría‑práxis social? Fundamentalmente podemos decir que éste es supraesencial, procesal, científico y racional. Está siempre situado dentro del desarrollo histórico‑social y del proceso intelectual involucionario y evolucionario, que refleja y .reproduce la efímera realidad en el intelecto humano y que se empeña y tiende hacia la teoría‑práxis revolucionario‑emancipatoria. En este sentido, pensamiento humano y teoría son transformados cualitativamente dentro de las fuerzas histórico‑sociales, con potencias y potencialidades que generan latencias, tendencias y posibilidades que crean las condiciones materiales necesarias para la emancipación. Estas son indispensables para la materialización de la verdad histórica y la libertad, herramientas fundamentales para el pensamiento filosófico; y en tanto que ellas son relativas a la multivelocidad del movimiento, necesariamente requieren ser activas, precisas, sensibles y pendulares entre teoría y práxis. Sólo tal „aguja magnética“ del pensamiento con „precisión cronométrica“ podría detectar que la negación de la materia es la negación del espíritu, es decir, la Nada. Además, esa negación del espíritu, de Dios, es la negación de la materia. La Nada es la negación de ambos. En cualquier suceso, la Materia y Dios son categorías materiales e ideales, lógicas y abstractas, universales y cognoscitivas, respectivamente. Se deduce que si nosotros queremos realmente estar vivos, si estamos interesados en pensar, entonces, el pensamiento y el pensar humano deben ser lógicos, dialécticos, activos y teleológicos, razonando en perpetuo movimiento. Cualquier otra forma de pensar humano cae en el reino de la prehistoria, de la irracionalidad, de la ignorancia, de la superstición, de lo mágico, de la religión, de la ideología. La „verdad absoluta“, la „verdad del Evangelio“, pertenecen a la lógica formal y al idealismo vulgar. No es un crimen el que un individuo no refleje en su pensamiento la huidiza realidad ‑errar humano es, aprender es lo revolucionario. El verdadero crimen histórico es fomentar la irracionalidad, la ignorancia, falsificar la verdad relativa e histórica, e inculcarla en la mente de millones de explotados, „los condenados de la Tierra“ (Fanon). Así, lo original y nuevo del pensamiento no es una cacería intelectual de los opositores para que después de conocer, y debido a ese conocimiento, adquiera un „garrote“ con el grado universitario o aun obtener brillo en la cátedra universitaria. Esto es el equivalente a alcanzar los mejores privilegios por la vía del conocimiento y obtener los más altos y costosos valores de cambio. La sola lucha por el „status“, por acumular muchos hechos lógico‑formales, convierten al hombre en una enciclopedia ambulante, pero no en un hombre: el maestro y sirviente del universo. El conocimiento científico contiene un material esencial: ¿De dónde?, ¿Acerca de qué?. ¿Para quién?, ¿Por qué?, ¿Por lo cuál?, ¿A qué?. Con tales contenidos radicales donde el hombre en sí mismo es la raíz de la historia a través del pensamiento, no puede continuar ensimismado en un éxtasis, en una laxitud lógico‑formal y en una pasividad empirista y positivista; más precisamente, no puede estimular la aversión al trabajo productivo, al difícil trabajo histórico. El trabajo y el trabajador tienen objetivos históricos específicos, que tienen muy poco en común con la acumulación de capital y con los extravagantes gustos del consumismo. Se deduce, por lo tanto, que en cuanto a vivir, en cuanto a desarrollar una vida creativa, para complacerse en la creatividad, para erradicar la alienación humana, sólo la filosofía teórico‑práxica es la panacea científica contra la abulia, el cretinismo y la opresión de las clases gobernantes. La filosofía, el amor de y para la sabiduría, no es la lógica formal descubierta por los antiguos griegos, sino más bien un producto histórico de la humanidad. Sin orientación práxico‑teórica, ‘el homo sapiens’ nunca podría haber dejado la caverna en ninguna parte del planeta. En efecto, él habría perecido indefectiblemente allí. Consecuentemente, la filosofía teórico‑práxica, es decir, la filosofía científica, es una inevitable impronta de la vida del hombre. Cada ser humano, por su naturaleza, es potencialmente un filósofo. Desde Tales, no tenemos ninguna excusa para no vivir filosofando. ¿Qué es lo que le impide a cualquier hombre o mujer producir formas de pensamiento originales y nuevas acciones consigo mismo o su ambiente productivo inmediato para lograr placer, creación y emancipación? La respuesta no es mérito de un gran pensamiento filosófico. Seguro que los niños, que son filósofos por excelencia, sonreirían ante tan sencilla pregunta. El pánta rhei de Heráclito, ‑ todo fluye ‑, necesariamente forma parte de la vida de cualquier trabajador actual o de un escolar de nuestros días. Cada hombre común está viviendo la verdad histórica de este principio de teoría‑práxis, de la cósmica evolución‑involución e involución‑evolución. Si no conoce esto, en la hora de la muerte, tendrá que creer en esta inexorable verdad de la vida. En lo más profundo y en la cima de su mente ‑ que son sinónimos ‑ irradiará y radicará la aurora de las ideas y de los conceptos humanos. Así, el pensamiento humano como pensamiento filosófico, es productivo, creativo, es decir, pensamiento social‑emancipatorio. Pensemos: ¿Por qué estamos vivos? Vivimos no porque estamos vivos, sino porque queremos permanecer viviendo tanto como sea posible, debido a que queremos autorrealizarnos y autoemanciparnos a nosotros mismos. No es asunto de „lo que será, será“, tampoco de que „cada cosa es posible“ ni aun que „la historia se autorrepite“, sino de una lucha dialéctica entre vida y muerte para crear cada cosa, la cual nunca ha existido perpetuamente, y no existirá en lo sucesivo. Volviendo al pensamiento humano, nuestro proceso de vida individual social e histórica tiene que ser reflejado, producido y reproducido en el pensamiento humano. Nuestras expresiones mentales e impresiones individuales, la objetivación de nosotros mismos, y la subjetivación de la naturaleza tiene que ser como el más claro y límpido cristal. „Yo soy“, „nosotros somos“, „yo sé“, „nosotros sabemos“, tiene que estar mediatizado en una forma afluente y corriente, compleja y multipleja, polihistórica y multiversal. La novedad y originalidad del comenzar y del comienzo de este proceso están allí donde nosotros nos encontramos a nosotros mismos en el proceso histórico. Tanto como queremos vivir, nunca es demasiado tarde para mejorar. Desde la génesis del hombre en este planeta, podemos trazar la resplandeciente pista del desenvolvimiento de la teoría de la evolución, es decir, de la teoría revolucionaria, la cual, continua y continuadamente trata de producir y reproducir, de aproximar intelectualmente la multipleja, multidimensional, multiveloz y multifluyente realidad del Ser‑Llegar‑a‑Ser y del Llegar‑a‑Ser Ser y pasar y sobrepasar este Ser y concretarlo en la práxis humana total, en la materia, en la matriz de la teoría humana. Pero cada cosa no es teoría, y de manera semejante, cada idea no expresa una existencia, fenómeno o realidad. Consecuentemente, la evidencia de que „el pudín siempre es para comerlo“, la prueba de la veracidad de cada cosa, consiste en su esencia teórico‑práxica. En la historia, sólo lo que cuenta con las condiciones materiales e intelectuales para llegar a ser y consumirse, puede evolucionar e involucionar en la realidad. Sin estas condiciones, una idea, un fenómeno o proceso, no puede realizarse, no puede materializarse. Esta es una simple verdad que la ciencia teórico‑práxica nos enseña cada día. Lo original, lo nuevo, es la perspectiva terrenal del pensamiento y de la acción humana. Las ciencias humanas, incluyendo a la ciencia política, como teoría‑práxis, siempre tienen una latencia de algo, y una tendencia hacia algo, hacia cualquier proceso. ¿Cuál es entonces el sustrato de lo nuevo, de la teoría‑práxis?. Es precisamente aquellos que todos los filósofos hasta ahora, han visualizado como arché, h첵le, el principio y el origen de todo cuanto existe. Los idealistas vulgares, los teólogos divinos, los metafísicos desnaturalizados, los administradores de la inquisición, los que dieron origen al Tercer Reich y al Apartheid, los protagonistas del holocausto nuclear, mutatis mutandis, deliberadamente abandonan el reino del planeta Tierra y lo descubren en la trascendencia, en el dominio de la pre y post Existencia Universal, en la Idea Absoluta y en la Verdad Absoluta, en una nueva y suprema Inteligencia. Naturalistas, físicos, atomistas, panvitalistas, ateos y materialistas dialécticos como Tales, Heráclito, Demócrito, Epicúreo, Aristóteles, Avicena, Averroés, Avicebrón, Bruno, Leibniz, Feuerbach, Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Mandel, Bloch, etc., han descubierto y descrito el arché como materia dentro del cosmos viviente, infinito, eterno en sí mismo. Pensaron explicar el universo fuera de sí mismo, aunque sólo el hombre lo puede cambiar y mejorar en sus condiciones de vida. La materia como tal es Ser‑Llegar‑a‑Ser, en millares de apariencias poliformes: orgánicas, inorgánicas, energéticas, „espirituales“, parasicológicas, etc., revelándose en multitudinarias estructuras organizacionales y en múltiples y complejas dimensiones, grados, magnitudes y dimensiones microscópicas y macroscópicas. La materia ha creado y todavía está creando al homo sapiens, esto es, al hombre que es activo y que piensa. En lo relativo al hombre y su madre, su „mater“ es la materia. En relación a nuestra teoría práxica y práxis teórica, en las páginas siguientes veremos la filosofía acerca de la materia, el materialismo ‑ idealismo dialéctico, „la cabeza del proletariado“ (Marx).
FIN PARTE 1
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De: vueltaabajo |
Enviado: 14/04/2004 01:10 |
Muy interesante pero ustedes no usan el metodo que recomiendan. Para cuando dejan analizar las causas de la caida del muro, el fracaso del socialismo real y los crimenes cometidos en su nombre, para cuando la autocritica. Médico curate a ti mismo. |
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