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General: El eje Bush - Castro Para GP
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De: OmarComas1 (Mensaje original) |
Enviado: 17/06/2004 15:59 |
Salud GP.
La pregunta que hizo tu señora (la cubana), yo te la contesté por privado, este artículo de mis compas en Francia dice lo mismo, más o menos.
Salud y anarquía
Omar
Estimados compañeros: Os enviamos esta nota para su difusión
Saludos libertarios GALSIC
Bush y Castro : aliados objetivos
Las recientes medidas anunciadas por Bush -supuestamente “para acelerar la transición en Cuba”- no tienen otro objetivo que el de asegurarse los votos del sector más reaccionario del exilio cubano. Bush ha hecho esta declaración cuando las encuestas comienzan a serle desfavorables y la perspectiva de su reelección se vuelve hipotética. De ahí tales promesas para activar su maquinaria electoral cubano-americana de Miami. Como en similares ocasiones electorales en los USA, el régimen castrista ha vuelto a servir simbólicamente para comprar votos en Florida. Téngase en cuenta que 9 de los 10 presidentes elegidos desde el establecimiento del “embargo” ganaron las elecciones en este Estado y Clinton sólo lo conquistó en 1996 tras ratificar la Ley Helms-Burton. Es posible que el anuncio de estas medidas no tenga otro objetivo que el de conseguir esos votos; pero el resultado concreto e inmediato es que ha dado un pretexto más a Fidel Castro para continuar justificando su dictadura y colocarse de nuevo en la posición que le resulta más cómoda: la posición de la pequeña isla socialista amenazada por el gran imperio capitalista. Una “amenaza”, vieja de más de 40 años, que cada vez es más virtual. Y no sólo porque Cuba es, pese al “embargo”, el quinto social comercial de Estados Unidos, sino también porque a los Estados Unidos no le conviene que ese país, tan cercano y con miles de balseros potenciales, quede sin control. Por supuesto, la propaganda oficial de los dos países no dice nada de esta alianza objetiva. Al contrario, a pesar de que -tras tantas décadas de demagógica oposición- esta complicidad es cada vez más evidente, los dos gobiernos prefieren seguir manteniendo la apariencia de un conflicto abierto. De una guerra imaginaria en la que sólo existen dos bandos, Cuba o Estados Unidos; pero que permite a Fidel Castro reprimir a cuantos se oponen, aunque sea legal y pacíficamente al sistema político que impera en la Isla, como cómplices del enemigo. No debe sorprender pues que, salvo los incondicionales de la Fundación Más Canosa y del Consejo por la Libertad de Cuba (que constituyen el sector reaccionario de la disidencia cubana), los principales líderes de la disidencia del interior hayan rechazado las medidas anunciadas por el gobierno estadounidense, que las hayan calificando de injerencia inadmisible y que hayan denunciado su pretendida eficacia para “acelerar la transición en Cuba”. Y no sólo porque, hasta en el caso de que sean realmente aplicadas, ninguna de ellas debilitará realmente al gobierno castrista, sino que, al contrario, al único que verdaderamente perjudicará es al pueblo, cuyas dificultades para comer todos los días aumentarán, puesto que las autoridades cubanas ya han comenzado aumentar los precios en las tiendas especiales que venden en dólares. De ahí el comentario irónico de un trabajador de una empresa gastronómica de La Hazbana: “Esto parece una competencia para ver quien jode más y mejor a este desdichado pueblo”. Entre las principales medidas anunciadas por Bush están la de otorgar 36 millones de dólares para ayudar a la “disidencia” y 18 millones más para la transmisión de Radio Martí y TV Martí mediante un avión C-130 de manera a evitar que las autoridades castristas bloqueen la señal. Pero es evidente que esos dólares sólo irán a los “disidentes” adictos a Bush para apoyar su campaña electoral. Las otras medidas para recrudecer el “embargo” y “reducir los recursos financieros” del Gobierno cubano (limitar las visitas de los exiliados a la isla a una cada tres años –hasta ahora podían viajar una vez al año-, reducir la cantidad de dinero que pueden gastar diariamente en Cuba de 164 dólares a 50, prohibir a los cubanos residentes en los EE UU el envío de paquetes y remesas a sus familiares si éstos son “funcionarios del Gobierno o miembros del Partido Comunista” y en cualquier caso restringirlos sólo a los familiares directos) tampoco son favorables para la disidencia del interior, puesto que ésta también se verá afectada por su aplicación. Es verdad que el dinero que el exilio envía a Cuba es muy importante para el gobierno castrista, pues, según cálculos oficiales, el volumen de las remesas que los exiliados envían a sus familiares rondan los 1.000 millones de dólares, lo que lo convierte en la primera fuente de ingreso neto de dólares de Cuba, por encima del turismo. Pero los principales afectados serán los cubanos que viven gracias a esas remesas. Téngase en cuenta que en Cuba, donde el salario medio de un obrero es de alrededor de 250 pesos (10 dólares al cambio oficial), son muchos los cubanos que viven de las ayudas de sus familiares del exterior, pues sólo en las llamadas “tiendas de recaudación de divisas” se pueden comprar –y a precios de por sí bastante elevados- ropa, calzado, electrodomésticos y muchos artículos de primera necesidad –desde champú a aceite de girasol- imposibles de encontrar en la red estatal de comercios en moneda nacional. Además, es importante saber que la divulgación del mensaje de Bush coincide con la presentación de un proyecto bipartidista que daría al Congreso de EE UU facultades para evaluar anualmente la eficacia de las sanciones impuestas a Cuba y recomendar su continuación, reforma o eliminación. La presentación de este proyecto pone en evidencia que el mantenimiento del “embargo” mantiene divididos a los legisladores estadounidenses. Por un lado están los que, por intereses económicos en sus Estados, exigen un mayor intercambio comercial, y por otro están los que, por intereses electorales, piden que se endurezca el “embargo” para, según ellos, forzar al gobierno castrista a proceder a cambios democráticos. Ahora bien, lo que está bien claro es que, tanto para unos como para los otros, lo que menos cuenta es la libertad y el bienestar del pueblo cubano, pues la verdadera motivación es económica o electoral. De ahí que el principal representante demócrata, Bob Menéndez, haya declarado que la Comisión del presidente Bush no es más que una treta electoral “transparente” para ganar el voto cubano en Florida, y que “la comunidad cubanoamericana es muy lúcida para dejarse engañar por más de 4000 palabras, después de mil días sin acciones” concretas. Bush ganó las elecciones en 2000 gracias en parte al voto del exilio cubano en el sur de Florida, que nuevamente será un bloque electoral importante en los comicios del próximo 2 de noviembre. Hoy necesita ese voto tanto o más que en 2000, puesto que otro grupo de interés (el de los agricultores exportadores de varios estados del Medio Oeste, como Illinois, Iowa, Minnesota, Misuri y Nebraska) está desarrollando presiones para el levantamiento del “embargo” y sus intereses pueden ser decisivos para decantar una mayoría política en sus estados opuesta a Bush. El gobierno castrista ha aprovechado la ocasión para denunciar las “crueles” medidas anunciadas por Bush y afirmar que constituyen un “plan de anexión de Cuba a Estados Unidos”. Pero más allá de la exageración, y de que tanto a Bush como a Castro les importa menos que un pepino la democracia y la suerte del pueblo cubano, la realidad de esta alianza objetiva seguirá siendo la misma que ha condicionado durante más de 40 años el aparente conflicto entre el régimen castrista y el gobierno de los EE UU. Lo que no impedirá, claro está, que Castro se aproveche una vez más para removilizar a sus partidarios y, si lo considera necesario u oportuno, desencadenar nuevos controles o una nueva represión contra la disidencia en Cuba. Galsic
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