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General: Franz Kafka, anarquista
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: OmarComas1  (Mensaje original) Enviado: 24/06/2004 22:36

 

----- Original Message -----

To: anarqlat 

Sent: Monday, June 21, 2004 8:18 PM

Subject: Franz Kafka, anarquista



[Me enviaron lo que sigue, tomado del website
"Rebelión". Lo reenvio porque de seguro habrá en anarqlat quienes se interesen
en este tema. Por lo demás, y si la memoria no me falla, el autor de esta reseña
es un trosco, lo que tal vez explique porque en el título habla de "socialismo"
cuando debería decir anarquismo. NM]

 

**************************************************
80 años
después de la muerte de Franz Kafka
Kafka y el socialismo

 

Michael L철wy
Rouge

 

* Con ocasión del 80 aniversario de la muerte de Franz Kafka, Michael L철wy
acaba de publicar "Franz Kafka, soñador insumiso" (Stock, 2004). Expone en las
líneas que siguen los lazos y las simpatías socialistas libertarias del
escritor.

 

Es evidente que no se puede reducir la obra de Kafka a una doctrina
política, cualquiera que sea. Kafka no produce discurso, crea personajes y
situaciones, y expresa en su obra sentimientos, actitudes, un estado de
espíritu. No está prohibido, sin embargo, explorar los pasajes y los lazos
subterráneos existentes entre su espíritu antiautoritario, su sensibilidad
libertaria, sus simpatías socialistas por un lado, y sus principales escritos
por otro. Son vías de acceso privilegiadas a lo que se podría llamar su paisaje
interno.

 

- Una alta idea del internacionalismo.

 

Kafka había manifestado interés por la Revolución rusa: en una carta
dirigida en septiembre de 1920 a su amiga Milena, hace referencia a un artículo
sobre el bolchevismo que ha causado una gran impresión, precisa, "en mi cuerpo,
mis nervios, mi sangre". Se trata de un artículo de Bertrand Russel, titulado
"Sobre la Rusia Bolchevique", aparecido en el Prager Tagblatt del 25 de agosto
de 1920. El punto de vista de Kafka se precisa en otra carta a Milena, algunas
semanas más tarde:  "No se si has comprendido mi observación sobre el
bolchevismo. Lo que le reprocha el autor justifica a mis ojos la mayor alabanza
que se pueda conceder aquí abajo". ¿A qué  crítica hace referencia el
filósofo inglés? "El verdadero comunista es enteramente internacional. Lenin,
por ejemplo no está más concernido por los intereses de Rusia que por los de
otros países; Rusia es, en este momento, el protagonista de una revolución
social y, como tal, tiene un valor para el mundo, pero Lenín estaría dispuesto a
sacrificar Rusia antes que la Revolución, si esta disyuntiva se presentara". En
otros términos, lo que parece a Kafka digno de elogio en los revolucionarios
rusos, es precisamente lo que les reprocha Bertrand Russel: su compromiso
radicalmente internacionalista....

 

Estos comentarios muestran un interés -crítico- hacia la experiencia
soviética pero, en el estado actual de la documentación, nada sugiere alguna
relación de Kafka con el movimiento comunista. En cambio, numerosos testimonios
contemporáneos hacen referencia a la simpatía que tenía por los socialistas
libertarios checos y a su participación en algunas de sus actividades.

 

A comienzo de los años treinta, Max Brod recogió  informaciones de uno
de los fundadores del movimiento anarquista checo, Michal Kacha. Se refieren a
la presencia de Kafka en las reuniones del Klub Mladych (Club de jóvenes),
organización libertaria, antimilitarista y anticlerical frecuentada por varios
escritores checos. El escritor anarquista, Michal Mares, testifica la
participación de Kafka en una manifestación contra la ejecución de Francisco
Ferrer, el educador libertario español, en octubre de 1909. Durante los años
1910-1912, habría asistido a conferencias anarquistas sobre el amor libre, sobre
la Comuna de París, sobre la paz y contra la ejecución del militante libertario
parisino, Liabeuf.

 

No se trata de ninguna manera de demostrar una pretendida "influencia" de
los anarquistas praguenses en los escritos de Kafka. Bien al contrario, fue él
quien, a partir de sus propias experiencias y de su sensibilidad
antiautoritaria, eligió frecuentar, durante algunos años, las actividades de
esos medios. Esta sensibilidad, la definió él mismo, no sin una sinceridad
implacable, en una carta a Félice Bauer del 19 de octubre de 1916: "(...) yo,
que muy a menudo he carecido de independencia, tengo una sed infinita de
autonomía, de independencia, de libertad en todas las direcciones (...). Todo
lazo que no creo yo mismo, aunque sea contra partes de mi yo, no tiene valor, me
impide andar, le odio o estoy bien cerca de odiarlo". Una sed infinita de
libertad en todas las direcciones: no se podría describir mejor el hilo rojo que
atraviesa tanto la vida como la obra de Kafka -sobre todo la del período
inaugurado en 1912- y les da una extraordinaria coherencia, a pesar de su
trágica falta de conclusión. 

 

En efecto, un antiautoritarismo de inspiración libertaria atraviesa el
conjunto de la obra novelística de Kafka, en un movimiento de
"despersonalización" y de reificación creciente: de la autoridad paternal y
personal hacia la autoridad administrativa y anónima. No se trata de ninguna
doctrina política, sino de un estado de espíritu y de una sensibilidad crítica
-cuya principal arma es la ironía, el humor, ese humor negro que es "una
revuelta superior del espíritu" (André Breton).

 

Las primeras novelas de Kafka -El Veredicto y La Metamorfosis- que datan de
1912, ponen en escena la autoridad patriarcal o, por retomar un comentario de
Milan Kundera sobre el tema, el "totalitarismo familiar". El gran giro hacia la
crítica de los "aparatos" de muerte anónimos, es la novela La Colonia
Penitenciaria, de 1914. Hay pocos textos en la literatura universal que
presenten la autoridad bajo un rostro tan injusto y asesino. No se trata del
poder de un individuo -los comandantes de la colonia no juegan más que un papel
secundario en la narración- sino del de un mecanismo impersonal.

 

El marco de la narración es el colonialismo francés. Los oficiales y
comandantes de la colonia penitenciaria son franceses, mientras que los humildes
soldados, los trabajadores del puerto, las víctimas que deben ser ejecutadas son
"indígenas" que "no comprenden una sola palabra del francés". Un soldado
"indígena" es condenado a muerte por oficiales cuya doctrina jurídica resume en
pocas palabras la quintaesencia de la arbitrariedad: "¡La culpabilidad no debe
nunca ser puesta en cuestión!". Su ejecución debe ser llevada a cabo por una
máquina de torturar que escribe lentamente sobre su cuerpo con agujas que le
traspasan: "Honra a tus superiores". 

 

El personaje central de la novela no es ni el viajero que observa los
acontecimientos con una muda hostilidad, ni el prisionero, que no reacciona en
absoluto, ni el oficial que preside la ejecución, ni el comandante de la
colonia. Es la propia máquina.

 

- Profundamente antiautoritario

 

La inspiración antiautoritaria está inscrita en el corazón de las grandes
novelas de Kafka, El Proceso y El Castillo, que nos hablan del Estado -bajo la
forma de la "administración" o de la "justicia"- como de un sistema de dominio
impersonal que aplasta, ahoga o mata a los individuos. Es un mundo angustioso,
opaco, incomprensible, en el que reina la no-libertad. Hay que recordar que
Kafka no describe en sus novelas Estados "de excepción": una de las ideas más
importantes -cuyo parentesco con el anarquismo es evidente- sugeridas por su
obra, es la naturaleza alienada y opresiva del Estado "normal", legal y
constitucional. Desde las primeras líneas del Proceso, queda claramente dicho:
"K. vivía bien en un Estado de derecho (Rechtstaat), la paz reinaba en todas
partes, todas las leyes estaban en vigor, ¿quién se atrevía pues a asaltarle en
su casa?". Como sus amigos, los libertarios praguenses, parece considerar toda
forma de Estado, el Estado como tal, como una jerarquía autoritaria y
liberticida.


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