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General: La verdad, de Lenin a Castro
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De: OmarComas1  (Mensaje original) Enviado: 25/06/2004 19:28
La gran mentira del comismo


No es mi pretensión desmontar de raíz la doctrina marxista, no tengo ni cultura, ni un mínimo intelecto para ello. Pero si quiero
hacer constar que el pensamiento de este hombre -quizá la influencia más importante en el siglo XX, eso no se puede negar- tomado
como dogma, con sus concepciones mesiánicas y, al mismo tiempo, clasistas del proletariado -ya que consideraba que debía existir una
jerarquía en el mismo-, estaba abonando el terreno para la existencia de una nueva elite explotadora y finalmente el mayor de los
horrores. Es decir, se puede considerar que Marx, y posteriormente Lenin adecuándolo a las circunstancias, consideraban que una
brillante vanguardia llevaría a las ignorantes masas al paraíso proletario.
Si algo pretenden estas líneas es señalar lo obvio, la obviedad de una ideología convertida en posiblemente el mayor cataclismo
político y cultural del siglo XX, en la forma más perversa de totalitarismo disfrazada de emancipación obrera con el consentimiento
de tantas y tantas personas que se decían comprometidas con la "nación de la clase obrera" que constituía la URSS, coetáneos del
dictador Stalin y por lo tanto cómplices de la eliminación de multitud de voces disidentes, incluyendo a los anarquistas ucranianos,
quizá de los pocos merecedores del calificativo de revolucionarios.
Observando la materialización de las formas más perfectas de totalitarismo -es decir, el control absoluto por parte del Estado de la
vida de los ciudadanos, un control que, exista en mayor o menor medida, aspiran los anarquistas destruir de forma definitiva, en su
aspiración de máxima libertad-, del que ya nos advirtió una de las pocas mentes lúcidas y honestas de su tiempo, George Orwell,
resulta como una terrorífica cebolla en la que vas eliminando capas y capas plagadas de horror y solo es posible encontrar más y más
mentiras maquilladas de ideología emancipadora: como ya he tratado de señalar al principio, difícilmente se sostiene, como muchos
hoy en día se empecinan en seguir afirmando, que la idea marxista siga siendo válida a pesar del fracaso de su praxis, cuando dentro
de su propia doctrina se exige que, para demostrar su validez científica, la teoría debe demostrarse con la práctica, pues bien, la
práctica del marxismo ha sido el totalitarismo y el campo de exterminio, sin más lecturas; Stalin fue un digno sucesor de Lenin que
ya preparó el terreno para la dictadura de un sólo partido, adueñándose y eliminando toda posible revolución democrática y
socialista; Trotski, que posteriormente sería un recurso de los marxistas disidentes del estalinismo con su revolución permanente, y
su ejercito rojo acabaron con los intentos autogestionarios de Kronstand -cuya comuna reclamaba total independencia- así como la
revolución anarquista ucraniana promovida por Nestor Majnó.
En los primeros años de la revolución soviética muchos fueron los que se entusiasmaron con la misma -gran parte de ellos quizá de
manera honesta, algunos supieron rectificar-, con esa materialización de los "sueños revolucionarios de la humanidad", la sociedad
sin clases, sin olvidar, eso sí, que habría que atravesar primero el "mal trago" de la dictadura del proletariado, naturalmente la
dictadura se convirtió primero en la de un solo partido y, muy pronto, en la de una sola persona. Los medios de comunicación
europeos no se hacían eco del absolutismo bolchevique, con la excepción de los anarquistas que estaban al corriente de lo sucedido
en Ucrania y, además, una delegación de la CNT efectuó una visita a la URSS a principios de los años veinte realizando un informe
muy crítico. Hay que mencionar también que dentro de las fuerzas revolucionarias de oposición al bolchevismo en el mismo seno de la
revolución, posteriormente a los anarquistas ucranianos y a la comuna de Kronstandt, existió la llamada "oposición obrera" que trató
de que los soviets -consejos que funcionaban o deberían funcionar como órganos de gobierno locales- llevaran a la autogestión
económica enfrentada a la centralización burocrática y jerarquizada del Estado.
Los posteriores Procesos de Moscú nunca estuvieron basados en la verdad, es decir, divergencias políticas, sino creando las mentiras
más disparatadas, aplicadas incluso a antiguos dirigentes bolcheviques caídos en desgracia, acusados de espionaje, sabotaje o
traición de cualquier otra índole. En la mejor tradición proveniente de la URSS, los estalinistas españoles durante la Guerra Civil
emplearon dicha táctica para acabar con el POUM, llegando a publicar un libro relatando las actividades de espionaje
franco-fascistas de ese partido, con un prólogo del prestigioso escritor católico José Bergamín. A colación de este episodio, que
acabó finalmente con todo conato auténticamente revolucionario en España, hay que mencionar la actitud de los partidos comunistas
europeos como ejecutores de los designios de Stalin, ya que otra de las grandes falacias históricas es la de negar responsabilidades
en tantos dirigentes comunistas -alabados en este país gracias a su supuesta lucha antifranquista- así como intelectuales que
brindaron su apoyo al Estado soviético, cuyos horrores no solo tenían que ser conocidos sino en muchos casos terroríficamente
justificados por tanto pseudorrevolucionario como algo necesario para la construcción del socialismo. Podemos buscar muchas
semejanzas entre los sistemas totalitarios que han ensombrecido el siglo XX y una de ellas es la perfección de sus aparatos de
espionaje y policiales, hay que recordar el pacto nazi-soviético que llevó a los partidos comunistas a una táctica de propaganda
anti-burguesa en contra de las democracias occidentales dejando de lado la expansión nazi que estaba teniendo lugar. Solo con el
ataque sorpresa de Hitler a la URSS en 1941 y la consiguiente entrada del Estado soviético en la Segunda Guerra Mundial, Alemania se
convirtió para la propaganda oficial comunista en un Estado agresor fascista. En Francia, el Partido Comunista supo venderse muy
bien posteriormente como el gran y casi único partido de la Resistencia. En España ocurriría algo similar en la lucha contra el
régimen franquista y a la muerte del dictador, el partido que lideraba Carrillo se las arregló para aparecer como el auténtico
garante de la democracia de las masas. La historia ha colocado al PCE tan solo parcialmente en su lugar, ya que el olvido histórico
toma diferentes formas según los intereses de los que lo traten, sea por parte de aquellos que quisieron aplastar totalmente la
libertad mediante la construcción del Estado totalitario o por éstos que no se sonrojan al afirmar esa estupidez de que hemos
llegado al fin de la historia, que no solo sostienen que la lucha de clases forma parte ya de otra existencia sino que niegan a
tantos hombres y mujeres que quisieron crear un mundo donde no hubiera cabida para la injusticia, que no sustituyera una forma de
represión y explotación por otra, como sí hicieron los comunistas.
Soy bastante joven y me cuesta bastante hablar tan categóricamente de todo esto, pero me siento obligado a señalar a aquellos
dirigentes comunistas españoles que se las han arreglado para pasar a la historia como defensores a ultranza de las libertades. La
realidad fue otra bien distinta. La realidad es que a estas alturas no se puede sostener que los horrores eran cosa del régimen
estalinista con el desconocimiento por parte de estas figuras. Por cierto, ahora que por tristes caprichos del dios mercado el
asunto de los maquis está en el candelero, hay que hablar de esa terrorífica historia tan poco divulgada que habla del cansancio de
Stalin respecto a los guerrilleros españoles y su orden de acabar con los mismos dirigida a una delegación del PCE encabezada por
Carrillo e Ibárruri, que acataron su deseo de manera inmediata, llegando incluso por parte de Carrillo a ordenar la liquidación de
las últimas guerrillas.
La historia se escribe de manera insultantemente maniquea. Durante la mayor parte del tumultuoso siglo que acabamos de abandonar,
ese siglo dominado por esa pandemia llamada ideología que, parafraseando a Bakunin, ahoga en cualquier caso el pensamiento, muchos
se resistieron a manifestarse en contra del comunismo ante el temor de ser tildados de fascistas, cuando en la práctica hay mínimas
diferencias entre estos sistemas totalitarios. Hoy todavía sobrevive gracias a la perpetuación de la mentira en las mentes de tantos
izquierdistas el mito de la Cuba comunista, esa maravillosa isla tan maltratada por la historia, atenazada por ese híbrido de
dictador bananero y guerrillero pseudorrevolucionario que es Fidel Castro. He tenido ocasión de visitar la isla en un par de
ocasiones y he podido comprobar -es presuntuoso quizá utilizar este verbo por respeto a tantas personas víctimas del régimen
castrista, emplearé el de intuir- el horror de la mejor tradición estalinista: culto a la personalidad del líder, Estado policial en
toda regla, burocracia y centralización llevadas al límite... escuché relatos estremecedores sobre torturas y delaciones promovidas
por un sistema que ha llevado a la gente a no tener ninguna esperanza en la mayor parte de los casos, o a alimentarse de la gran
mentira en muchos otros. Hubo también quien me preguntó cómo era posible que se siguiera teniendo desde fuera esa imagen "amable" de
todo un dictador. La respuesta hay que buscarla en esa gran mentira que es el comunismo.

José María Fernández

Tierra y Libertad



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