Frank Fernández
El anarquismo en Cuba
¿Qué es la historia? Actualmente se ha planteado la necesidad de redefinir la historia de un país, enfocando el devenir del pueblo. La regunta es aún más urgente al referirse a Cuba, no solamente por el parti pris con que se observa su presente, sino por la incertidumbre e su futuro. Este importante libro intenta dar algunas respuestas. Para empezar, Frank Fernández destruye el mito marxista que insistentemente ha negado la participación de los anarquistas en la formación del país. Escoge una meticulosa exposición cronológica para desarrollar la historia del movimiento en la isla. La investigación para este trabajo fue llevada con la erudicióny el cuidado documental que caracteriza el trabajo de Frank Fernández. Acuciado por la necesidad de explicarse qué pasó, y pese al profundo compromiso con su país de origen, el autor se ha negado a aceptar ideas hechas y recomienda dejar que los hechos abran camino a la investigación. A pesar de la actitud negativa que la crítica marxista ha tenido con otras obras de Frank Fernández, él no pretende hacer n panfleto panegírico del anarquismo, comprende que cada sector social "tiene derecho de exponer lo que se conoce como su verdad histórica", pero insiste en que "debe basarse en datos evidentes y bien interpretados". Por ello, ha estudiado una enorme cantidad de materiales de primera mano, ha leído documentos, periódicos, diarios, memorias, ha explorado bibliotecas y archivos. Por ello, el texto se sustenta en un aparato crítico detallado y en una fuerte base bibliográfica tomada de fuentes primarias y difícilmente accesibles. Se añade a ello la propia experiencia de varias décadas de acontecimientos vividos por él y el contacto personal con los compañeros y grupos del exilio. De allí llega a una síntesis perfecta en sus conclusiones, donde no sólo aclara un capítulo poco conocido de la historia, sino muchos otros conceptos más vastos que informan las discusiones ideológicas sobre Cuba. Hay que agradecer a Fernández su dedicación a la búsqueda de una claridad expositiva que nos pone al alcance de esta sabiduría, porque así, n este libro se expresa un cuerpo de conocimientos y apropiaciones que son patrimonio de un pueblo.
Además de la erudición que guardan estas páginas, lo que hace a este libro tan atractivo a la lectura es un estilo de prosa transparente, clara, inteligente, controlada, que hace que el lector quede inmenso en los acontecimientos, casi como testigo ocular. Se ve la pasión que Fernández tiene por su tema. Su obra es sobre gente y acontecimientos que le interesan, y a través de su investigación encuentran nuevas perspectivas, nuevo sentido, y nueva vida. Explica que ha buscado la influencia que las ideas libertarias han tenido en el pueblo ubano, por un sentido del deber, y hasta necesidad histórica, pues explica que en ese país los anarquistas han combatido incansablemente por la libertad y la justicia.
El primer capítulo cubre el período colonial de 1865 a 1868. Se presta especial atención as corrientes de pensamiento anarquista filtradas durante la formación y desarrollo de la nación cubana. Primeramente se nota la influencia de Proudhon, que tuvo seguidores y discípulos entre sectores progresistas, sobre todo del sector tabacalero, la primera industria trabajadora que en Cuba había tomado conciencia de clase y la subsecuente formación de la primera sociedad mutualista en cuba de origen proudhoniano en 1857. Se analiza después la trayectoria que va desde la primera huelga en 185, y la fundación del semanario La Aurora por el asturiano Saturnino Martínez, y la creación de la lectura en los talleres de tabaquería que tanto influyeron en la propagación del ideario anarquista.
Fue en los primeros años de la década de los 80 en el siglo pasado cuando entraron en Cuba los conceptos sociales procedentes de la Federación Regional Española, recogidos en el Congreso de Barcelona de 1881, y cuando el bakuninismo reemplazó a la influencia de Proudhon. Se estableció por esos años la Junta Central de Artesanos y el Círculo de Trabajadores de la Habana y empezó a destacar Enrique Roig San Martín, pensador y escritor que propagaba las ideas desde El Productor. El autor pasó a continuación a hacer una minuciosa revisión de los diferentes acontecimientos que jalonan el establecimiento de las ideas libertarias en la isla; las huelgas en el sector del tabaco que paralizaron la industria, el establecimiento de la Federación Local de Tabaqueros que sería el ideólogo del anarquismo en Cuba, la primera celebración del primero de mayo en 890, así como las continuas represiones gubernamentales.
Se analiza con todo cuidado la importante discusión que se originó por la división de opiniones entre los anarquistas partidarios de la independencia y los que no se adhirieron a la causa porque buscaban tro ideario social. Pero también Fernández revela cómo los focos revolucionarios que operaban mayormente desde ciudades de la Floida,eran verdaderos enclaves de patriotas ácratas separatistas. En 1895 la guerra convocada por Martí estalló en Cuba y entre los combatientes figuraron algunos destacados anarquistas, sobre todo los de la emigración a Estados Unidos. Un importante tema del libro es el análisis de la relación entre los acontecimientos cubanos y el movimiento en España. Explica el autor que la crueldad de la guerra favoreció el separatismo cubano por libertarios como Salvochea y Pedro Vallina, y las actividades de Betances en París, que ayudaron a fomentar huelgas y protestas. Algunas de las ideas y datos expuestos por Fernández en su reveladora obra La sangre de Santa Águeda. Angiolillo, Betances y Cánovas, (Miami, Ediciones Universal, 1994) son exploradas nuevamente aquí. Y se ve hasta qué punto el ajusticiamiento de Cánovas fue principio y causa fundamental de lo que después se llamó "El desastre" del 98.
En el segundo capítulo se estudian las consecuencias de la guerra y las repercusiones en la isla de las ambiciones políticoeconómicas de Washington. Cuba era fundamental para los planes estadounidenses debido a su situación geográfica, estratégica no sólo para las comunicaciones nortesur del continente, sino por ser la llave del ya planeado canal interoceánico en Panamá. El resultado fue la ocupación norteamericana de Cuba que empezó el primero de enero de 1899. El libro relata los acontecimientos del ámbito libertario en estos años, varias huelgas de gran importancia co mo la de Sagua la grande, la formación de la nueva organización obrera, Liga General de Trabajadores, y la visita de Malatesta a la isla. Estudia también la segunda ocupación americana, y el eco de la revolución soviética, la formación de la Federación Obrera de La Habana, y la llegada a la presidencia de Machado, que determinó una persecución de los anarquistas. El capítulo siguiente está dedicado a los acontecimientos que van desde 1934 a 1958. Se inicia con un nuevo gobierno de corte izquierdista y tonos nacionalistas, cuya figura cumbre fue Fulgencio Batista. Una ley promulgada por ese gobierno afectó mucho al anarquismo en Cuba, pues prohibía el empleo de más del cincuenta por ciento de empleados extranjeros. Muchos militantes tuvieron que abandonar el país y trasladarse a España, donde les iba a encontrar la guerra civil.
Los avatares del movimiento anarquista quedarían a partir de ese momento a merced del entonces Coronel Batista que se convirtió en el hombre fuerte de Cuba, estableció la dictadura, con el férreo control subsiguiente de las actividades laborales. A pesar de ello prosperaron algunas agrupaciones como la asociación Juventud Libertaria de Cuba. Nos enteramos en esas páginas que al estallar la guerra civil española, los anarquistas cubanos se sumaron a la defensa de la República y fundaron en La Habana la Solidaridad Internacional Antifascista, que trabajó con ahínco para enviar fondos y armas a los compañeros de la CNT-FAI. También sabemos que al fin de la guerra, por la gestión de elementos libertarios, llegaron a Cuba muchos anarquistas españoles que salieron de Francia y España con pasaportes cubanos. Los últimos capítulos revelan hechos casi completamente desconocidos hasta ahora. Detalla Fernández cómo los anarquistas habían participado activamente en la lucha contra Batista; unos desde las guerrillas orientales o las del Escambray, otros en la lucha urbana. Y ya en el folleto Proyecciones Libertarias, de 1956, donde se atacaba a Batista, se menciona la poca confianza que inspira Fidel Castro. Aunque al principio se observó una actitud de cautela con respecto al gobierno revolucionario, al poco tiempo, en varias publicaciones anarquistas se empezaron a condenar los procedimientos dictatoriales del régimen. En retribución, desde los primeros días de enero, el gobierno revolucionario expulsó a los anarcosindicalistas de los diversos sectores obreros. Ya en el verano de 1960, convencidos de que Castro se inclinaba hacia el gobierno totalitario marxista leninista, los anarquistas lanzaron una declaración a través del órgano de agrupación sindicalista libertaria, reafirmando la posición anarquista contra el Estado, respaldando el trabajo colectivo y cooperativo en contraste con el centralismo agrario propuesto por el gobierno, y afirmando su actitud antinacionalista, antimilitarista y antiimperialista. Condenaban el centralismo burocrático y las "tendencias autoritarias que bullen en el seno mismo de la revolución". Este fue uno de los primeros ataques que se hicieron al régimen desde el punto de vista ideológico. Desde ese momento, los anarquistas tuvieron que sumergirse en la clandestinidad, acusados por el régimen de actividades contrarrevolucionarias.
Da cuenta Fernández de las actividades opositoras del período, la publicación del boletín clandestino Movimiento de Acción Sindical, y la participación anarquista en el sostenimiento de focos guerrilleros en diferentes partes del territorio. Los compañeros desde mediados de 1960, comprometidos o no con la oposición violenta, tuvieron que iniciar la marcha al destierro, y en 1961 se inició el éxodo en dirección a Estados Unidos. Es ejemplar de la capacidad de supervivencia del anarquismo, la incansable actividad intelectual de diversos grupos exiliados, su espíritu emprendedor y claridad de conciencia, pues continuaron sus actividades. Entre los ya pocos militantes que quedaron en Cuba, muchos fueron presos en la siniestra prisión de La Cabaña, otros pudieron salir y continuaron su labor ideológica y cultural por medio de la publicación y contacto con los diversos grupos de compañeros en el exilio. Un importante epílogo nos proporciona las meditaciones del autor sobre la situación cubana actual y la viabilidad de las ideas anarquistas. Un párrafo de Fernández resume esa siempre heroica lucha: "los anarquistas cubanos han mantenido ese espíritu de lucha y desinterés por Cuba y su pueblo, han sido los poseedores de una larga tradición de libertad y justicia, unidos por una decisión indestructible, confiados en que el siglo futuro será la aurora de un mundo mejor, más solidario y más libre".
Esta obra llena un vacío en la literatura histórica cubana. Es necesario tener conciencia de esa lucha en un momento en que el pueblo cubano ha de enfrentar el futuro y tratar de lograr, al fin, la realización de sus ideales de liberación nacional y social.