La primera gran victoria
Oscar Sánchez
enviado especial
ATENAS.— Sport Ilustrated, afamada revista estadounidense especializada en deportes, acaba de dar a conocer un estudio en el cual revela las posibilidades de ubicación de cada país en el medallero final de los XXVIII Juegos Olímpicos, que se inaugurarán aquí el próximo día 13.
Según ese pronóstico la delegación cubana volvería a ser la más destacada de Latinoamérica y el Caribe, al totalizar 12 preseas de oro, nueve de plata y cuatro de bronce, situando a Brasil (4-4-3), Argentina (3-0-3) y México (1-4-2), como los pabellones que más se acercarían a la mayor de las Antillas.
Anier García, titular
de Sydney'00 en 110 c/v.
Desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí pocos son los cubanos que no han sacado sus cuentas en torno a las oportunidades de medallas en esta cita. Sin embargo, cálculos a un lado, lo verdaderamente impresionante es que en cualquier variante de vaticinio, ya sea de Sport Ilustrated, u otras entidades especializadas, Cuba aparece entre las 10 naciones de más opciones en la principal lid del deporte en el planeta.
Y esa es la primera gran victoria de un pequeño país que como ningún otro ha hecho por el deporte, basando sus éxitos en el concepto de participación de toda su población, y en una voluntad expresada en más de 11 000 instalaciones deportivas, Escuelas de Iniciación Deportiva Escolar en todo el país, y con una cantera de profesores egresados de la Universidad, que ya rebasa los 35 000 graduados de nivel superior.
Lázaro Rivas, subcampeón de
los 54 kg en la última cita estival.
Solo eso y no un esquema sustentado en el financiamiento de bancas privadas, o en la variante del profesionalismo, ha arrojado tan prestigioso lugar en la historia de los Juegos Olímpicos, en los cuales la mayor de las Antillas se ha mantenido entre la decena vanguardista desde 1976.
Un vistazo a América Latina y el Caribe bastaría para conocer la otra cara, la de la triste realidad, la que apenas ha podido sentir el sano orgullo de ver ondear su bandera en el mástil de los vencedores.
El sub continente, con 40 Comités Olímpicos Nacionales, en más de 100 años ha podido únicamente inscribir 20 pabellones nacionales en las tablas de medallas, es decir, solo la mitad de países que lo integran, y de ellos 12 han podido subirse a lo más alto del podio, de los cuales nada más que seis han tenido esa dicha más de una vez.
Para citar un caso, una nación como Chile, que destaca en la región por su PIB (Producto Interno Bruto), llega a Atenas con la esperanza de conseguir su primera medalla dorada en su andar por estos escenarios, que dicho sea de paso comenzó en el estreno de 1896.
El mérito cubano, con 56 de oro, 46 de plata y 41 de bronce, no queda en su área geográfica. Habría que decir que esa posición, entre las 10 más laureadas en los últimos 25 años, y la posibilidad de ratificar esa condición, en la capital griega, ocurre de cara a un universo que en materia de distribución de los trofeos olímpicos es directamente proporcional al poder económico que impera hoy en el mundo.
Mario Kindelán, monarca
olímpico de los 60 kg.
Una breve pasada a la tabla que acompaña a estas líneas es suficiente. Obsérvese que el Grupo de los 7 (G-7), que reúne a los siete países más industrializados del planeta, tiene el 43 % de las preseas áureas repartidas en la historia de los Juegos, desde Atena'96 hasta Sydne'00, mientras el G-77, que agrupa a más de 130 naciones, solo acumula el 4.81 % de esos metales puestos en disputa. Ni qué decir de América Latina y el Caribe o África, ambas por debajo de Oceanía, cuyo aval está signado, en más de un 90 por ciento, por el desempeño de Australia.
Esta es otra de las realidades que tampoco puede ocultarse. En el deporte, pese a la guerra económica, persecución de talentos, y agresiones, Cuba ha sabido imponerse y aparecer en sitiales a los que hoy solo acceden las naciones primer mundistas. La razón? El movimiento deportivo es también fruto de una obra que ha tenido en el capital humano su principal divisa.