Estados Unidos: misión imposible en Cuba
MIGUEL LOZANO
16 de agosto de 2004/ Tomado de Prensa Latina
Como un viaje en el tiempo, Estados Unidos se propone una misión imposible: el regreso a la Cuba de hace 51 años, cuya situación fue descrita en la autodefensa de Fidel Castro luego del asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953.
El informe de la llamada Comisión para asistir a una Cuba libre difundido el pasado mayo por el presidente George W. Bush, se presenta en la práctica como una guía de acción para terminar con los proyectos puestos en marcha desde 1959 para erradicar las deformaciones que motivaron la gesta del Moncada.
Sin tener en cuenta la historia de los últimos 45 años ni los conceptos de soberanía e independencia defendidos por los cubanos desde el siglo XIX, la propuesta de Bush dibuja un país dependiente, bajo una tutoría norteamericana que difícilmente puede ser aceptada hoy por la población de la isla.
Un ejemplo del desconocimiento de las realidades nacionales es el de la devolución de propiedades, considerada en el documento "uno de los mayores retos del período de transición", por cuanto cientos de miles o millones de cubanos verían anulados sus títulos de propiedad de las viviendas, entregados por la Revolución.
Según es el diseño norteamericano ese proceso sería realizado por una denominada Comisión para la Devolución de las Propiedades, del Gobierno de Estados Unidos, encargada de decidir las demandas de ciudadanos norteamericanos contra cubanos.
Washington también se atribuye el derecho de formación de la policía, el ejército, el gobierno, el sistema judicial, el parlamento y hasta sindicatos, partidos políticos y asociaciones.
"El Gobierno de Estados Unidos contribuirá a la redacción de leyes y reglamentos, la preparación de una nueva Constitución... y toda la variedad de instituciones nacionales y locales en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial", según el plan.
"El Gobierno de Estados Unidos -expresa el informe- establecerá un Comité Permanente para la Reconstrucción Económica que junto al Coordinador para la Transición (dependiente del Departamento de Estado norteamericano) tendrá a su cargo los planes de reconstrucción específicos".
El documento expresa que "como prioridad inmediata, Estados Unidos ayudará a establecer una fuerza policial civil realmente profesional", evidencia del convencimiento de la impopularidad de medidas como el desalojo o la destrucción de los sistemas gratuitos de Salud y Educación.
Las autoridades norteamericanas también tendrían a su cargo el nombramiento de jueces, así como el diseño del sistema electoral e incluso la formación de partidos políticos.
Sin capacidades adivinatorias, cualquiera puede predecir lo que vendría después y que puede leerse en el panorama presentado por Fidel Castro en su alegato "La Historia me Absolverá", en el cual sobresale la existencia de un millón de analfabetos y 600 mil desempleados en una población inferior a los seis millones.
Medio millón de obreros agrícolas que laboraban cuatro meses al año y un sector trabajador para el cual la seguridad social era inexistente, mientras para el 58,8 por ciento de los beneficiados las pensiones iban de dos a seis pesos mensuales.
En total el gasto cubano diario de seguridad social era de unos 70 mil pesos, frente a 6,3 millones de pesos destinados a este fin como promedio el pasado 2003, que quedarían cortados de inmediato por el régimen previsto por Estados Unidos, bajo el concepto de que se trata de beneficios no ganados.
La privatización de la Salud y la Educación completarían un panorama en el cual, la Cuba diseñada por Bush se convertiría en la misma que llevó a un grupo de jóvenes a asumir la lucha armada como vía de solución de los graves problemas del país hace 51 años este 26 de julio.
Más de medio siglo después del alegato "La Historia me Absolverá", el informe de la llamada Comisión para asistir a una Cuba Libre parece un anacrónico intento de retornar a un proyecto de dependencia y anulación de la soberanía con todas las características de una misión imposible.