Política de EE.UU. hacia Cuba pierde apoyo
Después de la elección presidencial del 2000, los votantes cubano americanos se jactaban, con buena razón, de haber puesto al presidente Bush en la Casa Blanca. Bush ganó la Florida y, por ende la presidencia, en gran medida gracias a que Bush barrió con el 82% del voto cubano.
Bush demostró su gratitud. A los tres meses de asumir su cargo nominó a Otto Reich, un cubano americano y prominente figura anti castrista, como secretario asistente de estado para el Hemisferio Occidental. Reich nunca fue confirmado, pero Bush siguió nombrando a otros funcionarios del mismo perfil en cargos a lo largo de la administración. La creencia popular aquí y en América Latina fue que la política estadounidense hacia la región tomaría un definitivo tono anti castrista.
A medida que se acercó la elección del 2004, Bush formó una comisión presidencial presidida por el Secretario de Estado Colin L. Powell que produjo un informe de 500 páginas con recomendaciones para acelerar la transición hacia una Cuba libre.
La subida de tono pareció surtir efecto: Bush ganó en la Florida nuevamente este año.
Pero si se miran los resultados más de cerca, estos muestran que algunos votantes cubano americanos, la base latina más fiel de los republicanos, no votaron por Bush.
En el Condado de Miami-Dade, donde un 75% del voto hispano es cubano americano, el departamento electoral asegura que Bush perdió 10 puntos porcentuales comparado con el 2000.
La evidencia anecdótica demuestra lo que estos números parecen insinuar: la actual política de EE.UU. hacia Cuba está perdiendo de vista a un creciente segmento de los cubano americanos.
Después de que la comisión presidencial terminó su trabajo, la administración Bush implementó dos de sus más duras recomendaciones: restricciones más fuertes a los viajes y mayores límites a las remesas y paquetes enviados a la isla. Para muchos cubanos del exilio, estas sanciones parecieron inhumanas. El año pasado unos 125,000 viajaron a Cuba a visitar familiares. También, miles de cubanos enviaron un promedio de 50,650 paquetes al mes, incluidos ropa e implementos de higiene personal. Ahora los viajes se limitaron a uno cada tres años y los paquetes, a medicinas y alimentos.
Joe García, ex director ejecutivo de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) y un fuerte crítico de la administración Clinton en el caso de Elián González, ahora se ha convertido en la voz del esfuerzo demócrata del New Democrat Network para cortejar el voto cubano en la Florida.
Líderes cubanos están ansiosos de destacar que Mel Martínez, quien se convertirá en el primer senador cubano americano en la historia, expresa en privado su desacuerdo con algunas de las restricciones.
Martínez obtuvo un escaño para los Republicanos al derrotar a la demócrata Betty Castor. Pero tal vez más significativamente, durante las primarias, Martínez derrotó rotundamente a un candidato republicano de línea más dura en el tema cubano. Jorge Mas Santos, el actual presidente de la FNCA, pareció complacido con la llegada de una voz cubana más moderada al Congreso estadounidense.
En ninguna medida el exilio cubano está unido en contra de las recientes restricciones de Bush. Lo que es claro es que los desacuerdos internos en el exilio cubano seguirán creciendo en la medida en que ocurre un relevo generacional. Y la pérdida de terreno de Bush entre los cubano americanos debería ser una advertencia acerca de los riesgos de ignorar las preocupaciones de los más moderados.
(c) 2004, Washington Post Writers Group
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