«¿Disi.. que?». No son pocos los cubanos que no saben o no quieren saber, que existen disidentes en Cuba. Por eso podría entenderse que la furia informativa en el extranjero sobre el goteo de liberaciones y traslados de opositores iniciado por el Gobierno cubano el último fin de semana no tiene correspondencia en las calles isleñas, que sigue moviéndose al son de las tumbadoras. «Me parece que los disidentes son esos que se van a Estados Unidos y que luego quieren volver», dice un vigilante de una empresa estatal que ronda los 50 años.
Una joven que se dice estar «apurada» porque se le hace tarde para su clase en el gimnasio, dice que algo ha oído del tema, sobre todo porque «a mi padre le gusta todo eso y tiene libros», pero reconoce que no es su principal preocupación y que no cree que «hagan algo por mi situación». Héctor, un joven de unos 35 años que trabaja en un hotel, dice que sí sabe de los disidentes porque lo puede ver por la CNN. Opina que su postura es valiente, «pero yo no me meto en eso porque, al final, me llevan a la cárcel y quien sufre es mi mamá». «Aunque creo que son gente que se mezclan en eso cuando les rayan el auto (tienen algún problema personal) y buscan una manera de salir de eso, o de salir del país», apostilla.
La prensa oficial ha hablado del tema en alguna ocasión, por ejemplo cuando en abril pasado desvelaron agentes encubiertos en los juicios posteriores a los arrestos de los 75 opositores, o con la presentación del libro 'Los disidentes', que destacaba la labor de inteligencia realizada por infiltrados, héroes a partir de entonces, en las filas de los «mercenarios que trabajaban a sueldo de Estados Unidos».
La lista
El más anciano de todos, Néstor Baguer, de origen vasco, falleció recientemente. Durante años trabajó en los ilegales grupos de oposición interna hasta que, tras los arrestos masivos de la primavera del 2003, su identidad quedó expuesta. Una profesora universitaria reconoce que no tiene mucha información aunque tiene algún acceso a Internet. «Entre mis colegas no se habla de este tema, creo que en parte porque no ven que ellos (los disidentes) vayan a solucionar los problemas vitales que tenemos: resolver la casa, la comida o la medicina. Creo que la mayoría les interesa más el renombre o buscar el poder». «Se que por aquí vive un disidente», dice una vecina del céntrico barrio del Vedado. «Me enteré cuando vino a buscarlo la Policía y, ya sabe usted, luego se comenta por radio bemba (boca a boca). Pero no se mucho más».
De las excarcelaciones «por motivos de salud» de los últimos días que beneficiaron al poeta y periodista Raúl Rivero, al economista Oscar Espinosa Chepe, y a los activistas Oscar Alfonso, Margarito Broche, Marcelo López y Edel García, este nacionalizado español, no han dicho nada los medios de comunicación nacionales.
Tampoco informaron de que el ministro de Asuntos Exteriores, Felipe Pérez Roque, recibió al embajador español, Carlos Alonso Zaldivar para «reanudar los contactos oficiales» con España. En la mente de los cubanos perdura la masiva manifestación de junio del 2003 frente a la Legación diplomática española y el cierre del Centro Cultural Español, reconvertido para un uso similar pero controlado por las autoridades de la isla. Así, que son los familiares y vecinos de estos opositores quienes dan noticias sobre su suerte y actividades.
Relaciones congeladas
La comunidad diplomática, en particular la europea, y los miembros de los ilegales pero tolerados grupos opositores siguen pendientes del teléfono o las agencias de prensa extranjeras en espera de nuevas liberaciones o traslados, bien hacia la libertad o de vuelta hacia la cárcel de quienes integraron el llamado 'Grupo de los 75'.
Muchos diplomáticos se preguntan sobre la intención final de estas liberaciones. Para unos es una prueba de que las «sanciones europeas funcionan». Entre otras medidas, Europa decidió en junio del 2003 que sus embajadores invitaran a disidentes a las fiestas nacionales, lo que molestó terriblemente al Gobierno cubano, que «congeló» las relaciones con la UE. Tras la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero, España inició gestiones para un acercamiento, que culminaron con estas liberaciones. Europa se congratuló por las excarcelaciones pero sigue reclamando que no se quede «en un gesto» y se aplique a todos los presos de conciencia.
Sin embargo, según una fuente diplomática, Cuba podría pretender «dividir a los europeos y lograr que rompan el consenso, lo que sería terrible». Raúl Rivero, en una entrevista exclusiva con este diario aseguraba que agradecía su libertad al gobierno de Zapatero pero que si el de José María Aznar no hubiera impulsado la mano dura, «hoy no hubiera habido nada que negociar». EsE UU criticó el cambio del Gobierno de Zapatero y asegura que ellos seguirán apoyando a los disidentes y presionando para forzar la caída del Ejecutivo de Castro.
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