POLITICA Un día después del comunismo Alejandro Tur Valladares, Cubanacán Press
CIENFUEGOS, diciembre (www.cubanet.org) - La crisis energética que sacude al país parece haber despertado los instintos de rebeldía de un pueblo que atrapado entre la desinformación y el opio de la ideología ha dormitado por más de cuatro décadas.
Un vago murmullo que hasta hace poco quedaba confinado a una conversación entre amigos, ahora cobra timbre de voz y por doquier se deja escuchar un mismo pensamiento; "El régimen está muriendo", y la pregunta que muchos se suelen hacer y muy pocos intentan contestar es: ¿Qué pasará en el país al día siguiente de la expiración del comunismo?
Parecería que hablar mal del gobierno está de moda. Espontáneas protestas callejeras, carteles antigubernamentales, fortalecimiento de la oposición interna que ejecuta actos cada vez más osados, creciente solidaridad del mundo democrático y un discurso retórico y desgastado que el sistema intenta infructuosamente reactivar, que ya ni convence ni confunde, parece ser el saldo final del presente común que compartimos los cubanos.
Sin embargo, cohabitando con la alegría de saber un final cercano, la duda se hace presente en muchos todavía. Y es que, como pude comprender recientemente en una conversación, el futuro puede presentársenos incierto y enigmático. Todavía es fuerte la creencia de que nada va a cambiar mañana, hecho que paraliza y hace caer en una apatía e indiferencia tremendas a quienes deberían ser los protagonistas del cambio.
Aunque el miedo es un factor importante, con efectos paralizantes, este otro aspecto lo considero revelante. Nada ha sido más negativo para el cambio que la carencia de perspectiva futura, de que padecen muchos porque desconocen de lo que vendrá después de la tormenta.
La dirección del país, conociendo este hecho, muy hábilmente defiende la tesis de que si la Revolución desapareciera, junto con ella se irían los supuestos logros alcanzados. La peor parte de esta campaña publicitaria la tenemos que sufrir los que a falta de otra opción tenemos que valernos de los medios de "desinformación masiva" del régimen, particularmente de la televisión. En ella se promueven breves escenas documentales en las cuales siempre se muestra un pasado lúgubre,
Por ejemplo, se muestra una campesina de antes del año 1958 parada ante la puerta de un bohío al que parecen crujirle los maderos. Carga un niño desencajado, sucio y escuálido como ella. A su lado una curia de bejigos (niños) con cara de desesperanza, mostrando al mundo sus barriguitas parasitientas y sus piececitos descalzos. Y para remachar el clavo, como colofón, una voz de ultratumba que dice a los espectadores enajenados; "Esta es la democracia que quieren para Cuba".
Parecería cosa de risa, a no ser porque pocos ya se tragan el anzuelo, pero el mensaje apocalíptico cumple su cometido de congelarles la conciencia. El miedo inducido ha sido el mejor aliado del poder durante décadas, pero su eficacia no hay que atribuírsela tanto a la perfección del método como al hecho de que hasta ahora los ciudadanos no han contado con una fuente de información alternativa verdaderamente eficaz y masiva que les desintoxique, mostrándole una verdad diferente que, sustentada en la ejemplificación de realidades concretas, les muestren algo que puedan apreciar y les convenza de que una Cuba mejor, es posible.
Los grupos prodemocracia deberían tomar esto en cuenta y comenzar a diseñar programas que no se limiten a mostrar la línea partidista del grupo. En este sentido el Diálogo Nacional que se está promoviendo tanto dentro como fuera del país, constituye una experiencia única. En la manera en que ha sido concebido, son los ciudadanos los que con sus aportes van conformando un programa de transición, cuyo valor principal descansa en que son ellos los protagonistas y arquitectos. Por primera vez se encuentran con un programa no gubernamental que contenga en sí sus sueños, anhelos y aspiraciones. Es algo que no perciben como teórico o académico, frío o calculado. Es algo que logran "palpar y degustar" por lo que identifican plenamente con él.
Es cierto que el futuro no es previsible, pero también es cierto que la idea es la antesala de la acción, y que si deseamos construir un mañana diferente deberíamos idearlo desde ahora. Los grandes cambios sociales primero se realizaron en la mente de los hombres y después en sus instituciones. Si queremos dejar atrás esta noche que va siendo demasiado larga, deberíamos comenzar a trabajar para llevar al pueblo un mensaje efectivo que trasmute las ideas y de confianza en el cambio.
Muchos peligros asechan y pudieran desatarse una vez que exista un vacío de poder. De un lado, la acomodada élite comunista, los nuevos capitalistas, quienes verían la oportunidad de prolongar sus sueños de poder. Para ellos una sucesión con el hermano del emperador sería lo ideal. Del otro lado, el capital económico que sin muchos miramientos se disputaría la isla, razones más que suficientes para que debiéramos tener bien señalado el camino a recorrer.
El actual sistema nada tiene que ofrecerle a la nación cubana. Se ha quedado sin discurso político y ha perdido la iniciativa. Parece ser que para la mayoría, es seguro que el fin del reinado se acerca. Es verdad también que aún es fuerte el recelo en lo que transitar hacia una sociedad democrática se refiere. No obstante, y a pesar de que las dificultades son múltiples y el escenario futuro se presenta confuso, ya parte del pueblo cubano ha echado a andar y se dispone a construir una senda segura para recorrer, un día, después del comunismo.