MERCADO NEGRO
DE LA INFORMACION EN CUBA



La Habana. La dictadura controla la radio,
el periódico del Partido Comunista
y decide cuáles filmes produce,
cuáles discos compactos transmite
y cuáles películas distribuye

Detrás de las escarapeladas fachadas y oxidada filigrana de hierro de muchos de los hogares de apariencia más humilde de La Habana, yacen reservas de fabulosos aparatos electrodomésticos: teléfonos celulares, computadoras nuevas, reproductores de discos compactos, una videograbadora o dos, quizás incluso un reproductor de DVDs. Esta infraestructura oculta sostiene a un próspero mercado negro de información y entretenimiento. En fechas recientes, el tráfico ilícito de alfombras, sillas y refacciones de computadoras, que ha girado desde hace largo tiempo a través de las decrépitas calles de La Habana, también contiene las películas, música y arte más recientes. Es una corriente dispersa e incontrolable en una nación que mantiene fuertes restricciones sobre los medios de comunicación masiva. A las 20:00 horas de cada noche, los cuatro canales de televisión de Cuba, dirigidos por el régimen comunista, muestran en su totalidad el mismo noticiario. La dictadura controla la radio y el diario del Partido Comunista, Granma, y decide cuáles filmes produce, cuáles discos compactos transmite y cuáles películas distribuye. Sin embargo, en la sección Playa de La Habana, un hombre alquila vídeos piratas desde su casa. Subiendo por una endeble escalera en la sección Santo Suárez, está el estudio casero de grabación del productor de hip-hop Pablo Herrera. Artista que se autodenomina Zeus, tiene un disco duro en casa con la trilogía del “Padrino” y “El Señor de los Anillos”. Los discos compactos en su cuantiosa colección tienen las mismas caras plateadas en blanco. “Yo no compré ninguno de ellos”, dijo. Filmes prohibidos: Si bien la mayoría de los bienes que fluyen a través de esta red de distribución popular son benignos, desde el punto de vista del régimen, algunos no lo son. El año pasado, por ejemplo, Ian Padrón, joven cineasta cubano, hizo un documental acerca del béisbol, “Fuera de Liga”, el cual incluyó material polémico con respecto a desertores y difíciles condiciones de vida en Cuba. El instituto fílmico del régimen cubano produjo el documental, pero se negó a distribuirlo. De cualquier forma, es como si todos en La Habana lo hubieran visto. “Tengo una copia de esa película”, manifestó un diplomático ya jubilado, quien habló bajo la condición de permanecer en el anonimato. “Todo el mundo tiene una copia de ella”. La posición oficial es que la censura no existe en Cuba, y es imposible demostrar las razones por las que el filme de Padrón nunca llegó a la gran pantalla de salas cinematográficas que administra la dictadura. Padrón y varios funcionarios del ministerio de Cultura se negaron a comentar al respecto. Es cierto que a pesar de la severa represión del año pasado sobre disidentes políticos, cuando 75 personas fueron sentenciadas a condenas en prisión de hasta 28 años (14 de ellos han sido liberados, siete en las últimas semanas), el régimen cubano sigue mostrando una supuesta tolerancia hacia la expresión artística que causa sorpresa. “Tolerancia” al arte: A Pedro Luis Ferrer, músico que defendía un sistema multipartidista en una de sus canciones, el cual hizo una pausa para un momento de silencio en un concierto para honrar a Ronald Reagan, ningún sello disquero de Cuba le ha producido algún disco desde finales de los años 80, y, asegura, no ha estado en la televisión cubana desde principios de los 90. Algunas de sus canciones, mas no todas, son transmitidas por la radio. “Algunas de las tonadas que canto en mis conciertos son coreadas por cientos de personas, pero nunca han sido transmitidas por televisión o radio”, acotó. “Esto significa que la sociedad, cuando se trata de correr la voz, no es pasiva. Es activa”. Las razones por las que la dictadura tiene una tolerancia tan alta hacia la disensión artística son complejas. La frontera entre lo permitido y lo prohibido ha cambiado, y la sanción oficial a veces se imparte de manera idiosincrásica. En agosto, El cartel, colectivo de hip-hop, fue capaz de cantar tan sólo una de tres canciones, todas las cuales estaban cargadas de una fuerte dosis de crítica social, por la televisión estatal. “Carlos Varela canta lo mismo que Raúl Rivero dice”, destacó un diplomático jubilado, al comparar a un popular músico cubano con el poeta y periodista que fue sentenciado a una condena de 20 años en prisión el año pasado, quien también está entre los disidentes que han sido liberados. “Es muy difícil comprender porqué se tolera a Varela. Y yo no veo gran diferencia entre Varela y Ferrer”, expone. En su canción “Vamos a mejorar”, Ferrer aboga por la democracia multipartidista: “¿Quién podría imaginar un paraíso perfecto con una sola verdad y un solo pensamiento?” “Mejoremos nuestra forma de hacerlo creando una democracia plena”, prosigue la tonada. A diferencia de la mayor parte de los disidentes que fueron arrestados el año pasado, Ferrer, quien tiene un disco compacto próximo a salir en el mercado estadounidense, puede grabar canciones en su estudio casero de grabación, y su mensaje disidente pudiera incluso elevar las ventas en el extranjero. “Si me meto en problemas”, dijo Ferrer, “se debe a mi política, no a mi arte”. En el ínterin, sus seguidores en Cuba pueden corear sus canciones. “El artista es rayo”, indicó Ferrer. “Y la gente es viento”.

El Salvador.com
The New York Times
El Diario de Hoy