Mira, no voy a criticar el artículo por respeto a su autor, Fornaris.
Es el unico de entre vosotros que tiene la decencia de no mentir al respecto y declararse anexionista.
Es más, pongo otro artículo de este anexionista, como muestra de respeto y admiración
por José Antonio Fornaris, Agencia Cuba Verdad
LA HABANA, noviembre - Cada vez que a cualquier representante sin farol y sin barril de la escuela de Diógenes se le ocurre, lanza sobre los opositores al régimen comunista el anatema de anexionista, elevando el vocablo, por orientación ideológica, a la categoría de lesa cubanidad.
Sin embargo, la realidad es otra. Sólo 14 días después del hecho más trascendental de la historia política de Cuba, el grito de "Libertad o muerte" de La Demajagua, Carlos Manuel de Céspedes y otros insignes patriotes, enviaron una carta al entonces Secretario de Estado de los Estados Unidos, en la que se decía: "No será dudoso ni extraño que después de habernos constituido en nación independiente, formemos más tarde o más temprano, una parte integrante de tan poderoso estado".
Unos tres meses más tarde, Carlos Manuel de Céspedes vuelve sobre el tema, y orienta a José Valiente, representante del gobierno provisional en el exterior que "indague cuál es la opinión del gobierno de esa república (Estados Unidos) sobre la emancipación en el sentido en que la he decretado en el caso probable de la anexión de esta isla a esos estados".
El 15 de enero de 1869, Céspedes, en apremiante carta al propio José Valiente le expresa: "Todos los que tenemos las armas en la mano y el pueblo en general estamos convencidos de que fuese necesario pedir la anexión del país a esos importantes estados. Proceda, pues, sin demora a comunicarlo así al gobierno de esa república".
Por si todo eso fuera poco, recordemos que en Guáimaro, tras la aprobación de la Constitución, la creación de la Cámara de Representantes y el nombramiento de Céspedes como Presidente de la República en Armas, la Cámara, atendiendo a una petición suscrita por un gran número de ciudadanos, hizo suya la solicitud, y acordó por unanimidad "manifestar a la gran república los mismos deseos que animan a nuestro pueblo de ver colocada a esta isla entre los estados de la federación norteamericana".
En este caso no cabe ningún tipo de interpretación. Ese 12 de abril de 1869, estaba reunido en Guáimaro si no todo, sí casi todo lo más excelso de la revolución cubana. Los hechos es conocido que tienen tantas explicaciones como la mente sea capaz de concebir. Pero los hechos se mantienen, y esto demuestra que haber tenido o tener ideas anexionistas no es ninguna herejía patriótica.
No obstante, es significativo que los que acusan a los opositores de anexionistas son los mismos que impusieron en Cuba una ideología extraña, que a juzgar por la situación en que se encuentra el país deben de haberla traído del mismo infierno.
Es el mismo grupo que de una u otra forma mantuvo una constitución hasta hace muy poco tiempo en la que estaba plasmado un total entreguismo, pues en ella se afirmaba que la República de Cuba formaba parte de la unión socialista mundial lo que, aseguraba, constituía una de las premisas fundamentales de su independencia y desarrollo en todos los órdenes.
Son los mismos que apoyaron la invasión soviética a Checoslovaquia en 1968, y que no dijeron nada por la invasión a Pakistán, a pesar de que Cuba en esos momentos ostentaba la presidencia del Movimiento de Países No Alineados, y siendo Pakistán una nación no alineada.
De todas formas, el tener ideas anexionistas es un asunto propio. Como también cuestión personal es tener ideas comunistas. Cada cual en lo suyo, que es como en definitiva debía ser. Si no es así, como conoce todo el mundo, es porque los comunistas en el poder no pueden resistir ni un ápice de libertad.
En cuanto a la anexión como tal, ya Manuel Sanguily dejó bien definida la cuestión: "Es indudable que el mantenimiento y preservación de la república cubana es por encima de todo una cuestión de moralidad, prescindiendo en este instante de que es así mismo una cuestión de altísimo interés para los Estados Unidos".
Yo agrego que tendría que producirse una locura colectiva en Estados Unidos para que ese país quisiera anexarse esta nación arruinada, poblada por once millones de sombras que llenas de tanta insatisfacción espiritual y material se mantienen mentalmente en un permanente pasado, sin creer que una vida normal es posible.