La guerra propagandística entre el gobierno cubano y el representante diplomático de Estados Unidos, James Cason, dio un paso más con la presentación en televisión de dibujos animados que caricaturizan al funcionarios estadounidense.
Los dibujos animados duran 60 segundos en la televisión cubana. |
La serie de muñequitos llamada "Casos y cosas del cabo Cason", en la que se ridiculiza al jefe de la delegación diplomática de los EE.UU. en Cuba, se transmite regularmente por la televisión oficial cubana.
Según políticos cubanos, Cason es el diplomático estadounidense más controvertido de cuantos han pasado por la jefatura de la Oficina de Intereses de los EE.UU. en Cuba.
En realidad el activismo del funcionario es tan constante que no pasa mucho tiempo sin que la prensa tenga que hablar de una nueva iniciativa, desde la colocación de carteles hasta la fabricación de calabozos.
"Sátira"
La nueva iniciativa cubana se trata de una serie de dibujos animados de 60 segundos en los que se ridiculizan tanto los criterios de James Cason, como en general las propuestas de transición estadounidense para la isla.
En la sátira se presenta cómo supuestamente sería Cuba en temas como la salud pública, los derechos humanos y la alfabetización, si sus vecinos del norte logran imponer un cambio de régimen.
Según esta serie de dibujos animados las gestiones que hace "el cabo Cason" llevarían a que en el país, las escuelas "José Martí" pasaran a llamarse "Richard Nixon" y los negros se conviertan en lustrabotas.
En los comics, Cason aparece vestido de hada madrina tratando de convencer a los cubanos de las bondades del capitalismo y siempre termina convertido en una rata huyendo de la cólera de los ciudadanos.
Pugna diplomática
El enfrentamiento entre Cason y el gobierno cubano se inició desde el mismo día de su llegada a la isla, donde estuvo más de un mes reuniéndose con disidentes sin haberse presentado ante el gobierno.
Cason adornó los exteriores de la embajada con el número 75 para recordar a los disidentes presos. |
En una ocasión construyó en el jardín de su residencia un calabozo similar, según su versión, a los que se utilizan para los disidentes.
La maqueta tenía todos los detalles incluyendo arañas y cucarachas de plástico.
En una de las últimas recepciones de su sede diplomática hizo un baúl en el que todos los participantes escribían sus deseos para Cuba y lo enterró en el jardín para sacarlo después de la caída del régimen.
El último escándalo que despertó la ira del gobierno cubano fue en la pasada navidad cuando colocó en los exteriores de la embajada de EE.UU., el número 75 para recordar a los disidentes presos en el año 2003.
Las autoridades de Cuba respondieron rodeando totalmente la embajada de carteles alusivos a la guerra de Irak y fotos de los presos torturados por soldados estadounidenses en ese país.