Habana blues
Benito Zambrano / España/Cuba / 2005
Alberto Yoel, Roberto Sanmartín, Yailene Sierra
Varios
TEXTO: Jaime Iglesias
Ruy (Alberto Joel García) y Tito (Roberto Sanmartín) llevan años orquestando en común la melodía de su sueño: convertirse en estrellas de la música. Sus partituras se han convertido en la banda sonora que alumbra las estrechas y apasionadas relaciones del maravilloso grupo de colegas que ambos comparten.
¡Que necesitado está el cine español de talentos como el de Benito Zambrano! Seis años hemos tenido que esperar para reencontrarnos con la honestidad artística e intelectual de este realizador sevillano, empeñado en poner su pasión al servicio de aquellas historias en las que cree, que le tocan. Tal es su esfuerzo que consigue que el propio espectador haga suyas las vivencias de los personajes que con estremecedora verosimilitud van desfilando por la pantalla en cada una de las películas que rueda. Porque el talento de Zambrano está más allá de las etiquetas, y las que le definen como un cineasta realista empobrecen notablemente el alcance de un cine cuya grandeza no pasa por ajustarse a conflictos de índole social, sino por humanizar estos conflictos poniéndoles rostro, alma, dolor, alegría, en una palabra ¡vida! Benito Zambrano no es un cineasta de corte realista si dicha etiqueta queda circunscrita a la vocación de denuncia. Es muy fácil erigirse en portavoz orgánico de aquellos que no poseen los medios adecuados para hacer llegar sus mensajes a la mayoría, reduciendo éstos a una simple queja, simplificando su complejidad y utilizándolos para apoyar un determinado posicionamiento ideológico. Lo difícil es ejercer de portavoz asumiendo la paridad entre uno mismo y aquellos a los que representa con su discurso, dejando que sean ellos los que se expresen.
Benito Zambrano no denuncia ninguna coyuntura, se limita a dejar que sus personajes interactúen. Eso es algo que ya estaba en Solas, su impactante debut como cineasta y que vuelve a reproducirse en Habana Blues, película a la que llega tras haber despreciado suculentas ofertas de productores como Andrés Vicente Gómez para que entrara a trabajar a su servicio como adaptador de novelas de éxito en su trasposición a la gran pantalla.
Habana Blues habla de Cuba, pero no de esa Cuba monstruosa que se arrastra bajo el yugo de una demoníaca dictadura que tanto se encargan de propagar los grandes grupos de comunicación, incapaces de asumir que fuera de la órbita de influencia capitalista la gente también puede ser feliz con sus grandezas y sus miserias, sus sueños y sus pequeñas decepciones.
La Cuba que retrata Zambrano en esta película es la Cuba del ciudadano de a pie, músicos de rock y hip hop que luchan porque se les produzca un disco, pero no a cualquier precio, no al punto de ejercer de bufones del capitalismo occidental que acude a ellos con un suculento contrato bajo el brazo, aprovechándose de su precariedad y creyendo -erróneamente- que sus dólares y sus euros pueden hacer que cualquier negrito con hambre de éxito se prostituya para ellos.
Pero a pesar de este planteamiento, que está en la película y que nos habla de la dignidad de una sociedad demasiado desconocida por estos lares, cuya cotidianidad conocemos a partir de un amigo de un amigo que estuvo en Varadero de vacaciones y vivió en persona las miserias del país, o de tertulianos radiofónicos con el colmillo siempre a punto,
Habana Blues no es una película política, se limita a documentar retazos de vida pero sin ningún afán reivindicativo porque como dice su propio director ¿Quién coño soy yo para ir a Cuba y decirles como tienen que vivir y organizar su país?. De ahí no hemos de extrañarnos que en su empeño por alejarse del paisaje apocalíptico que pintan los medios de comunicación españoles sobre Cuba, Benito Zambrano esté recibiendo las consabidas acusaciones de equidistancia y condescendencia, que en su día adornaron el currículum de otros como Julio Médem, sin irnos demasiado atrás en el tiempo.
Habana Blues parece una película sencilla, lo es en idéntica medida que un documento sobre la vida en la isla y la emergencia de una comunidad artística joven en lucha por desarrollar sus propias propuestas musicales más allá de lo que esperan de ellos unos y otros. Pero detrás de su aparente simplicidad aparece un discurso terriblemente complejo acerca de un país y una sociedad que viven en permanente esquizofrenia y cuya desbordante humanidad permanece en el recuerdo de quienes alguna vez hemos viajado a la isla con la ambición por conocer de primera mano su realidad, más allá de la playa, el mojito y las jineteras.
¿Cuánto tiempo más, querido Benito, hemos de esperar para que nos vuelvas a ofrecer nuevas muestras de tu talento como cineasta? El cine español te necesita tanto como Hollywood a Clint Eastwood. ¡No te vendas nunca! ¡Sigue por este camino pleno de honestidad y hondura!
Música habanera al son de Zambrano
El director andaluz estrena 'Habana Blues', su primera cinta después del éxito de 'Solas', en la que ha contado con los actores cubanos Alberto Joel, Roberto Sanmartín y Yailene Sierra
CH. L. M./
EL EQUIPO COMPLETO. Marta Calvó, Alberto Joel, Benito Zambrano, Yailene Sierra y Roberto Sanmartín, durante la presentación de la película. / EFE
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Con la dignidad por bandera
Su vida, no sólo la profesional, ha cambiado desde que protagonizaron 'Habana Blues', la segunda película de Benito Zanbrano que hoy se estrena en 150 pantallas españolas. Los actores cubanos Alberto Joel, Roberto Sanmartín y Yailene Sierra no tenían idea de quién era el director y guionista sevillano cuando hace un año y medio se sometieron a unas pruebas para interpretar una historia sobre dos músicos cubanos que sueñan con el éxito. «No habíamos visto 'Solas', y esto al final estuvo muy bien porque son dos filmes completamente distintos. Mucha gente del equipo conocía su ópera prima y estaban impactados, veían a Benito como un ídolo, pero nosotros no estábamos contaminados y, con el respeto como base, entablamos muy buena relación con él, con el que es muy sencillo trabajar», explica Alberto Joel en su nombre y en el de sus dos compañeros.
Cansados por las emociones vividas durante los últimos días -el pase del filme en Madrid «que tanto nos llegó» y la «increíble» acogida que tuvo 'Habana Blues'en Sevilla-, el trío está que no cabe de gozo. «Nosotros no habíamos hecho casi cine, ni siquiera en Cuba. Fue una gran oportunidad que Benito nos contratara. Lo peor de 'Habana Blues' fue representar que éramos músicos. Fue muy duro fingir que cantábamos, tocábamos el piano, la guitarra y el saxofón», recuerda Joel, que fue el primer elegido para la cinta en la que da vida a Ruy.
«El casting fue largo. La primera vez que me citaron fue el 24 de diciembre de 2003, después me llamaron para decirme que estaba entre los 12 finalistas. Pensé que el papel era mío, pero me hicieron sudar dos meses más», rememora el intérprete, que en la cinta convive con la madre de sus dos hijos, Caridad, rol que encarna Yailene Sierra.
Me llamó una agencia de casting que hay en La Habana para hacer una prueba para un personajito. Yo pensé que la película se llamaba 'Benito Zambrano'. Al principio, me pidieron cosas que no eran para el personaje de Caridad, que iba a ser mulata, pero, por suerte, Benito me vio en un casting que hice para una película sobre Beni Moreé y entonces sentí que el rol podía ser mío», explica Sierra.
Poco a poco, los tres fueron creando estos personajes «que sufren, se ríen y emocionan. Nos ayudó mucho cambiar nuestro aspecto físico. Yo tuve que ganar peso y ponerme rastas», apunta Sanmartín, que se mete en la piel del otro músico, Tito. «En Cuba hay muchos Ruy, Titos y Caridad. También hay muchos jóvenes que, a pesar de todo, se quedan y otros que, a pesar de todo, se van. En mi país muchos hablan como estos personajes, pero otros muchos no, son distintos. Lo importante es que los jóvenes de cualquier lugar del mundo tienen sueños, y esto es lo que hace que el filme sea universal», recalca Sanmartín.
Declaración de principios
'Habana Blues' es, a juicio de Alberto Joel, una manera muy valida de narrar lo que está pasando en Cuba porque no toma partido. «Mi país es único y para entenderlo hay que ser de allí y vivir allí. Benito no es cubano, pero siente, quiere y sabe lo que ocurre en la isla. Lo mejor es que no pone el foco en lo político, sino en los sentimientos humanos», sostiene. En la misma línea se pronuncia Yailene Sierra. «El guión es muy bueno, está muy bien escrito y refleja el día a día en la isla», dice. «Como nuestros personajes -añade Sanmartín-, nosotros teníamos el sueño de hacer 'Habana Blues' y luchamos para que se cumpliera. Es más que una película, es una declaración de principios porque no se quedá en el cliché, en las jineteras, y los que se van a Miami, que es parte de Cuba, pero allí también nos enamoramos, nos ponen los cuernos, somos solidarios con los más necesitados...».
A la nueva cantera cubana le quedan ganas de repetir y de defender el arte de la isla. «Lo que le hace falta al cine cubano es dinero para hacer películas de calidad en lugar de trabajos turísticos, tópicos y típicos», concluye Sanmartín.