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General: ¿¿Hacia dónde va Ecuador?
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De: mfelix28  (Mensagem original) Enviado: 27/04/2005 21:34
¿¿Hacia dónde va Ecuador?
POR JUANA CARRASCO MARTIN —especial para Granma Internacional
CUANDO el pueblo de Quito y de otras importantes plazas de Ecuador, fundamentalmente la clase y las capas medias, sustentaron la salida de Lucio Gutiérrez del Palacio de Carandolet, refrendada por el Parlamento que declaró “abandono de cargo” y unas Fuerzas Armadas que se hicieron a un lado, tres importantes componentes de los intereses de Estados Unidos también parecen tambalearse: el Tratado de Libre Comercio, el Plan Colombia y su base militar en Manta.
Bajo la consigna de Fuera, Lucio, y luego Fuera, todos, la llamada Rebelión de los Forajidos*, que dio al traste con el mandato del ex coronel el pasado 21 de abril, a pesar de ser una revuelta acéfala de dirección política, ha puesto sobre el tapete el hastío de los pueblos respecto a la corrupción que corroe a buena parte de los países de este continente y el rechazo a la entrega de sus economías, territorios y culturas al imperio de Washington.
No puede menos que recordarse que, en el año 2003, cuando realizó su primer viaje a la capital del imperio, recién asumido el cargo al que le habían llevado las masas indígenas ecuatorianas —a las que luego traicionó—, Gutiérrez se dio también un título nada honorífico: “El mejor aliado de los Estados Unidos”. Desde entonces, los analistas más suspicaces sintieron el olor a azufre. El diablo había mostrado las pezuñas.
Llamó de todas formas la atención desde el primer momento que podían verse las imágenes de la gente en las calles, que en este estallido popular no participaron los indígenas, quienes a través de la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE), derrocaron a Abdalá Bucaram en 1997 y a Jamil Mahuad en el 2000.
Y no es que ahora el segmento más explotado de la sociedad ecuatoriana no apoye lo acontecido, ni esté ajeno a los sucesos de su país. Santiago de la Cruz, vicepresidente de la CONAIE, reconoció que no habían protagonizado la movilización, aunque fijó posición de inmediato cuando dijo: “Estamos muy contentos por el triunfo del pueblo de Quito”. De la Cruz también admitió que Lucio Gutiérrez tomó el poder con el apoyo de los indígenas y con un discurso izquierdista, pero a los pocos meses dio un giro de 180 grados en su Gobierno y “manejó una estrategia para dividir a la CONAIE”.
Sin embargo, cuando la calma ha ido retornando a las calles de la capital ecuatoriana, la gobernabilidad no ha ganado total sustento con el cardiólogo Alfredo Palacios al frente del país —era el vicepresidente de Lucio y uno de sus más fuertes críticos—, puesto que carece de un partido que le respalde y, sobre todo, porque la protesta popular que surgió amorfa, aunque aupada por una emisora de radio local y alternativa, Radio La Luna, y una intensa comunicación mediante correos electrónicos y foros en Internet, está dando forma a una incipiente organización para la indignación social. 
Dos grupos se activaron en medio de la rebeldía: la Asamblea Popular y el Comité de Refundación de la República y, aunque con matices, coinciden en exigirle a Palacio la oposición al Plan Colombia, el no ingreso al TLC, el no pago de la deuda externa o al menos reducirlo, la retirada de las fuerzas extranjeras de la base de Manta y la disolución del Congreso unicameral. 
No olvidemos que una de las consignas coreadas en las marchas y concentraciones era “No queremos y no nos da la gana / ser una colonia norteamericana”… o esa otra de: “OEA, OEA, respeta mi bandera”. Mientras que en la radio podía escucharse: “Lo que no defendemos ahora, merecemos perderlo” o “La democracia no es de espectadores, es de actores”.
Veamos algunas de esas reivindicaciones. Durante 23 años se ha estado pagando una deuda externa que compromete entre el 40% y el 50% del presupuesto de un país donde el pastel —bajo las normas del modelo neoliberal— se lo reparten la banca internacional y la oligarquía del patio. La corrupción de las cúpulas de Gobierno y las privadas han contribuido, al mismo tiempo, a que —incluso en cierta mejora de los indicadores económicos durante el Gobierno de Gutiérrez— la depauperación de la mayor parte de la población se haya incrustado en esa sociedad, donde la dolarización obligada llevó a pasos acelerados no sólo al entreguismo a la fuerza norteña, sino a garantizar la bonanza para los grandes intereses privados.
Sólo que en Ecuador, quizá más que cualquiera otra de las naciones de la América nuestra, la dinámica de las acciones sociales trazó un rol protagónico para el pueblo, convertido por su propia decisión en protagonista de tres descalabros gubernamentales. Aunque no es actitud exclusiva de quienes viven en la cintura del planeta.   
Tengamos en cuenta los casos de Argentina, Bolivia y algún que otro país centroamericano. Comoquiera que se vea, en América Latina el horno no está para pastelitos, sino para incinerar a quienes le vuelven la espalda a sus propios pueblos, a quienes reclaman cambios urgentes en el sistema político y económico, aunque hasta ahora, con la excepción de Venezuela, no parecen tomar cuerpo a poco de que los sustitutos llegan a las casas palaciegas. 
¿A LA TERCERA VA LA VENCIDA? 
Sólo que en el actual caso ecuatoriano uno se pregunta si para esa oleada social, para estos “ciudadanos autoconvocados”, se pueda aplicar aquello de que a la tercera va la vencida. En su contra tienen la supuesta posición “apolítica” del movimiento, considerado hasta un poco anárquico. Sin embargo, están dispuestos a la limpieza tan necesaria de la podredumbre enquistada en la política tradicional y nadie ha dicho que el resto del pueblo ecuatoriano, los más empobrecidos y excluidos, estén totalmente separados de cuanto acontece, para ellos puede y debe haber espacio en este clamor de pueblo.
Por otra parte, las declaraciones inmediatas de Alfredo Palacio, aun sin tener la aprobación total de la rebeldía de los forajidos, como tampoco la anuencia de los gobiernos de la vecindad, ni de la OEA y mucho menos de Washington, pudieran calificarse de más prometedoras que quienes le antecedieron en ese camino de tumbar gobiernos corruptos, porque parecen estar más comprometidas. 
El nuevo Mandatario dijo que su Gobierno devolvería la legalidad y la legitimidad a la Corte Suprema de Justicia y a las instituciones democráticas… sin apresurar elecciones que pudieran perpetuar el actual sistema político, planteó la intención de reformar el presupuesto del país para que se invierta en salud, educación, protección social, ciencia y tecnología. También dijo aspirar a la reactivación productiva, sobre todo para disminuir la dependencia de la exportación petrolera, prometió no privatizar el petróleo y fortalecer a Petroecuador, por supuesto la empresa estatal. En ese mismo campo del oro negro, beneficiado ahora con los altos precios en el mercado internacional, consideró que esa sobreganancia debe destinarse en buena parte a la inversión social.
Si una cosa llamó la atención de los analistas fue la designación del Ministro de Economía, Rafal Correa, a quien se considera un fuerte crítico de la dolarización y del TLC, acuerdo en vías de negociación en estos momentos por Ecuador y sus vecinos cercanos con Washington, pero que el propio Palacio mencionó podría ser un tema de consulta popular. Las consignas ya mencionadas indican el rumbo que podría tener una junta ciudadana para ese asunto…
De todas formas, todavía es muy temprano para augurar buenas nuevas, y no son pocos los que se estarán preguntando en el centro del mundo: ¿Será la verdad o una nueva trampa?
Lo que sí puede testificarse como cierto es que las masas latinoamericanas no están dispuestas a seguir los lacerantes caminos neoliberales que traza Washington y sus acólitos, estén sentados en organismos financieros y crediticios internacionales o en poltronas presidenciales…
* El 13 de abril, ante lo periodistas que le acosaban a preguntas, Lucio Gutiérrez acuñó despectivamente el calificativo de “forajidos” para la masa que comenzó a adversarle y manifestarse en contra de la corrupción de su Gobierno. Esa oposición asumió el término como un título y clamó entonces “todos somos forajidos”.
  
 
 


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