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General: El día en que cayó Saigón
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: matilda  (Mensaje original) Enviado: 02/05/2005 18:26
Aquel día en que cayó Saigón
Fernando Mugica
El Mundo - Madrid
   
El calor, la humedad y, sobre todo, el miedo nos impedían dormir. Y
eso que entonces no sabíamos que 24.000 cañones rodeaban la ciudad y
que los mandos del Norte estaban decididos a destruir Saigón para dar
al mundo una lección histórica.

Apenas si podíamos contar con información fiable. El aeropuerto estaba
cerrado y por carretera sólo conseguíamos movernos, entre millones de
refugiados que huían hacia ninguna parte, por la ruta que llevaba
hasta el puerto de Vung Tao.

Las emisoras de radio internacionales emitían boletines apocalípticos.
En la embajada americana una funcionaria joven nos había reunido para
hablar del gran secreto que todos conocían: la evacuación final. «No
habrá más que una oportunidad. En la radio de las fuerzas americanas
(¿se acuerdan de Good Morning Vietnam?) escucharán la canción
Navidades blancas y el locutor dirá... hace una temperatura muy
elevada y el termómetro sigue subiendo. No se lo piensen. En ese mismo
momento dejen todo y vayan, sin equipaje, al punto de encuentro que
hemos prefijado. Trataremos de sacarles en helicópteros».

La verdad es que no sonó la canción Navidades blancas. O al menos
nosotros no la escuchamos. El boca a boca dio en la madrugada
siguiente la señal de partida.

Diego Carcedo, el responsable del equipo de TVE, quiso pagar la
factura con aquellos mazos de billetes nuevos de 500 piastras. «En
dólares, monsieur», le conminaron, mientras uno de los empleados
sacaba de debajo del mostrador una pistola y se la ponía en el pecho.
Los siete periodistas españoles que permanecíamos en Vietnam nos
esforzábamos en permanecer unidos y en mantener la calma. No siempre
era sencillo.

La sonrisa de Michel

Como en aquella ocasión cuando nos enteramos de regreso de Vung Tao
que poco después de que pasáramos nosotros habían matado al fotógrafo
Michel Laurent, un joven Premio Pulitzer. Fue el último de una
interminable lista de 135 reporteros gráficos que habían pagado con su
vida el privilegio de ser testigos de aquella guerra.

O en aquella otra, cuando en la azotea del hotel pedíamos más hielo
para el whisky y más salsa termidor para la langosta (a 200 pesetas
ración) mientras los enormes misiles SAM-3 de fabricación soviética
pasaban por encima de nuestras cabezas para reventar barrios enteros
que ardían sin misericordia. Las bengalas iluminaban las calles
desiertas y un meandro del mítico río Mekong se adivinaba a menos de
cuatro manzanas.

O en aquella mañana cuando el chófer que llevábamos comenzó a sudar y
uno de nosotros dijo en voz alta: «Es extraño. Los vietnamitas no
sudan». Y el silencio en la vegetación a los dos lados de la
carretera. Y aquellos centenares de ojos del Vietcong que nos
observaban mientras nuestro chófer, que se había metido sin saberlo en
tierra de nadie, conducía marcha atrás aterrorizado.

Y en el cementerio de Bien Hoa, cuando el olor a muerto era
insoportable y los llantos de las viudas, todas de blanco, se
introducía sin remedio en nuestro cerebro mientras se celebraban
aquellas ridículas ceremonias con honores militares para cada uno de
los 65.000 soldados survietnamitas que enterraron allí.

Y cuando recorríamos de noche, en pleno toque de queda, el camino
hasta la oficina del télex para que una vietnamita, casi una niña,
tecleara cada una de las letras sin saber lo que estaba transmitiendo.
Y el regreso al hotel andando por el medio de la calle tratando de
aparentar seguridad mientras esquivábamos a aquellos vigilantes
demasiado jóvenes (a los que Algañaraz rebautizó como guerrilleros de
Cristo Rey) con sus pijamas negros que disparaban sólo para disimular
su propio terror.

Las calles de Saigón amanecieron vacías en aquella mañana del 29 de
abril de 1975. Los siete españoles caminamos hacia el punto de
encuentro que nos habían señalado para la evacuación pero allí no
había nadie. Sin más equipaje que nuestra incertidumbre y las cámaras,
deambulamos por la ciudad hasta que alguien nos señaló un nuevo punto
de partida.

Allí estaban los chicos de la CIA y de la DIA, con sus escopetas
repetidoras en la mano. Trataban de poner un poco de orden en aquel
caos. Nos colocaron una etiquetas al cuello como si fuéramos maletas y
nos montaron en autobuses destartalados. Los vietnamitas trataban de
subir introduciéndonos por entre las rejillas que protegían las
ventanillas fajos de billetes de 100 dólares, todo lo que poseían.

Atropellamos a lo que se puso por delante hasta llegar a las pistas de
tenis cercanas al aeropuerto. Debido a los nervios nuestro conductor
se bajó del vehículo y nos dejó unos minutos encerrados mientras caían
morteros a nuestro alrededor.

Los enormes helicópteros esperaban turno en el aire para posarse en
tierra sólo los segundos suficientes para cargar a los evacuados. Una
compañía de marines, novatos, se desplegaban por la zona con la cara
desencajada. Al terminar el día dos de ellos estarían muertos.

En el buque insignia de la 7짧 flota, el Blue Ridge, nos alojaron en
los camastros de la enfermería. Me despertaron a las 3.00 horas.
Querían que subiéramos a cubierta. Las luces de todos los barcos
relucían en el horizonte. Las estrellas brillaban sobre el Mar de la
China. Todo parecía en calma cuando llegó el último helicóptero con el
embajador Martin que llevaba la bandera de Estados Unidos plegada
debajo del brazo. Con la cabeza baja representaba el retrato de la
humillación de todo un país gigante que encajaba su primera gran
derrota militar. Su hijo había sido uno de los 56.000 americanos
muertos en combate. Amanecía el 30 de abril. La guerra del Vietnam
había terminado.



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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: tango Enviado: 05/05/2005 11:59
Matilde,
explicame una cosa, como es posible que en Vietnam se abra una tienda de jeans levis, lo mas yanui que hay. Que paso con los comunistas, de pijamas negros a calzar jeans capitalistas.......
 
HANOI, Vietnam - Levi Strauss & Co. opened its first jeans outlet in Vietnam to tap the potential market of young people hungry for American fashion in the communist country, state-controlled media reported Thursday.
 
Tango

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: mfelix28 Enviado: 05/05/2005 12:00
¿Que tiene que ver el tocino con la velocidad? (frase española adecuda a tu pregunta, Tango.
Hay jeans en Hanoi, porque habrá vietnamitas que les gusten los jeans, de entre ellos habrá gente que tenga dinero y quiera gastarselos en ese artículo y hay gente que viendo esa demanda habrá puesto una tienda, así de fácil.
Seguro que beberán algunos Coca-Cola, a lo mejor hay MacDonalds y quizás algún distribuidor de Ford. ¿Y...?
¿Significa eso que el ponerse un jeans significa decir ¡Viva Bush!?
Pues hay bastantes "capitalistas" que en los ochenta andaban con camisetas con el Ché Guevara grabado y aún hoy.
Saludos

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: matilda Enviado: 06/05/2005 09:17
Muy buena la frase Félix, en  verdad que no entiendo Tango ,cómo logras  algún equilibrio entre tanta contradicción. Resulta ahora que la idea de "libertad" que ustedes sostienen ( libertad de mercado,por supuesto) aunque no sean concientes de ello, es conveniente de ser aplicada para algunos y para otros no?
Qué pasa? o son Comunistas recontracomunistas o qué ? fallaron? es éso lo que querés decir? Amiguito: una golondrina no hace verano.Te podés ir enterando,vivimos en un mundo globalizado y también las revoluciones son permeables (lo que no quiere decir que un elemento sea le determinante, ni el predominante ni nada) . Me divierte enormemente cuando se esfuerzan tanto ,lo mismo con Cuba, por encontrar la aguja en el pajar.........y mucho más cuando dicen no ser de derechas sino sólo anticastristas y declaran la muerte al "tirano". Que suerte que no haya filo mas agudo que la palabra ya que te puede dejar desnudo de un tajo nomás-.!
Saludos
Matilda 


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