Apostar por el futuro de Cuba Por mucho que indigne al régimen, por más que la miseria material haya postergado su florecimiento y la represión acalle sus voces, en Cuba ha venido formándose en los últimos años una sociedad civil que piensa y se proyecta ajena al hueco sonsonete oficial. No todos los cubanos de adentro desconocen y/o desatienden los valores del espíritu civilizado, no todos piensan œnicamente en la comida y otros menesteres del diario. La Isla tampoco es un corral. Asimismo, se ha desarrollado un movimiento de oposición política que se nutre con la experiencia e ideas de la modernidad, aplicadas inteligentemente a nuestra situación particular, y cuya mayor carta de triunfo (y gran lección) radica tanto en la transparencia de conducta y el valor personal de la mayoría de sus miembros, como en la clara vocación pacifista que rige todos sus actos. Al pan duro, diente agudo parece responder la disidencia interna ante la aceitada maquinaria opresora. De manera que ni se acobarda, ni deja de airear sus demandas, ni equivoca el adversario, ni tampoco pierde los estribos. El enfrentamiento es contra el régimen y sus pretendidos herederos, las armas escogidas son la denuncia y la demostración firme y serena de que existen alternativas para el cambio, pero un cambio radical, no sólo de figuras, sino también de circunstancias y de mentalidad. El objetivo no es matarnos unos a los otros para terminar depositando el poder en manos de nuevos poderosos o nuevos caudillos. No será la vía más rápida, ni la que más le guste quizás a dos o tres politiqueros apurados por montar su show y recuperar sus riquezas, pero es la indispensable para cimentar como Dios manda las bases de un futuro próspero y civilizado. El régimen puede seguir achuchando a sus grupos de masas robots. Es el œnico recurso que le queda antes de sacar los tanques. Y es bien poco, en tanto no intimidan ya a la disidencia ni conseguirán empujarla a la trampa de una guerra fratricida. Además, también esto debe quedar claro: no son tantas las personas (como se quiere hacer creer) que aquí están dispuestas a repartir trancazos y pedradas entre gente indefensa por el simple hecho de que no simpaticen con la dictadura. No es lo mismo asistir a una concentración, donde van a que los cuenten, como un número más y sólo eso, que agarrar un palo en las manos con la fría disposición de golpear y/o hasta matar gratuitamente a sus iguales. Hace pocos días el grupo opositor Iniciativa Pro Cambio presentó un proyecto donde quedaron expuestos claramente sus fines y métodos de lucha. No es el único, ni el primero, ni el último, pero en lo esencial todos coinciden. Afirma Pro Cambio que persigue el establecimiento de un sistema "democrático, moderno, representativo, pluripartidista, de economía de mercado, que se base en el Estado de Derecho, la independencia de poderes, el absoluto respeto a los derechos humanos". Y anuncia además que para defender sus demandas: "Usaremos todas las formas de la lucha cívica no violenta". Esa es la manera inteligente, amable y saludable de apostar ahora mismo por el futuro de Cuba. |