En otras palabras, podemos decir que, en cierto modo, los africanos son víctimas de la situación actual generada por sus gobiernos, pero también responsables de ella.
Los africanos son víctimas del gobierno, pero el gobierno lo dirigen africanos. Por lo tanto, los africanos son víctimas de sí mismos. Lo único que tienen que hacer es enriquecerse o morir en el intento.
Y si los africanos son responsables, ¿no será que no tienen espíritu empresarial? Hemos dicho hasta ahora que con propiedad privada se solventarían los problemas, pero sin espíritu empresarial, ¿quién generará riqueza utilizando la propiedad privada?
Hay empresarios por todas partes. Si vas a cualquier ciudad africana podrás ver distintos negocios por las calles. Vendiendo y comprando ropa; intentarán encontrarte un comprador para tu reloj, para tu teléfono móvil, para tu coche averiado... No faltan empresarios, falta el marco jurídico que necesita el empresario. Esto es cuanto los africanos necesitan hacer.
Me gusta que hayas dicho “los africanos” y no “los gobiernos africanos”. Precisamente en África tenemos el caso peculiar de Somalia, un país que se está desarrollando sin un gobierno. En este sentido, se ve que el gobierno no es realmente necesario para “fabricar” ese marco jurídico.
No soy una especialista en Somalia, pero lo que he leído y oído de amigos cercanos es que la población sobrevive gracias a las remesas que envían los familiares. Dentro de Somalia hay 12 millones de somalíes, fuera 3 millones.
Lo que me cuentan mis amigos somalíes es que parte del país está efervescente. Sus experiencias de cómo toman el avión y aterrizan son increíbles pues lo que todo el mundo esperaría es que estas cosas no ocurrieran en anarquía, sin un Estado que las regulara. Pero, en cambio, hay numerosos vuelos a muchas ciudades del mundo.
Desde hace cuatro años, la industria aérea esta totalmente desregulada. Si tienes el dinero, compras un avión, empiezas con un avión. Si proporcionas un buen servicio creces, si tu avión se estrella pierdes toda la inversión y a los clientes. No necesitas, por tanto, que el gobierno venga a revisar el avión, existen incentivos suficientes para que lo hagan los propios empresarios.
Se trata de un negocio que está creciendo mucho; hay más compañías aéreas propiedad de somalíes que en cualquier otro país africano. Ni Nigeria, ni Kenya ni nadie; en estos países el proceso burocrático para montar una empresa es demasiado largo como para emprenderlo.
En cuanto a las telecomunicaciones se ha constatado que los somalíes tienen el mayor número de teléfonos móviles per capita de toda África. Y esto se debe, nuevamente, a que es muy sencillo crear una compañía telefónica.
El uso de Internet también está creciendo más que en ninguna otra parte de África; de nuevo por la falta de regulación. En Kenya, por ejemplo, el gobierno se ha opuesto a la proliferación de Internet porque va en contra de la “seguridad nacional”. Los empresarios tienen que seguir implorando al gobierno para empezar a ofrecer servicios de Internet.
Me parece que el único reto en Somalia está en la seguridad. Tienes que invertir, literalmente, en un ejército privado para proteger tu inversión. No conozco el resultado de todo esto, pero sería interesante estudiarlo y comprobar si puede triunfar ya que quizá, al fin y al cabo, no necesitemos Estado después de todo.
Hemos dicho antes que la ayuda externa puede ser dañina para los países. ¿Podría el altruismo de Occidente alterar las prioridades productivas de los africanos?
No es ni siquiera altruismo. En mi opinión, los macroproyectos de caridad son el lujo de los ricos. Sólo una vez que has ganado mucho dinero, entonces puedes decir a tus niños y tu familia: sed caritativos.
Pero lo que consigue son efectos perversos. La gente pobre se ha gastado todos sus ahorros para educar a sus hijos y, en cambio, una vez la ayuda externa comienza a llegar, estos no producen nada. Se especializan en pedir dinero del exterior al extranjero.
Muchos africanos prefieren especializarse en solicitar este tipo de ayuda. En lugar de estudiar economía, dirección de empresas, derecho o algún tipo de ingeniería, prefieren especializarse en Cooperación Internacional o Economía del Desarrollo, ya que ello les permite seguir percibiendo fondos. Y es, desde luego, una decisión racional teniendo en cuenta las circunstancias; empezar un negocio es complicado y arriesgado.
Pero la diferencia entre formar parte de una organización que busca el beneficio (ONG) y una que sí lo busca (empresa) es enorme. Te lo voy a describir rápidamente.
Imagina que tienes que ocuparte de 100 personas. Una ONG mira a esas cien personas y dice: “Hay cien persona hambrientas, vamos a pedir pan al gobierno americano para alimentarlas”. Y todo ello cuesta un millón de dólares; para la ONG es un gran éxito porque entre sus datos aparece que se han gastado un millón de dólares para alimentar a cien personas hambrientas. Nadie pregunta nunca: ¿podrías haberte gastado menos para alimentarlas? No, porque la medida del éxito de la operación es el tamaño del gasto.
Es más, el siguiente paso de la ONG será decir que su presupuesto es demasiado pequeño para emprender nuevos proyectos, con lo cual pedirá más fondos.
En el caso de una empresa, cuando ve a 100 personas hambrientas tienen que pensar: ¿qué vamos a hacer ahora? ¿de cuánto dinero disponemos? Los empresarios africanos que intenten producir alimentos para estas cien personas tendrán que utilizar menos dinero del que van a obtener con su venta, pues los empresarios también tienen que alimentar a sus hijos.
De esta manera, el empresario tendrá que darse cuenta de que, por ejemplo, existe un excedente de pan en esa parte de la ciudad y tendrá que comprar el pan más barato. No intentará pedir que traigan el pan desde Europa, sino que buscará la manera más barata de obtenerlo. Cuando haya descubierto el pan en esta zona de la ciudad, buscará un transportista local que esté dispuesto a traérselo al menor precio.
Al final del proceso, el pan se venderá al precio que las 100 personas hambrientas puedan pagar, minimizando los costes.
Con los empresarios, todo se haría eficiente en todas partes; es más, todo el mundo aprendería algo nuevo acerca de cómo solucionar el problema del hambre. El transportista, por ejemplo, sabe que tiene una nueva tarea, que tiene que respetar el contrato, que tiene que transportar el pan al menor precio posible para mantener el trabajo, etc.
En otras palabras, si el empresario quiere seguir en el negocio de vender pan, tendrá que producir a menor coste que el precio que las cien personas hambrientas están dispuestas a pagar.
Todo el mundo mejora y los hambrientos obtienen pan al precio reducido que ellos pueden pagar. La riqueza crece. Comparado con la ONG, estamos ante un paradigma muy distinto de enfrentarse al problema de la pobreza.
Cuando miro a África y veo todos los problemas, estoy viendo oportunidades empresariales. En Occidente tenéis a gente joven con ideas que intenta convencer a los capitalistas para que le presten dinero de manera que pueda incrementarlo. En África, la respuesta a los problemas es: “necesitamos que Occidente nos alimente”. Los africanos deberían salir de las escuelas y buscar oportunidades de negocio, no maneras de pedir dinero a los gobiernos extranjeros.
Acabas de mencionar, precisamente, un tema interesante: la educación. Mucha gente justifica la ayuda externa porque piensa que los africanos son gente analfabeta y que, por tanto, sin un sistema educativo, será imposible que algún día prospere. ¿Crees realmente que la única manera de que los africanos obtengan una educación es a través de la ayuda externa?
Soy consciente de que muchos occidentales creen la educación es la panacea. Pero si yo voy a EEUU sin educación me puedo convertir en millonaria. Todo lo que necesitas son tus ojos, tus orejas, tu cerebro y mantener tus promesas. Si vives en una economía libre, donde todo el mundo trabaja lo mejor que puede para sobrevivir, conseguirás sobrevivir.
Alguna de la gente más rica de Kenya, a la que conozco personalmente, nunca ha ido a la escuela. Conozco a un hombre que es propietario de la mayor cadena de tiendas en Nairobi, la capital de Kenya, que nunca fue a la escuela, pasó toda su infancia en la calle. Sus padres eran demasiado pobres para pagarle la educación.
Empezó a recolectar plásticos para reciclar y así pudo comenzar su negocio. Primero compró una tienda, luego otra y al final toda una cadena. Incluso en esta economía primitiva, tienes gente que nunca ha ido a la escuela y que gana mucho dinero. No necesitas realmente tener una educación; es más, hay países donde la gente está muy bien educada pero siguen siendo muy pobres. Rusia es un buen ejemplo.
En Europa tenemos la visión de que si el Estado no provee la educación, sólo las clases más pudientes serían capaz de pagarla. ¿Hay empresas en África que oferten educación a precios muy reducidos para los pobres? Es decir, ¿la gente más pobre de los países pobres tienen acceso a la educación privada?
Existen por todo el mundo, también en África. Mi organización en Kenya ha colaborado con James Tooley, de la Universidad de Newcastle, en un estudio sobre la educación en el mundo para la gente pobre (en países como China, India, Nigeria, Kenya...). Ha descubierto que, cada vez más, incluso en países con educación pública, la gente más pobre –esto es, estamos hablando de la gente más pobre de los países pobres- y que quiere un nivel más elevado de educación o que, por ausencia de plazas no puede acceder a la educación pública tiene acceso a educación privada.
Así, muchos han creado escuelas privadas dentro de sus hogares, de manera que al final puedan examinarse en la Prueba Nacional. Y el gran problema que tienen es el gobierno: rechaza licenciarlos y reconocer su educación a pesar de aprobar el examen.
Todas las escuelas privadas, incluso las más poderosas, han empezado de una pequeña idea que ha ido aumentando su rango de clientes al mejorar sus servicios. Este es un fenómeno interesante.
Precisamente, creo que en zonas donde existe una auténtica necesidad el gran error consiste en creer que sólo el gobierno debe proveer esos servicios.
Es una lección que no solamente tienen que aprender los europeos para el caso de África, sino los europeos para el caso de Europa. Cambiando ligeramente de tema; tradicionalmente los liberales han pensado que la causa principal de la pobreza en África son los aranceles occidentales. ¿Qué hay de correcto y de incorrecto en esta afirmación?
Lo que hay de correcto es que siempre que la gente que quiera vender sus productos a un cierto mercado y alguien insiste en que tienen que pagar una gran cantidad de dinero para que sus productos crucen la frontera, simplemente desisten. El precio aumenta y los clientes dejan de estar interesados.
Durante mucho tiempo, los europeos han impuestos aranceles a los productos agrícolas en los que los africanos teníamos una ventaja comparativa. Además, estos aranceles se colocaban de manera escalonada, de menor a mayor elaboración: cuando introduces materias primas los aranceles son escasos pero conforme vas añadiendo valor, el arancel aumenta. Por ejemplo, si tu vendes a la Unión Europea granos de café, el arancel es pequeño, pero cuando tostas esos granos, el arancel se incrementa en mucho. Por tanto, el incentivo es el de enviar a la Unión Europea las materias primas. En este sentido, por ejemplo, si algún empresario americano tenía pensado establecer una fábrica de café en Kenya, lo sensato es montarla en EEUU y comprar a Kenya los granos de café en su forma más primaria.
Otro problema son los subsidios que los gobiernos occidentales han dado a sus agricultores para cultivar grandes cantidades de productos agrarios y luego enviar el excedente a África, normalmente a un precio por debajo del de mercado. Esto tiene el problema de distorsionar el mercado.
Así, si eres un agricultor de Kenya y cultivas trigo, por ejemplo, y los agricultores de EEUU se les paga para sobreproducir, hasta el punto de que su gobierno envía a Kenya el excedente de trigo, los agricultores de Kenya cosechan el trigo y lo ofrecen a los consumidores, pero todos se inclinarán por comprar el trigo barato de EEUU.
Y el próximo año, nuestros agricultores, anticipan esta situación, y cultivan menos trigo. Sin embargo, por razones políticas –como que el gobierno de Kenya se porte mal- no se manda trigo suficiente de EEUU y tenemos una carestía.
Durante mucho tiempo la gente se ha quejado de toda esta situación. Sin embargo, las últimos acontecimientos e investigaciones nos muestran que esta no es, en realidad, la principal causa de la pobreza.
Primero, EEUU ha firmado hace poco un acuerdo comercial con muchos países africanos denominado Africa Growth and Opportunity Act (AGOA) y este acuerdo establece que los textiles de siete países en África pueden venderse en EEUU sin ningún tipo de arancel. De esta manera, a cada país se le dio una cuota para llenar. Muchos de esos países ni siquiera llenaron la cuota.
AGOA tenía sus problemas, pues tenía fecha de caducidad. Así, en términos de inversión, sabe que tiene que rentabilizarla en ocho años. Pero aun así, como africana, pienso que no es el problema esencial, ya que las instituciones necesarias para que se produzca el crecimiento siguen estando ausentes en África.
Ya no se trata solamente de los inversores extranjeros que no llegarán a entrar, sino de los propios africanos que no se convertirán en empresarios por la ausencia de estas instituciones. África debería ser el sitio del mundo más rentable para invertir. Pero es un sitio muy inestable donde invertir.
Piensa en Zimbawe. Si tu compañía anuncia que va a invertir en Zimbawe, el valor de sus acciones caerá inmediatamente. Los accionistas se pondrán nerviosos; no importan las enormes oportunidades de beneficio, la incertidumbre es aún mayor. O Sudán, donde el gobierno envía arbitrariamente al ejército contra cualquier individuo.
Incluso en un sitio como Kenya donde ha habido cierta estabilidad últimamente, hay una gran cantidad de políticas arbitrarias. Teníamos una Comisión independiente para liberalizar las telecomunicaciones que había funcionado bastante bien; pero recientemente uno de nuestros ministros, yendo más allá de sus funciones, simplemente despidió a toda la comisión y colocó a sus amigos. Esto son señales de un país inestable.
Los occidentales también suelen decir que otra prioridad para solucionar los problemas de África es condonar la deuda externa, ¿cuál es tu opinión sobre el tema?
Es una mala idea. Es mala porque acarrea el mito de que los africanos tienen un derecho sobre el resto del mundo. Lo que diría a la gente que tiene buenas intenciones proponiendo estas cosas es que, como africana, queremos hacer negocios y tener relaciones con vosotros; pero al final de la transacción quiero quedarme con mi dignidad.
Quiero daros algo a cambio de mi dinero, no quiero que seas el único que da. No quiero que seas el Señor y yo una especie de niño tonto. Si yo tomo algo tuyo tengo que repararlo. Si los europeos han dado dinero para algún proyecto y algún loco africano se queda todo el dinero, hagamos que lo devuelva. Es la única manera de empezar con buen pie. Tenemos que someter a los gobiernos africanos a lo mismos patrones que cualquier otro gobierno del mundo; no necesitan reglas especiales. Las reglas especiales se convierten en absurdas y se pierde el control.
La gente que opina que Occidente le debe algo a África quizá tenga algún tipo de razón en el fondo, no lo sé. Pero sí sé que no es lo mejor para África que continúe pensando así. Y cuanto antes se sobrepongan y la gente empiece a tener respeto por el prójimo, más pronto prosperará África.
Ellos no son especiales, si pidieron dinero prestado tienen que devolverlo. El país aún necesita pedir prestado dinero, no se trata de cancelar la deuda de una vez por todas. La gente tiene que ser responsable del dinero prestado.
Pasemos a las dos últimas preguntas, sobre política nacional. Nuestro Presidente Zapatero ha relacionado en numerosas ocasiones pobreza con terrorismo. Esto puede tener dos interpretaciones, la primera es que los pobres se convierten en terroristas.
Conozco mucha gente pobre y honesta. Ser pobre no es una excusa para convertirse en un ladrón o en un asesino. No lo es. La pobreza puede conducirte a robar pan o quitarle el dinero a una viuda si te estás muriendo, pero no es una excusa para matar a gente. Osama Bin Laden es muy rico, viene de la realeza saudí, pero ha decidido ser un terrorista.
La segunda interpretación de su afirmación es que los ricos idealistas viendo la pobreza en África deciden inmolarse en un acto de protesta.
¿Quién se ha suicidado a causa de la pobreza? Se han inmolado por sus creencias políticas o religiosas. No están diciendo: “Oh, la gente es pobre, voy a hacerme volar por los aires”. Ningún terrorista ha dicho nada de eso. Perdóname pero vuestro presidente es un ingenuo. No puedo decir otra cosa.
Para terminar. Nuestro “ingenuo” presidente ha propuesto en la ONU un proyecto denominado “Alianza de Civilizaciones” para solucionar el terrorismo. Una especie de hermandad entre las distintas civilizaciones... [completa mirada de asombro y estupefacción], sí, estoy hablando seriamente. Un proyecto muy típico de la ONU como los “Objetivos del Milenio”. ¿Crees que todos estos megraproyectos burocráticos tienen alguna utilidad?
(Silencio con cara de sorpresa y extrañeza)
Creo que todos los seres humanos son potenciales empresarios. Si les dejas vivir, empezarán a comerciar, trabajar y crear riqueza. No sé que tiene todo esto que ver con los Objetivos del Milenio.
Sobre el terrorismo, no soy una especialista en él. No entiendo cómo la gente puede suicidarse, pero por lo que observado no me parece que el diálogo sea algo en lo que estén interesados. No lo sé, quizá sí, pero no me lo parece. La mejor manera de pacificar el mundo no es a través de los políticos, sino dejando a las gentes que se conozcan.
Implantar la libertad de movimientos de personas o de mercancías haría mucho más para terminar con el terrorismo. Cuando los chinos hace unos años descubrieron un avión espía de EEUU en su territorio tuvieron que pensárselo dos veces antes de bombardear EEUU, y EEUU tuvo que pensárselo dos veces antes de bombardear China, ya que ambos países tienen enormes inversiones en el otro.
La mejor manera de pacificar a alguien es hacerlo interdependiente, tener lazos económicos con él. Esto hace que los extranjeros se preocupen por ti; no porque les gustes, sino porque te necesitan para alcanzar lo que quieren.
Y es que no todos los musulmanes, ni mucho menos, son terroristas. Tengo amigos musulmanes horrorizados por el uso que se está haciendo de su religión. Depende de ellos evitar que estos actos malvados se reproduzcan; están mejor situados para frenar a quienes los perpetran.
Los grandes proyectos, como la Alianza de Civilizaciones, de forzar que la gente se entienda y se quiera no sirven para nada. Es mucho menos efectivo que la interacción espontánea y voluntaria de los individuos. La gente cruza las fronteras, se enamora y se casa. Una japonés vive en Nueva York y está desarrollando ideas de cómo satisfacer a un francés. Soy muy escéptica sobre la planificación central en cualquier proyecto, incluida la interacción social.