Ex ejecutivo de la Coca Cola y personaje con raíces familiares en una de las zonas más conservadoras de México, semillero de cuadros para los grupos de la derecha católica, Fox ha encabezado un gobierno que responde ante todo a los intereses del sector empresarial y del conservadurismo religioso.

En el año 2000, su campaña presidencial estuvo basada en una arrolladora mercadotecnia, con consignas como "el cambio que a ti te conviene" y promesas falsas al estilo de "mi compromiso contigo es un empleo mejor pagado", que no le sirvieron para ganar la aceptación popular de medidas impopulares, como la imposición de impuestos a las medicinas y a los alimentos.

El propio Fox reconoció en los inicios de su mandato su visión publicitaria del quehacer gubernamental, como se evidenció en las siguientes declaraciones publicadas por el periódico Reforma" el 29 de abril de 2001, con motivo de su fracasada iniciativa fiscal: "... yo llevo 30 años en mercadotecnia y pensé que más o menos tenía experiencia, pero en ésta me he topado con algo muy difícil…"

No obstante, en septiembre de 2001, días antes de los atentados de las Torres Gemelas, Fox recibía en Washington un premio por parte de la Nacional Endowment for Democracy, que mostraba así su complacencia por la llegada al poder de una opción plutocrática y derechista. "Deseamos crear las condiciones económicas correctas" aseguraba Fox a sus amigos del norte, en momentos en que ya el pueblo de México vivía las consecuencias de una elección dictada por el engaño publicitario.

A lo largo de este sexenio, el pueblo de México ha sido sujeto a las brutales embestidas neoliberales, que han significado recortes de empleos, prestaciones y beneficios sociales, así como privatizaciones y anulación del derecho de huelga, en lo que es la versión nacional de un guión internacional neoliberal.

Al mismo tiempo, e incluso antes de que llegara al poder se habían dado a conocer los abusos laborales e irregularidades cometidas por parientes de Fox tanto en el manejo de su finca en el estado de Guanajuato, como en el financiamiento de su campaña presidencial mediante la organización Amigos de Fox.          

Actualmente, el derroche y el protagonismo de la llamada pareja presidencial, formada por Fox y Martha Sahagún, su actual esposa y exvocera, ha motivado fuertes denuncias periodísticas y críticas generalizadas, además de que, con voracidad empresarial, los altos funcionarios del gabinete de Fox aprovechan los beneficios del poder, sin recato alguno. A fines de 2001, se comentaba en la prensa nacional que Fox era uno de los gobernantes mejor pagados del mundo, con ingresos que superaban los de los mandatarios de España, Francia e Inglaterra y era apenas un poco menor al de Bush.

En el ámbito ideológico, el conservadurismo del partido que Fox representa, que encuentra sus homólogos en el PP español, o en ARENA de El Salvador, ha sido derrotado una y otra vez por la sociedad mexicana, desde agosto del 2000, cuando ante el rechazo popular tuvo que vetarse una ley antiaborto en Guanajuato, el estado donde han vivido los Fox, y donde Vicente Fox fue gobernador antes de llegar a la presidencia. No obstante, el gobierno foxista ha beneficiado a grupos provida mediante subsidios que en algunos casos han sido derrochados mediante prácticas corruptas.

Pero el propio Fox no es un personaje coherente en lo que se refiere a sus ideas religiosas, pues a un fanatismo cerril en lo que se refiere al culto al Papa, a la demostración de su fervor religioso, y al odio a las tradiciones republicanas, suma actitudes liberales que implican desafíos históricos a las normas del catolicismo oficial.

Así, Fox es casado en segundas nupcias con Sahagún, pero sólo por las leyes civiles, pues subsiste su enlace religioso anterior con Lillian de la Concha, quien conoció a Fox en la Coca Cola, donde era secretaria cuando el hoy presidente fungía como director de mercadotecnia de la transnacional.

A lo largo de su mandato, Fox ha evidenciado por el contrario, un apego más consistente a su quehacer de comerciante y publicista, que hace dinero a costa de los que menos tienen, y cuya ambición, desde luego, no es de naturaleza espiritual. Una anécdota que relató en 1999 De la Concha al periódico El Universal, es elocuente sobre el perfil humano del hoy presidente, con quien se casó en 1972:

"Nos hallábamos en el Lido (de París) y habíamos bebido champaña. Vicente se puso necio; pretendía, sin conseguirlo, que le vendieran la cubeta donde se enfriaban las botellas. De modo que se la puso en la cabeza y salimos de allí como si nada. Cuadras adelante nos alcanzó un mesero y nos pidió que por favor, devolviéramos la cubeta. Vicente insistía: "!Pero si este es mi sombrero!""(El Universal, 24 de octubre de 1999) 

No ha sido muy diferente la forma en que Fox ha llevado la investidura presidencial ante la historia y ante la opinión pública nacional e internacional.  El último, o uno de los últimos escándalos que con sus palabras ante los medios ha desatado Fox en forma gratuita fue el 4 de noviembre en Mar del Plata, cuando para salir en defensa de Bush arremetió contra Maradona, al quejarse de que "Hay un deportista metido en política que está haciendo mucho ruido'', a lo que sumó los autoelogios que son en él, a la par que burdos, cotidianos: "los presidentes somos serios; venimos aquí con una actitud muy seria, muy responsable, muy democrática, muy representativa de nuestros pueblos. Nuestros debates no están guiados por ideologías''.

Cuando ese comentario trascendió, las reacciones de muchos argentinos no se hicieron esperar: "¿Qué no tiene nada qué hacer en su país y viene acá a criticar a Maradona?", decían indignados. Más aún, el protagónico Fox arremetió contra los que protestaron ante la visita de Bush, al afirmar que "quienes están buscando la pantalla, quienes están buscando salir en la televisión por primera vez, apoyándose en estas reuniones, son los que hacen su agosto".   

En el plano de las relaciones internacionales, en la medida en que ha podido enfrentar las reacciones de la oposición, Fox ha modificado radicalmente la política exterior mexicana, para servir abiertamente a los intereses estadounidenses, incluso en las embestidas políticas contra Cuba y otras naciones cuyos gobiernos son condenados por el de Bush.

Algunas organizaciones derechistas con presencia en el PAN y en el gobierno d Fox comparten con grupos radicales del exilio cubano, la llamada "gusanera", no sólo ideas, amigos y proyectos, sino financiamiento proveniente de instituciones estadounidenses como la NED que con el pretexto de promover la "democracia" lo mismo apoya al gobierno de Fox que a los grupos desestabilizadores de Cuba o de Venezuela.

La agresividad del gobierno de Fox hacia el de Cuba contrasta con su servilismo con el estadounidense, si bien en este como en otros aspectos el mandatario mexicano ha encontrado un límite en las reacciones adversas de la sociedad mexicana que, pese a las costosas campañas de marketing de la presidencia, ha expresado su rechazo al gobierno actual, en las derrotas del PAN en las urnas y en el apoyo al principal prospecto de la izquierda a la presidencia, el ex gobernante capitalino, Andrés Manuel López Obrador.

La línea que ha seguido Fox consiste en apoyar con entusiasmo iniciativas internacionales de Bush, como el ALCA, o la "guerra contra el terrorismo", pero sin romper totalmente con los gobiernos contestatarios de AL, por lo que desde antes de llegar a la presidencia, en agosto de 2000, Fox decía que México podía mantener un "intercambio comercial importante" con Estados Unidos a la vez que "tener vínculos económicos" con América Latina, con lo que evadía el asunto de las implicaciones de la hegemonía estadounidense.

Ya en aquel tiempo, Fidel Castro señalaba que Estados Unidos pretendía lograr la subordinación total de México para luego imponer un tratado de Libre Comercio a América Latina y, ciertamente, en esta Cumbre de Mar del Plata ha sido el principal promotor latinoamericano del ALCA.

Fox, quien a sus constantes autoelogios puede sumar los de los think tanks identificados con el gobierno de Bush, evoca en su trato hacia ese país, la imagen misma del colonizado. Como ha mencionado el columnista Eduardo Ibarra, hace algunas semanas Bush ofrecía muy ufano un millón de dólares para los damnificados estadounidenses por el huracán Katrina, mientras que nuestros compatriotas, mucho más pobres y necesitados, recibieron sólo 100 mil dólares como ayuda por parte del gobierno estadounidense.

Menciona Ibarra que la "mentalidad colonizada del que fue presidente de Coca-Cola México" ha motivado recortes a los precios del petróleo mexicano, que favorecen a los Estados Unidos en detrimento de los intereses nacionales.

Del mismo modo, a Fox y a los suyos les importa poco el bienestar e incluso la subsistencia del pueblo de México ante el imperativo de cumplir con las tareas que el imperio les encomienda, como la de imponer el ALCA.