La tentación de Adán por un bisté
Reinaldo Cosano Alén, Lux Info Press
LA HABANA, Cuba - Septiembre (www.cubanet.org) - Como en Cuba no se cultiva la manzana, hay razones para creer que de haber vivido Adán y Eva en Cuba, Adán hubiera sido tentado por Eva a pecar, no con una jugosa manzana coloradita con mucha vitamina C, sino con un apetitoso bisté.
Conclusión fácil de entender, ya que por la mundanal tentación de aspirar a comer un trozo de carne de res, miles de cubanos han ido a parar a prisión desde el apocalíptico año 1959.
Datos aportados por el Ministerio de la Agricultura corroboran la tesis: el 76 por ciento de los delitos que se cometen en el campo corresponde al hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor. Delito severamente castigado con penas que oscilan entre dos y dieciocho años de prisión, de acuerdo a agravantes, como puede ser el sacrificio de un semental, principalmente comprado en el exterior a un elevado precio; o que el hecho sea tomado como sabotaje a la economía.
Con la intención de aumentar rápidamente la masa ganadera, el gobierno cubano impuso una severa ley en el año 1962, aún vigente, prohibiendo el sacrificio de ganado mayor, con la única excepción del destinado a los mataderos estatales.
Orestes Medina Guerra, de 37 años, residente en el barrio Justiz, Habana del Este, fue sancionado a tres años y seis meses de privación de libertad por sacrificar una res de su propiedad sin fines especulativos, para el consumo familiar. En este caso no hubo hurto, sólo sacrificio ilegal. Estos delitos económicos, en lo que se refiere a sanción, están casi equiparados a los relacionados con la droga. Aunque la sanción impuesta a este ciudadano expiró en 1995, Medina Guerra no encuentra trabajo en ninguna entidad estatal debido a "tan pésimos antecedentes penales".
Datos no oficiales cifran la masa ganadera cubana entre los dos y medio y tres millones de cabezas. Ciertamente, la peor sequía de todos los tiempos en Cuba, unida al mal manejo de la ganadería y la agricultura han contribuido al decrecimiento ganadero, cuyos rigores alimentarios lo sufre la población cubana, que supera los 11 millones de habitantes.
Según datos agropecuarios de 1958, Cuba disponía de seis y medio millones de cabezas de ganado para una población de seis millones de habitantes. Informe referido sólo al ganado vacuno. Había suficiente carne, lácteos y cueros para el consumo nacional, y aún para la exportación. Cuba importaba grandes cantidades de tasajo de Uruguay y Argentina, que se distribuía fundamentalmente en las zonas rurales donde no llegaba la electricidad, ya que se trata de una carne que no requiere refrigeración.
Cuba alcanzó preeminencia en la ganadería desde las primeras décadas de la colonización española, ya que en el país se crearon mataderos y saladeros de carne de res y cerdo -también ahumadores para el tasajo- destinados al aprovisionamiento de los navíos españoles que navegaban por el continente.
Desde hace algunos años el gobierno está introduciendo en la Isla el búfalo procedente de Vietnam, ya que resulta más resistente a las inclemencias del tiempo (aunque tiene que criarse en pantanos) y a las enfermedades. Pero también, por su condición salvaje, es más fiero, y por lo tanto más difícil de ser sacrificado por los cuatreros.
La máxima aspiración gastronómica del cubano es degustar un bisté, sin importar el parentesco zoológico: vaca, asno, búfalo, camello, cocodrilo o tortuga marina, más conocida como caguama, como exquisitos sustitutos de la carne roja. Otra opción es adquirir alguna porción de carne de res en las tiendas dolarizadas a precios elevadísimos.
La carne de res llega transfigurada ocasionalmente a las carnicerías para su venta a la población por cuotas bajo la especificación comercial de "picadillo de res texturizado con soya", que consiste en porciones de carne mezcladas con abundante frijol de soya triturado -que requiere mucha cocción-, y en ocasiones se le adiciona harina trigo. Este picadillo, ni en sabor, olor, textura y color tiene que ver nada con la carne de res.
Un chiste popular asegura que mientras en Europa y otras regiones la gente se preocupa por la enfermedad de las "vacas locas", en Cuba los cubanos están locos por la vaca.
Paradójicamente, cuando más carne se necesita se aparece Raúl Hernández Luaces, alias "Pica Pica", de 75 años, ganadero del municipio San Juan y Martínez, Pinar del Río, con sus famosas vacas enanas con altura máxima de 70 centímetros, que pueden criarse en patios o parcelas pequeñas, y son mansas como mascotas, resistentes como el ganado cebú, comedoras de pastos naturales, y pueden producir entre cinco y seis litros de leche, pero poca carne.
Aunque ciertamente no hubo promesa alguna del gobierno, y por lo tanto no puede hablarse de promesa incumplida, se creó la expectativa en la población de que el bisté de res legalmente adquirido, después de cuatro décadas retornaría a la mesa del cubano.
La esperanza llegó con la presencia en La Habana, en junio del pasado año, de 12 empresas exportadores de la provincia argentina de Entre Ríos, que entre sus rubros exportables incluía carne vacuna y bovina. Se firmarían convenios con vigencia de tres años, prorrogables automáticamente, según despacho de la agencia EFE de julio de 2005. Pero, ¿dónde está la carne?
La realidad es, dice mi carnicero, que ya ni recuerda cuándo fue la última vez que vendió carne de res. Tampoco puede adivinar si la volverá a vender ni cuándo. Triste conclusión.
Mientras, el pobre Adán sigue a la espera del retorno al paraíso terrenal para degustar un buen bisté frito que Eva está adobando. El pueblo cubano también espera, mientras las promesas van y vienen, y el tiempo, inexorablemente, pasa.