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General: AY, NO LES VA A GUSTAR
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De: matilda (Mensaje original) |
Enviado: 25/11/2005 03:12 |
Severa crítica de Fidel Castro a las altas esferas del gobierno de Cuba | | | | (IAR-Noticias) 24-Nov-05 En un discurso revelador, Fidel Castro consideró que sus decisiones contra la corrupción y los privilegios pudieron haber provocado reacciones adversas en las altas esferas del gobierno. "Tiene que haber muchos doliditos", dijo el mandatario: "reyes, zares, emperadores..." Por Gerardo Arreola - La jornada Hace semanas que Castro habla de lanzar la ética y el control interno contra el robo masivo a las arcas públicas y el mercado negro, pero no había empleado hasta ahora un tono tan hiriente contra funcionarios de alto nivel.
En su larga intervención en la Universidad de La Habana, entre el jueves y el viernes últimos, Castro alzó la mira y disparó contra la primera línea del gobierno.
"Es duro, pero lo digo", señaló el líder cubano. "Algunos ministros han sido deficientes, y bastante deficientes".
"No podemos andar con blandenguerías: que me ataquen, que me critiquen."
En su extenso alegato, advirtió a las generaciones que dirigirán Cuba en el futuro que el país debe erradicar la corrupción o se destruirá a sí mismo, el sistema político surgido de la revolución de 1959.
En un insólito pasaje, afirmó que el Estado "se acostumbró de cierta forma a negociar con los ministros", y replicó enseguida: "la administración central del Estado no tiene que negociar con ningún ministro, tiene que darle órdenes".
En este apartado, el único ejemplo que tomó fue el de Ulises Rosales del Toro, militar de carrera, quien era jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, cuando en 1997 fue nombrado ministro del Azúcar, para rescatar la industria entonces en declive por la falta de inversión, los bajos precios internacionales y un entorno de asfixia financiera.
El desempeño del sector se volvió "la ruina del país", aseveró el líder cubano. Relató que halló "colosales disparates" en ese ministerio. Contó el momento en que pidió a Rosales cesar la siembra de inmediato. "Hubo sencillamente que cerrar... o íbamos a la fosa", resumió sobre la industria, que ha paralizado la mitad de sus ingenios.
En otros pasajes, criticó la política económica seguida en la década pasada, cuando estalló la crisis tras la caída de la Unión Soviética. Reprochó que "nadie se percató" del rumbo que tomó el país en los últimos 15 años.
"Tengo infinidad de ejemplos de los que no dieron pie con bola en muchas cosas, de lo que hicieron quienes se suponían teóricos, de quienes se habían empanfletado hasta los tuétanos de los huesos en los libros de Marx, Engels, Lenin y todos los demás."
Quedó claro el disgusto del líder cubano por los ingresos de algunos microempresarios, como los dueños de restaurantes familiares (paladares), de los que dijo que "quizá no quede ninguno" y de los taxistas privados, a quienes acusa de usar gasolina robada en sus vetustos automóviles.
Pero no quedó igual de claro el grado de crítica contra la apertura en sí misma. Castro no dio suficientes pistas para saber si sólo combatirá la corrupción y la desigualdad social o seguirá de frente contra la vigencia de algunos mecanismos de mercado.
Expuso que imagina para el futuro una sociedad cubana que no será "de consumo, sino de conocimientos", y manifestó que ahora tiene idea "de cómo se construye el socialismo".
Pero planteó a su auditorio, de mayoría estudiantil: "Necesitamos muchas ideas bien claras y muchas preguntas dirigidas a ustedes, que son los responsables". El presidente pidió pensar "cómo se puede preservar o se preserva el socialismo", convencido él mismo de que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) "debió arreglarse, y no destruirse".
¿Estaba reabriendo el viejo debate sobre la reforma a tiempo del socialismo?
"Hay ideas", aseguró el mandatario, "que tengo que conectar en su debido momento".
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De: maribea05 |
Enviado: 25/11/2005 13:38 |
Pues mire usted qué curioso, no sé a quién o quiénes estará dirigido el artículo pero a mí me parece un estupendo ejemplo de cinismo y muy bueno para debatirlo con seriedad.
Para quienes han estado realmente vinculados a Cuba y su dinámica de vida todos estos años, o durante muchos de ellos, mirando más allá, en el pulso diario, esto les resulta sencillamente un "de nuevo".
Primero, este personaje "se despierta" de nuevo, otra vez y como tantas, del sueño de La Bella Durmiente del Bosque, como desvinculándose de los desastres que han estado pasando, alimentando aquellas creencias que vienen desde los primeritos momentos ante las primeritas cosas como éstas u otras, y donde la gente acuñó una frasecita de lo más "nais" y justificativa, para no enfrentarse a la realidad de: ¡qué clase de equivocada nos hemos dado con este tipo!. La frasecita de rigor era: ¡Seguro que Fidel no sabe lo que está pasando!
Estamos hablando de un jefe de estado vitalicio, y todo el personal bajo su control, o sea "las altas esferas del gobierno" son puestos o quitados por él cuando les da la gana. ¿Es necesario ejemplos? Me vienen a la mente así, por arribita, tres altos funcionarios en el último año y medio.
Pero aún no siendo vitalicio, ¿cuál es el concepto de la labor de un jefe de estado? Es sencillamente el capitán del barco, el responsable de llevar la nave a buen y seguro puerto, el que tiene que responder al pueblo por esas funciones. Para ello se rodea de un equipo de personas que deben dividirse esas funciones para cubrir todos los campos de poder y control necesarios a fin de poder manejar el gobierno de un país .
Aquí en PR, por ejemplo, el señor Roselló, ex gobernador por dos períodos consecutivos, obtuvo un voto de castigo en estas elecciones pasadas, ya que pese a que su partido obtuvo mayoría de votos en senado y cámara, y además el cargo de comisionado residente en Washington, el señor perdió la campaña para gobernador de nuevo. ¿Por qué? Porque pese a los esfuerzos y las investigaciones realizadas, no se le pudo vincular con acciones de corrupción, sin embargo, treintipico de sus funcionarios han sido llevados a la justicia y condenados a penas de cárcel por corrupción. El capitán del barco NO supo dirigir la nave. Así de sencillo. Por tanto, no tiene condiciones para ser capitán.
Hace la diferencia el que el dictador en jefe está aferrado enfermizamente al poder, así que hay que chupárselo, con sus disparates a cuestas.
¿Con qué moral esta persona, que no quiere soltar el cargo, que quiere morirse en él, que no es más que un dictador en toda regla, que vive literalmente de ese cargo y los beneficios inherentes (vive del pueblo que le paga lo que viste, donde vive, los carros en los que anda, los aviones especiales que se manda a hacer, ese pueblo que le mantiene a su esposa y a sus hijos con lujos y privilegios que el resto de la población no tiene, que le paga lo que come y lo que caga, perdón por la vulgaridad pero es así), puede hablar de "reyes, zares, emperadores" refiriéndose a sus ministros?
¿Es que hemos perdido el juicio o nos encontramos ante un ambiente kafkiano?
Algún estudioso de la verborrea de este señor asociada a su pensamiento, puede traducirme esto?: "el Estado "se acostumbró de cierta forma a negociar con los ministros". ¿Quién es el Estado, no son él y los ministros? ¿Quién entonces empleó una "cierta forma de negociar con los ministros"? ¿Él, por pura y simple sustración aritmética? ¿Quién tenía que "darle órdenes" a los ministros?
En Cuba, según la constitución vigente, existe un Consejo de Estado, del cual es presidente Fidel Castro. El Consejo de Estado nombra a su vez al Consejo de Ministros. Fidel Castro es presidente también del Consejo de Ministros. Pregunta de niña de preescolar: Mamá, ¿para qué sirve Fidel Castro?
Valga el ejemplo de Ulises Rosales del Toro como uno excelente para esto. Ulises es nombrado en 1997 al frente de la industria azucarera. ¡Es en el 2005 que su jefe se da cuenta que Ulises no sólo no rescató a la industria azucarera de su "declive" sino que la llevó a la ruina. Entonces ahora hay que colgar por las bolas a Ulises y considerarlo, ¿qué? ¿inmoral? ¿traidor a la patria por haber hecho mal su trabajo? ¿incompetente? (bueno, esto último sí, pero más incompetente es su jefe que no se dio cuenta de la incompetencia de su subordinador).
Pregunta de niña de preescolar: Mamá, ¿para qué sirve entonces el jefe de Ulises si se supone que fiscalice las funciones de sus subordinados y no sabe hacerlo?
Lo que para esta niña de preescolar está claro es que los ministros sencillamente han copiado a su jefe. Viven del sudor del pueblo y lo han hecho siempre, llámense juanes o pedros o ulises o agamenones. Son, sí, claro, los grandes zares, emperadores y reyes de sus minifeudos, creados y criados por "la revolución", ese "ente incorpóreo" que también es el semen mismo del señor Fidel Castro. Estos siervos glorificados con un estatus privilegiado temporal, están amparados por el gran señor feudal que los controla y dirige a todos como le parece, la mayoría de las veces de forma muy deficiente, o haciéndose de la vista gorda y utilizando ciertas formas de "negociar". El resultado ha sido 47 años de desastres políticos y económicos.
A mí esto me parece realmente cínico.
Pero "lo mejor", indudablemente de todo el artículo, es lo siguiente: "ahora tiene idea "de cómo se construye el socialismo". "
¡¡¿¿Ahora??!! ¡Válgame! como dirían en RD, |
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De: matilda |
Enviado: 25/11/2005 13:38 |
Dialéctica a la cubana
Por Ariel Terrero (*) Un buen día, no hace mucho, me miré en el espejo y descubrí que Einstein tenía razón. Ante mis ojos se desplegó la evidencia que el alemán de origen judío fundamentó, hace exactamente un siglo: el tiempo no es absoluto; a escala cosmológica cada cuerpo tiene su propia dimensión temporal. En otras palabras, es una dimensión de la materia, la cuarta, y sería un disparate asumir al universo como algo estático. Peor sería desconectar de la escala social ese principio, después que otro cerebro germano, el de Marx, redondeó con acento materialista, unos años antes, un criterio que venía rodando por la mente de filósofos anteriores: la dialéctica.
Esas armas filosóficas me permitieron “engullir” con mejor disposición las canas que asoman en mi cabellera y entender que este pequeño rincón del universo, Cuba, no está en un momento de cambios porque nunca ha dejado de evolucionar –y revolucionarse-. Si los cambios se tornan ahora más evidentes es porque se está acelerando la lucha contra dos males que se abonan mutuamente: la corrupción y las fallas del control económico.
Vicios como el robo, el soborno y el desvío de recursos han caído en la mirilla de la sociedad. En buena hora, porque más de un objetivo aparece entre las víctimas de la corrupción. No sólo se desangra la moral. Sufre también la economía, en más de un sentido. De manera pecaminosa, huyen hacia bolsillos personales ingresos que corresponden al presupuesto con que el Estado financia servicios sociales gratuitos, subvenciona otras prestaciones y sostiene industrias e inversiones. Hace unos días, Fidel cifraba en decenas de millones de dólares el dinero perdido por el robo en el comercio de combustibles. La lista de atropellos se despliega casi impunemente ante los ojos del cubano común, en tarimas, almacenes y otros escenarios, amenazando con “serrucharle el piso” a la confianza en la Revolución -o quizás sea mejor decir: se desplegaba casi impunemente; las acciones protagonizadas por los jóvenes trabajadores sociales, instituciones estatales y organizaciones políticas y de masas han comenzado a ponerles freno a los corruptos. Por desgracia, el daño económico no se mide solo en millones desviados hacia un fin impropio. El auge de negocios dudosos distrae fuerzas e interés por el trabajo.
Sujeta a precios de mercado, la “venduta” ilegal siempre encuentra flotación: disminuye la producción y la oferta, suben los precios. Es el consumidor quien paga los platos rotos o dejados de producir. ¿Para qué “pinchar” (trabajar), entonces? A mis oídos han llegado lamentos de honestos agricultores que ven disminuir el número de trabajadores del campo, aun en casos bien pagados. Los desertores se van atraídos, en no pocas ocasiones, por el más cómodo oficio de sentarse a vender en alguna esquina –legal o ilegalmente- viandas y frutas que otros cultivan. Algo similar tiende a ocurrir en centros industriales o de servicios. Poco puede avanzar un país cuando parte de su gente, especialistas incluidos, pierde motivación en el trabajo, seducida por cualquier variante del “invento”. O escapan, simplemente, hacia ocupaciones menos fecundas pero mejor rentadas.
Salta, entonces, uno de los dos sofismas más recurrentes en estos tiempos: de algo hay que vivir; un argumento en defensa de medios de supervivencia moralmente oscuros. Las carencias del Período Especial sirvieron ciertamente de caldo de cultivo a la corrupción. Pero, en mi opinión, otra fue la puerta por donde entró este mal: las debilidades del control interno en las empresas y de los organismos del Estado sobre las empresas. En los años 90, la descentralización de la economía –del comercio exterior, el mercado interno, el sistema monetario y las inversiones, entre otros- dio aire a la nación para sobrevivir; pero propició el desvío de recursos o, cuando menos, el despilfarro de la exigua bolsa de la nación. Apenas una expresión de tal desequilibrio son importaciones que pudieron hacerse a mejor precio o adquirirse patio adentro.
El otro sofisma –y como tal, con pies de barro- afirma tajantemente que “esto no hay quien lo arregle”. Me huelo extremos opuestos detrás de esas palabras: un alma demasiado agobiada o con el bolsillo muy pesado. Es casi ridículo sostenerlo, cuando se echa un vistazo a la historia cubana, incluidos los años más recientes. No hubo tortazo mayor que la pérdida del apoyo comercial y político que significó el desmoronamiento del campo socialista, con el agravante de un bloqueo económico estadounidense recrudecido justo entonces. Sin embargo, todavía estamos en pie haciendo el cuento.
Pero la mejor negación del sofisma de marras está a las puertas. Apegada a la dialéctica, la Revolución Cubana ha emprendido una renovación de las reglas del juego económico, en busca de un mejor control en la actividad empresarial. Cambios en el escenario comercial y político externo y en la fortaleza económica interna propician una vuelta del timón hacia una mayor centralización. El ajuste reanima progresivamente, además, la distribución de bienes de consumo a la población, bajo un criterio de precios más racional en términos económicos, oportunamente acompañado por el iniciado incremento de los salarios y la revalorización de ambas monedas nacionales –el peso cubano y su alter ego convertible.
Cabe esperar que la transformación traiga un nuevo signo, diferente a la centralización burocrática que en los años 80 poco pudo hacer para evitar las pifias, despilfarro incluido, que condujeron al proceso conocido como Rectificación de Errores y Tendencias Negativas.
Una lectura de la historia universal reciente justifica el cambio. Como señaló Fidel, la Revolución es invulnerable en términos militares; pero puede desmoronarse, como le ocurrió al socialismo en otros países, si cobran auge plagas internas como la corrupción. No basta, sin embargo, con atacar las malas mañas de los intermediarios del comercio agrícola interno. El Estado podría recuperar fuerzas y eficiencia en la distribución mayorista, ese eslabón que le permitiría ejercer un mejor control, de precios también, entre los productores agrícolas y los mercados agropecuarios.
Intentar construir el socialismo con los métodos del capitalismo solo conduce al fracaso, como ha alertado Fidel insistentemente. Pero tampoco sirven métodos acuñados como socialistas que no han demostrado efectividad; de ahí la importancia del espíritu dialéctico que defiende nuestro líder, para renovar tales métodos, hacia una centralización socialista ágil y capaz de una planificación precisa. Definitivamente, se precipitan quienes pretenden firmar el acta de defunción de la Revolución. Me atrevo a sostener que la pérdida de valores morales en la sociedad, el más lamentable efecto de la corrupción, todavía tiene un alcance limitado. Lo demuestran la persistente vocación solidaria de este pueblo, con contingentes de médicos en Paquistán y en cualquier otro lugar del planeta afectado por desastres naturales, y sobre todo su tenaz apego a una dimensión temporal opuesta a las miserias humanas del capitalismo.
(*) Jefe de la redacción nacional de la revista Bohemia Pueden reproducir este artículo sin limitación alguna sin más que citar el autor y la fuente |
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