Antonio Maceo
14 de junio de 1845 - 7 de diciembre de 1896
"My duties to Patria and to my own political convictions are above all human effort; for these I shall reach the pedestal of freedom or I shall perish fighting for the redemption of that land. . ."
Antonio MaceoEnglish
Jose Marti on Antonio MaceoEnglish
Como una espada refulgiendo entre dos ejércitos era su valor. Como una piedra limpia en un arroyo era su alma. Antonio Maceo y Grajales, Lugarteniente General del Ejército Libertador de Cuba, fue un hombre a quien los enemigos de la libertad de Cuba temían siempre, cuando sabían que era él a quien tenían delante. Las más de 20 heridas en combate que, como medallas insuperables, exhibía Maceo en su cuerpo, atestiguaban que no por gusto le decían: "El Titán de Bronce" y "el león de la manigua".
Antonio maceo nació en Santiago de Cuba, del matrimonio de la criolla Mariana Grajales y el venezolano Marcos Maceo. A los dos días del Grito de Yara, se incorporó a la revolución el joven Antonio, junto a Justo y José, dos de sus once hermanos. Pero muy pronto estaban todos los Maceo en combate, porque Mariana Grajales los había hecho jurar a todos que empuñarían las armas hasta vencer o morir. Y para que no hubiera dudas, tambien Mariana marchó a la manigua.
Pronto se distinguieron todos ellos en el fragor del combate; pronto comenzaron a caer uno tras otro aquellos Maceo. Cuando una vez le trajeron a uno de sus hijos gravemente herido, las mujeres de la familia, al verlo tan grave comenzaron a gritar espantadas. "¡Afuera con esas lloronas!", rugió Mariana, "aquí no quiero lágrimas!". Y al ver a uno de sus hijos más pequeños mirando aterrorizado al herido, Mariana le espetó enérgica: "¡Y tú, empínate para que salgas a ocupar su lugar!"
Con una madre y un padre así, no podían esos Maceo sino convertirse en leones , en centauros que acobardaban y derrotaban al más curtido soldado español. Por algo, comenzando de soldados, llegaron todos a mandos superiores. Pero Antonio, que agregaba a su coraje, su hidalguía, su astucia guerrera y su instinto nato para revertir la superioridad enemiga con una maniobra inesperada o una carga de espanto que los hacía huir, fue el que mayor grado militar alcanzó, el de segundo al mando del Eército Libertador, a las órdenes sólo de Máximo Gómez.
Cuando agotada la economía del país y de la inmigración en aquella primera guerra (la de os Diez Años), sin suministros ni pertrechos, los mambises vieron que continuar la lucha era un suicidio, se accedió por fin a aceptar los generosos términos de armisticio (no rendición) que el general español Arsenio Martínez Campos proponía. Pero Antonio Maceo no aceptó ni siquiera esos términos. Reunido con Martínez Campos en Mangos de Baraguá, Oriente, el ya mayor general Antonio los rechazó, en lo que históricamente se conoce como "la protesta de Baraguá", una página gloriosa que sólo a él pertenece en nuestra Historia.
Cuando por fín comprendió Maceo que no le llegaría ayuda, y aconsejado por Máximo Gómez de que continuar en la manigua era enviar a la muerte inútil uno por uno a los mejores mambises de la guerra futura, accedió Maceo a marchar al exilio.
Pero, cuando Martí hizo el milagro de organizar la nueva guerra, se unió a él y con nuevos bríos se lanzó a pelear. Con Gómez realizó la Invasión que se había intentado el "la guerra grande" sin éxito. Derrotando los españoles donde quiera que éstos intentaban cerrarle el paso marchaban Maceo y Gómez primero, y Maceo solo después. Cuando llegó por fin a Mantua, última población de Cuba hacia el oeste, tomó el pueblo y allí hizo firmar la solemne Acta de Invasión.
Los españoles lo creían copado en Pinar del Río y, tras reforzar la trocha de Mariel a Majana, lanzaron tras él cuarenta batallones. Pero Maceo los combatió, los derrotó y, por fin, los burló cruzando por la bahía del Mariel al amparo de la noche. Pero no huyendo de un cerco, sino para preparar el ataque a la misma capital del país, la ciudad de La Habana. Cuando los españoles supieron que Maceo los estaba combatiendo tan cerca como Marianao, el pánico fue total, y se hablaba hasta de evacuar el gobierno.
Pero, la buena estralla del Titán de Bronce había sido eclipsada por una negra nube. En un combate sin mayor importancia, y cuando se preparaba para cargar contra el enemigo que intentara sorprenderlo, sin saber que los aguardaba la sorpresa de que enfrentaban a Maceo, el Titán de Bronce, que ya saboreaba la victoria, comentó sonriente:
-Ya son nuestros...
Y despues dijo su última frase:
-Esto va bien...
Pero el gigante que tantas balas había tratado de abatir, recibió esta vez una en el cuello que le cercenó una arteria.
Se le vio tambalearse. De su mano izquierda (era zurdo) cayó el machete y, a continuación cayó a tierra el guerrero. Los intentos de rescatarlo sólo atrajeron más balazos sobre el agonizante centauro. Al saberlo caído, Panchito Gómez Toro, hijo de Máximo Gómez, corrió a intentar rescatarlo o morir junto a él. Los españoles lo remataron a machetazos, sin saber a quiénes mataban. Era un triste 7 de diciembre.
Fue tanta muerte su muerte, que el sacrificio de la vida de todos los mambises cubanos de todas las guerras se conmemora precisamente el 7 de Diciembre, día que muriera venciendo el Lugarteniente General Antonio Maceo y Grajales, el Titán de Bronce. La guerra continuó, la victoria se logró. Pero nunca pudo la patria recobrarse de una pérdida tan grande.
certificado defuncion