 "LA PATÁ DE FIDEL CASTRO AL PUEBLO CUBANO" fOTO: CLONAJE DE "EL RASTRO" CON "CUBA DEMOCRACIA Y VIDA" Una bola de fin de año. Desde Cuba por Luis Cino LA HABANA, Cuba - Miércoles 7 de Diciembre 2005. Apareció como un pasquín en Macondo. Todos hablaban de ella. Nadie sabe de donde salió. Casi unánimemente la daban por cierta. El listado indicaba los productos alimenticios que serían vendidos en la canasta básica con motivo de las festividades de fin de año. También detallaba los precios. El costo total era de 92 pesos y 95 centavos MN. Una ganga, tal como van las cosas. La lista de 19 artículos incluía latas de carne de res uruguayas, sardinas, salchichas, chorizos españoles, aceite y 10 libras de arroz. A algunos le pareció rara tanta abundancia y generosidad. Los que pensaron mal, acertaron. La lista resultó ser falsa. Fue una broma cruel y de mal gusto. Mal intencionada. En Cuba, bromear con la comida es casi humor negro. Según el gobierno, fue una bola. No de béisbol ni navideña. Una bola contrarrevolucionaria. Un rumor propalado por sus enemigos para confundir y desmoralizar. Las ha habido frecuentes, de todas las dimensiones y formas. Esta probablemente sea una de las mayores. No se escuchaba una bola así desde aquélla que en tiempos ya lejanos, anunció que los comunistas quitarían a los padres la patria potestad sobre sus hijos para enviarlos a Rusia. Eran tiempos difíciles y la gente se creía cualquier cosa. El problema es que los tiempos siguen siendo difíciles. La policía política, su agentura y sus redes casi infinitas de informantes deben andar muy atareados persiguiendo al autor de la lista suculenta. No es para menos. La población se había ilusionado. Ahora está decepcionada con el gobierno y el estado, que en Cuba son una sola cosa. Por banal o ridículo que pueda parecer, un hecho como éste sólo pudo ocurrir en la Cuba de economía planificada, partido único, colectivismo forzado, paternalismo estatal, sueños aplazados indefinidamente, coacción ideológica y alimentos racionados. La obediencia total de los ciudadanos tiene un costo elevado para el Estado. La población depende enteramente de él para satisfacer sus necesidades siempre crecientes. Estas nunca se resuelven. Los mandarines siempre se quedan por debajo de las expectativas populares. Como desvalidos pichones en el nido, los ciudadanos esperan del súperestado benefactor los beneficios que éste es incapaz de darles. Las limitaciones sociales, económicas y sicológicas que impuso lo imposibilitan. La población, permanentemente insatisfecha por sus carencias, sigue obedeciendo porque no tiene otra opción. Teme al estado, pero no lo ama. En todo caso, le es indiferente. Como único modo de asegurar su supervivencia, los cubanos, indefensos pero simuladores, se ven forzados al robo, el mercado negro y las ilegalidades. Teóricamente, en el socialismo todo es del pueblo. En realidad, todo es del Estado. Nadie se siente dueño de nada. Ni siquiera de su vida. El bien común resulta algo demasiado abstracto. Una abstracción molesta, confusa y sideralmente lejana. A los seres humanos nos resulta muy engorroso comprender las abstracciones. La lista de los productos alimenticios de fin de año era falsa. Dice el refrán que la alegría en casa del pobre dura poco. De nuevo, el ánimo de la población está por el piso. El momento es particularmente tenso. El estado trata de tapar las goteras. Las promesas no logran aliviar la sensación de asfixia. El Estado volvió a lucir mal ante los ojos del pueblo. Si ése era el objetivo de la bola, parece que lo consiguió. (CUBANET)
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