"Yo estoy aquí como rehén del capricho de Fidel Castro de que no salga de Cuba por una razón totalmente estéril, porque yo ni les estoy trabajando, ni les voy a trabajar más, ni voy a ponerme al servicio de un sistema que considero que está cometiendo una ignominia contra el pueblo cubano", dijo Molina.

Tras más de un año esperando el permiso de las autoridades de la Isla, la doctora expresó que "es como si las cosas se hubieran congelado".

"Este año mi familia está más triste que el año pasado. Por lo menos, antes teníamos una lucecita de esperanza… había mucha actividad en torno al tema", agregó Molina, quien no ve a su familia desde hace 12 años.

Molina declaró a La Nación que durante este tiempo ha mantenido contactos con las autoridades diplomáticas argentinas. "El embajador Alessandro ha venido con frecuencia este año. Tengo la mejor opinión de él; ha estado durante este año muy al tanto del tema y siempre nos ha dicho que el gobierno argentino mantiene entre sus intereses la visita de mi madre y mía a la Argentina".

Sin embargo, comentó la doctora, "particularmente estoy preocupada después de la salida del canciller Bielsa. Fue una persona que con muchísima sensibilidad tomó en sus manos el tema. Me da la impresión que este canciller (el actual, Jorge Taiana) no tiene el mismo enfoque. Además, cuando él integraba la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos de la OEA, mi hijo acudió y nunca le respondió".

'Este país es como una gran prostituta'

La crisis en torno al caso Molina llegó a su clímax el pasado año, cuando se enteró el presidente argentino, Néstor Kirchner, quien en diciembre de 2004 escribió a Fidel Castro para interceder por la doctora. El gobernante cubano respondió con la propuesta de que fuese la familia de la doctora la que viajase a la Isla.

El caso generó tensiones entre La Habana y Buenos Aires, que se agravaron cuando Molina y su madre, de 84 años, acudieron a la embajada Argentina y permanecieron allí durante más de 24 horas, en medio de rumores sobre una petición de asilo que no se concretó.

El incidente se saldó con el reemplazo del embajador en la Isla, Raúl Taleb, y del entonces jefe de Gabinete de la cancillería argentina, Eduardo Valdés.

La neurocirujana, que alcanzó renombre internacional en la década de los ochenta por sus operaciones de transplante de tejido cerebral, dirigió el Centro Internacional de Restauración Neurológica de Cuba, fue miembro del Partido Comunista y diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Tras discrepancias con el gobierno cubano decidió abandonar sus funciones y fue apartada de su trabajo y de su medio social.

En opinión de Molina, Cuba "es un país en el que se vive en viernes santo desde 1959". "Vamos a ver si nos llega el domingo de resurrección y podemos festejar la Navidad en algún momento".

La doctora afirmó que si alguna vez se encuentra con Fidel Castro, le preguntará "por qué no se retira ya… por qué no se retira con los 79 años que tiene, a descansar y permite que este país se abra a la democracia, pero no con sus voceros y sirvientes que aspiran a perpetuarse igual que él".

"Que se retiren todos y permitan que en este país se haga un proceso eleccionario libre y que este pueblo pueda volver a respirar. No le pediría por mí, le pediría por mi país", añadió.

Con respecto a aquellos países que apoyan al gobierno cubano, Molina lo consideró "inmoral". "Este país es como una gran prostituta. Todo el mundo viene aquí a ver lo que puede llevarse".

"Los gobiernos ineptos y corruptos del mundo prefieren venir a alquilar fuerza de trabajo esclava en Cuba antes que desarrollar buenos sistemas de salud. Se llevan médicos alquilados, maestros; otros vienen a comerciar fácil con un país quebrado, vienen inversionistas extranjeros que esclavizan obreros. Uno de los daños más grandes que ha recibido este país, aparte de este gobierno, es toda la gente que lo apoya y todos los gobiernos que lo apoyan", aseveró