Espionaje maccartista y represor contra los que se oponen a la estrategia belicista de Bush. Fuerza "contraterrorista" del FBI persigue a activistas sociales | | (IAR-Noticias) 23-Dic-05 Según el diario The New York Times, que cita documentos oficiales ahora desclasificados, agentes del FBI especializados en "contraterrorismo" realizaron numerosas operaciones de espionaje e inteligencia que incluyeron a grupos de activistas en causas tan diversas como combate a la pobreza, medio ambiente y protección de animales. Funcionarios del Federal Bureau of Investigations, por su parte, salieron a defenderse al asegurar que sus agentes no tienen interés en monitorear actividades sociales o políticas y que las investigaciones que tocaron a grupos de activistas estuvieron siempre respaldadas por pruebas de que había actividades criminales o violencia política. Varios grupos de libertades civiles rechazaron estos argumentos, señala el Times. A mediados del año 2004, el FBI ha puesto en práctica planes y operaciones de espionaje interno orientados a intimidar y agredir a los adversarios de la política belicista del gobierno de Bush. La metodología de persecución, acopio de información y procedimientos operativos se basan en postulados de la "guerra contraterrorista" externa. Se identifica a los activistas "antiguerra" y "anti-Bush" como incursos dentro de un "eje del mal" interno que amenaza la seguridad nacional de EEUU. La metodología "contraterrorista" del FBI aplicada contra los activistas "antiguerra" busca crear cierta mentalidad para confundir al terrorismo externo con toda oposición que pueda producirse dentro del país. La premisa básica es que toda persona que se oponga a la política extranjera o interna del gobierno es, por obligación, culpable de auxiliar e incitar a los terroristas. Durante la Convención Nacional Demócrata, celebrada en Boston en agosto del año 2004, y la convención del Partido Republicano en la ciudad de Nueva York a principios de septiembre, la Fuerza de Tarea Conjunta Contra el Terrorismo (JTTF]) del FBI movilizó a sus agentes para que espíen, interroguen y amenacen a los manifestantes contra la guerra, inclusive interferir con sus actividades para rendirlas obsoletas. Violando los derechos democráticos básicos y constitucionales, la JTTF actualmente mantiene bajo vigilancia y en varios casos ha interrogado a docenas de personas en por lo menos seis estados acerca de sus acciones y opiniones en contra de la guerra. La JTTF ha visitado los hogares y lugares de trabajo de opositores a la guerra, así como también a amigos y a parientes. En ninguno de los casos se comprobó evidencia de actividad delictiva -ni perpetrada ni calculada- por parte de los individuos interrogados, no obstante lo cual el grupo especial del FBI los tiene fichados e identificados como "terroristas. | Tras los ataques del 11 de setiembre a Nueva York, el fiscal general John Ashcroft habilitó al espionaje interno a realizar tareas hasta entonces no permitidas, como revisar sitios de Internet o mezquitas, por ejemplo.
Según Ther New York Times, así se investigó no sólo a organizaciones que podrían tener actividades terroristas sino a grupos y ONG que, según la Casa Blanca, podría servir a aquellas aunque sea indirectamente.
Un documento del FBI señala que investigaron hasta a grupos de trabajadores católicos con "ideología semicomunista". Otro documento refiere al grupo Gente para un Trato Etico a los Animales u otros ligados a la ecologista Greenpeace.
The New York Times accedió a estas pruebas gracias a que el grupo ACLU, Unión de Libertades Civiles, invocó la Ley de Libertad de Información (Freedom of Information Act) para desclasificar documentos de entes públicos, en este caso el FBI.
Unos 150 grupos de protesta o actividades sociales habrían sido investigados, dice la información. Hay entidades que se oponen a la invasión a Irak y a la guerra. El Gobierno investigó si eran "anarquistas" o con lazos con grupos "violentos". "Este gobierno involucró a cada agencia posible, desde el Pentágono al FBI y al Consejo de Seguridad Nacional, a espiar a los estadounidenses", dijo al Times una directora de ACLU, Ann Beeson. Siguiendo las pautas establecidas por la política del gobierno de Bush tras los ataques terroristas del 11 de septiembre, el FBI argumenta que se ve obligado a poner en práctica estas medidas debido al estado de "guerra contra el terrorismo", la cual -según el criterio oficial- está por encima a todas las libertades civiles fundamentales, inclusive la Primera Enmienda a la Constitución, que garantiza la libertad de expresión y la asociación libre. El ex Fiscal de la nación, John Ashcroft, compareció ante el Comité Judiciario del Senado en diciembre, 2001, para explicar la lógica en la que el gobierno se basaba para adoptar las medidas dictatoriales de "seguridad interna". Ashcroft defendió las acciones del gobierno para crear tribunales militares secretos en los cuales enjuiciar a individuos acusados de ser terroristas y puntualizó que todo el que criticara esas medidas "le estaba dando munición a los enemigos de Estados Unidos". Luego formuló una advertencia: "A aquellos que les gusta asustar a la gente que aman la paz con el fantasma de las libertades que han desaparecido les tengo este mensaje: las tácticas de ustedes sólo ayudan a los terroristas, pues socavan la unidad nacional y disminuyen nuestra determinación". Para las victimas, este espionaje no es más que la resucitación del maccartismo, cuyo objetivo es silenciar a los los grupos, activistas y dirigentes que se oponen a la estrategia belicista y las distintas políticas represoras de la administración Bush. La Unión pro Derechos Civiles de Estados Unidos (ACLU) informó en varias oportunidades el año pasado, que agentes del FBI vigilaban constantemente las actividades de los activistas políticos que planeaban manifestarse en varios acontecimientos políticos protagonizados por Bush, inclusive la Convención Nacional Republicana en septiembre. El mismo esquema "preventivo" repitieron antes de la gran fiesta de asunción del segundo mandato de Bush en Washington, oportunidad en que fueron detenidas centenares de personas fichadas como "terroristas" en los archivos del JTTF. El 16 de octubre pasado,The New York Times reportó que tres hombres en el Estado de Missouri, fueron perseguidos por agentes federales por varios días durante el período previo a la realización de la convención Demócrata. Según el diario, agentes del FBI visitaron los hogares de los padres de los jóvenes y los interrogaron acerca de las actividades y creencias políticas de sus hijos. Los tres habían planeado participar con un grupo activista en una manifestación contra Bush durante la convención, pero no pudieron salir del estado debido a una orden jurídica que los obligó a comparecer ante un gran jurado federal el 29 de julio. Para las organizaciones de derechos humanos y los grupos de activistas la persecución que el FBI ha puesto en marcha es un elemento muy importante de la "guerra contra el terror" del gobierno de Bush. Y es con esta "guerra" -señalan- que el gobierno ha buscado, desde un principio, la manera de sembrar el pánico proveniente de peligros externos y así justificar las medidas dictatoriales puestas en práctica por el estado mismo. Inmediatamente tras los ataques del 11 de septiembre, el blanco principal de estos ataques fueron inmigrantes árabes y musulmanes.
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