Antimilitarismo(s), reflexiones de los Miercoles Libertarios
por Miercoles Libertarios Wednesday, Apr. 26, 2006 at 1:06 AM
miercoleslibertario@yahoo.es
"Por eso las luchas anarquistas se plantean principalmente como una transformación cultural, constante y cotidiana, local, que busca a la vez la liberación del individuo y del colectivo, de las comunidades"
::::::::::::::::Antimilitarismo(s)::::::::::::::::::::::
Reflexiones acerca de las jornadas de discusiones sobre antimilitarismo realizadas entre el 15 de febrero al 22 de marzo
Nos encontramos desde la práctica de la pedagogía libertaria no para dar y recibir conocimiento, sino para construir permanentemente la autonomía colectiva y de los individuos que participamos. En esta práctica sin autoridad nos damos cuenta que las relaciones de poder han impregnado no solo las relaciones a nivel macro sino nuestra cotidianidad y cultura. El militarismo es una de las herramientas de esta sistema (capitalista) para seguir dominando-jerarquizando (como lo es el patriarcado) la vida de tod@s los seres de este planeta.
En Colombia vemos que las Guerras de Baja Intensidad (GBI), que no son nuevas, buscan homogenizar la cultura para seguir al servicio de unos pocos, buscan prácticas sociales para ser funcionales; estas GBI obedecen a un modelo de dominación que tiene como medio la guerra, para generar un estado permanente de terror, de zozobra, una “cultura del miedo” en donde el peor enemigo no son los otros sujetos, sino uno mismo; la guerra como herramienta de control de las comunidades y los individuos, del territorio y de los recursos, busca romper los lazos sociales y generar una permanente situación de incertidumbre y miedo que permita la implantación de megaproyectos sociales, impulsados por el gobierno y las multinacionales, apoyándose en los paramilitares. Igualmente esta situación de guerra “permanente” sobre las gentes busca legitimar reformas a la legislación y a otros aparatos de estado para facilitar el control social.
Desde una lógica estratégica (lógica que reproduce las estructuras militares de domino), podemos decir que los ejércitos de izquierda han logrado mantener una determinada resistencia en territorios ricos en recursos naturales; lugares donde los paramilitares y el ejército, apoyados desde el gobierno, las multinacionales y los grandes terratenientes de las regiones, han intentado penetrar, se han encontrado con hombres y mujeres dispuestos a disputarse el control, como sucede en las guerras, de los territorios, los recursos y la población. Sin embargo, la población es entendida, no como gentes, sino como otro objetivo estratégico de control, que hay que dominar, ya sea por medio de la “ideologización”, la “conceintización”, o la “exterminación”. La lógica estratégica implica una diferenciación de los fines y los medios. El fin del militarismo de izquierda es claro: tomarse el poder, la dictadura del proletariado, el gobierno de la “vanguardia” en lucha. Los medios son los necesarios para llegar a ese fin o fines, la libertad es el futuro, ¿y el presente?
Además, en las GBI los ejércitos (llámense de izquierda o derecha) y la guerra son funcionales al mismo negocio de la guerra; pues esta es contra las gentes, los colectivos y los individuos como mecanismo de control social, político, cultural y económico. Los paramilitares niegan la autonomía con supuestos órdenes locales; siembran constantemente el miedo. Aparatos estatales como el ESMAD intimidan ahora campos y ciudades; su código de policía y estructuras jurídico-políticas nos acorralan cada día más; las UPJ atiborran las ciudades para encerrar a cualquiera que no sigua las normas de conducta jerárquicas, homogeneizantes y patriarcales; el militarismo de izquierda reproduce las practicas de dominio y control. Nos encontramos entonces frente a un proceso de militarización de las comunidades y los individuos.
Así, los ejércitos (de izquierda o derecha) y la sociedad impuesta, obedecen a unas practicas culturales que impiden la transformación, en el hoy y el ahora, de las relaciones sociales donde se reproducen prácticas de dominación cotidianas que sustentan la dominación política y económica a nivel macro, y se alimentan de las mismas para sustentar su dominación cotidiana. En los ejércitos, las prácticas culturales como el patriarcado y la legitimación de una estructura jerárquica de mando, niegan las posibilidades de transformación de las relaciones sociales cotidianas de dominación.
En contraposición a estas estructuras, las luchas anarquistas se plantean poliformes, es decir, la construcción de pluralidad de luchas frente a la dominación desde las diferentes prácticas cotidianas. Las luchas anarquistas no solo se quedan en las micro-relaciones sociales, también buscan una transformación a nivel económico y político macro; la anarquía es una creación diaria de resistencia desde lo cotidiano, sin dirigentes ni dirigidos; no hay diferencia entre fines y medios, por el contrario se busca una coherencia entre los actos como luchas por la libertad, pero también como actos liberadores, la revolución es hoy, es aquí, con todos y todas.
Por eso las luchas anarquistas se plantean principalmente como una transformación cultural, constante y cotidiana, local, que busca a la vez la liberación del individuo y del colectivo, de las comunidades. Es decir, son las luchas por la autonomía individual como por la autonomía popular de las comunidades y colectivos. Es una revolución social que propone la deconstrucción de poderes centrales y poderes de dominación cotidianas, para construir relaciones horizontales de mutuo apoyo y solidaridad, es una construcción social coherente con la vida y la dignidad.
Estas luchas anarquistas, diversas, poliformes, no encajan dentro de una estructura jerárquica y patriarcal como lo son los ejércitos, pero tampoco con la cultura homogeneizante y dominante, por eso el antimilitarismo no solo lucha contra los ejércitos, sino también contra la militarización de la sociedad, su jerarquización y patriarcalización que se construyen sobre el individuo y el colectivo. Son rebeliones contraculturales, antimilitaristas, cotidianas, locales, individuales y colectivas que se realizan en el hoy y en contextos concretos. Los antimilitarismos, como los anarquismos, son diversos, pero se encuentran en común frente a la revolución social, es decir, la revolución, la rebelión, la transformación de las relaciones sociales para volverlas liberadoras. Ser antimilitarista en el contexto histórico de las luchas es una revolución para la transformación social en todas sus posibilidades y alternativas, ya que la acción política de los individuos o colectivos es diversa; luchas feministas, teniendo en cuenta que no toda mujer es sumisa o pacifista por su condición maternal; resistencias raciales, resistencias animales, luchas por la emancipación del individuo, por un trabajo digno, por la socialización de la tierra; en general, por una vida digna de cualquier ser vivo.
Los antimilitarismos como medios y fines, es decir, como herramientas de las luchas anarquistas para la transformación social y cultural, también son en sí mismos, en los actos y acciones antimilitaristas, actos y acciones transformadoras, contraculturales y liberadoras.
miercoleslibertario@yahoo.es
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