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General: âââ Ayuden a Julito a encontrar el acento.âââ
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De: esteban_casa챰as (Mensaje original) |
Enviado: 10/04/2006 23:26 |
“”” Ayuden a Julito a encontrar el acento.”””
Julito escribe para el Juventud Rebelde, no puedo asegurarles que lo haga, cabe la posibilidad de que solo escriba dictados, yo lo comprendo. El no conoce las causas por las cuales muchos cubanos al emigrar pierden su acento y vive preocupado por ello. Es plausible su actitud por un lado, se preocupa mucho por sus coterráneos, bueno, aquellos que un día lo fueron. Solo por un lado es digno de celebrar porque esa actitud la he encontrado entre mucha gente de nuestra isla del lado de acá, ¿pero somos solo nosotros? Claro que no, pero Julito no lo sabe porque nunca ha salido de la jaula donde canta rebosante de felicidad. Aún así, le presenta al pueblo las razones que él, todo un experto en la materia, considera importantes de análisis y agravantes para un juicio en contra de los que estamos del lado de acá, dice él: …Resulta increíble cómo una persona modula totalmente su voz, que llega el momento en el que el timbre original se desfigura por completo…. No puedo negarle la razón, esa experiencia me tocó vivirla de muy cerca cuando mi familia arribó a esta orilla de la playa. Todos, absolutamente todos, tenían modulada la voz y apenas era perceptible al oído humano lo que decían cuando se expresaban en público. Te lo juro Julito, lo hacían con un miedo terrible y no fueron escasas las oportunidades en las cuales me sacaran de juicio. Me llevaron al extremo de casi gritarles en una guagua, ¡Carajo, hablen sin pendejadas!, aquí se encuentran viviendo en un país libre y a nadie de los presentes les importa un comino lo que ustedes digan. Bueno, por un lado había que moderar el tono de la voz por la razón que acabo de exponer, mi gente debía adaptarse a vivir sin miedo. Pero no dejo de quitarle la razón, otros, deben moderar ese tono acorde al medio donde habitan, pero esa parte la ignora Julito porque vive muy feliz en su jaula y se le debe alguna explicación. ¡Mira Julito!, no hay que hablar mucho. ¡No cuadra, men! Aquí no encajan las chusmerías de solares, la música puesta a cien watts de salida, las vulgaridades de las colas, el jamoneo de los camellos, la gente sonándose una botella de chispaetrén en la acera, sencillamente no cuadra y hay que adaptarse a vivir en esta sociedad, la que sea, yo vivo en Montreal, Canadá. Dice Julito: …Quizá en algunos de estos seres, en realidad, influya el tiempo de permanencia en determinados sitios, pero en otros no pasa de una absoluta sandez que se sustenta en varias razones. Entre las principales se cuentan la inmadurez, incultura; desapego a sus raíces; snobismo... Vamos a ver cómo rayos justificamos las razones que conducen a esa “sandez”. ¿Inmadurez? ¿Podemos afirmar entonces encontrarnos ante la presencia de una emigración joven e inmadura o, viejos que nunca maduraron y se pudrieron verdes en la mata. Julito discúlpame una sola pregunta, ¿nos encontramos hablando del “hombre nuevo”, el que deseaba ser como el Ché? Bueno, si hablamos de extraterrestres te ofrezco mil disculpas. ¿Incultura? Tienes razón Julito, hoy más que nunca me encuentro vinculado a la comunidad cubana y puedo asegurarte que del material exportado actualmente por ustedes, considero (y es una opinión muy personal y quizás exagerada), solo un diez por ciento posee cultura y un veinte por ciento nivel de escolaridad aceptable. Ya sabes, en el oficio de vaginas y penes no se requiere ir a la universidad. ¿Desapego a sus raíces? Tienes mucha razón, pero, ¿analizaste profundamente sus raíces o solo a superficie de tierra? No se puede juzgar a la ligera Julito, hay que escarbar un poco más en la tierra. ¿Quedarán deseos de conservar raíces allí, donde el pasado resulta ser una pesadilla? ¿Te imaginas dentro de la piel de la jinetera que nunca quiso serlo? ¿Te imaginas en el lugar del pinguero que lo fue por escapar de tu jaula? Muchos desean emprender otra vida, ¿no lo comprendes?, no olvides que estamos hablando del hombre nuevo, el que deseaba ser como el Ché. ¿Snobismo? Tienes toda la razón del mundo, los hay y los he conocido, pero solo son un por ciento insignificante dentro de los dos millones de cubanos en el exilio. Yo les diría estúpidos por muchas razones, pero también se requiere una profunda investigación para arribar a conclusiones definitivas. Pero bueno, tampoco es criticable esa actitud cuando se vive en una sociedad donde se goza de plenas libertades, ¿las conoces? Supongo que no porque para ti la libertad es ir gratis a una escuela, hospital o practicar deporte, ¿no crees que es muy limitada? Dice Julito: …Compartí estudios con un joven que ahora vive en Canadá. Vino un día, lo encontré en la calle y sufrí su catálogo de venturas y éxitos. Pero unas cuantas beers le aflojaron la conciencia y me contó que él pide las cosas por señas en Montreal. En los bares solicita con ademanes la cerveza. ¿Por qué?, le dije. «Porque no quiero que me oigan hablar y se delate mi procedencia», contestó. Y no tiene la piel oscura, ni siquiera trigueña. Es rubio, de ojos azules y supera los seis pies de estatura, pero solo si habla puede saberse que no es canadiense… Julito, ya te dije con anterioridad que vivo en Montreal. Es una ciudad multicultural donde más del treinta y siete por ciento de su población es inmigrante. De toda la provincia de Québec con aspiraciones separatistas, es precisamente en esta ciudad, la segunda en importancia de todo Canadá, donde pierden esas aspiraciones por dividir al país. Todas las razas, credos y prácticas políticas viven en armonía en esta ciudad. No es el paraíso, pero es un ejemplo de cómo puede vivir el mundo con tolerancia y respeto hacia los demás. Dile a tu amigo que pase por mi restaurante situado en el 1799 de la calle Amherst, se llama “Cuba Saveur Tropicale”. Lo invito a que me haga esa extraordinaria historia que te contó entre laguers. Julito dijo: …Si al paisaje sonoro se le suman irrisorias estrategias verbales «de afuera», que degradan vocabulario, cultura y costumbres, y contribuyen también a confundir a personas con poco anclaje a suelo firme, a muchachos en formación, cerebros desprotegidos, etc, entonces todo se complica…. Bueno Julito, según tú, somos los que estamos del lado de acá, los protagonistas o causantes de esas confusiones mencionadas, degradantes del vocabulario, ¿vocabulario?, ¿consideras que en la isla se habla verdaderamente español?, ¿confundimos la cultura y costumbres? Es una verdadera lástima que solo puedas estar limitado a escribir en ficción desde tu jaula. Yo mismo te invitaría a recorrer lugares, donde te encontrarás a muchachitos de una tercera generación de cubanos con mucha más cubanía que tú y que yo. ¿Muchachos en formación, cerebros desprotegidos? ¿Protegidos como en Corea del Norte? Julito, hay tantos temas interesantes por escribir sobre nuestra nación, bueno, la tuya, porque ya no pienso regresar más. Trata de buscarle una explicación o justificación a tanta degradación moral y la destrucción económica y social experimentada en la isla a partir del cincuenta y nueve. Búscale una explicación a la división de la familia cubana, a las ansias de muchos por emigrar de un país donde antes era foco o meta de muchos inmigrantes. Pregúntate un día que pasó con nuestra industria azucarera, nuestra ganadería, nuestra pesca, nuestra agricultura, nuestra amistad. ¿Nuestra amistad? Eres capaz de confiar en los “amigos” o compañeros. Dile a tus padres que te hablen de la prostitución antes de Castro, pregúntales si los padres aceptaban a los clientes en sus casas. Tal vez, cuando profundices en tus preguntas, encontrarás dónde se encuentran tus acentos y sonoridades a la hora de hablar de muchos por acá.
Esteban Casañas Lostal. Montreal..Canadá. 2006-04-10
¿Dónde diablos dejaste el acento?
Julio Martínez Molina VÍCTOR Hugo decía que «viajar es nacer y morir en cada segundo». No lo he podido confirmar; lo que sí parece que muere en los viajes es el acento natal de varios de los afortunados.
Resulta increíble cómo una persona modula totalmente su voz, que llega el momento en el que el timbre original se desfigura por completo. Quizá en algunos de estos seres, en realidad, influya el tiempo de permanencia en determinados sitios, pero en otros no pasa de una absoluta sandez que se sustenta en varias razones.
Entre las principales se cuentan la inmadurez, incultura; desapego a sus raíces; snobismo...
No obstante, molesta ver cómo una persona que lleva tres meses en España ya es más gallego que Julio Iglesias. Hace poco hablaba con alguien que no mucho atrás brincó el Atlántico (At-lántico, como dice él).
Aunque duele, lo que menos importaría aquí es que este país perdió un licenciado con tanto esfuerzo que le cuesta formarlo durante 18 años de educación gratuita; lo que más se lamenta es que ese hombre se perdió a sí mismo. Ya no es cubano, le cuesta tanto adherirse a nuestros patrones nasales, guturales, vocales que casi vomita al hacerlo, cuando a veces se le escapa.
Pero lo gracioso es que tampoco es español. Los europeos, no importa la pinta caucásica del sujeto inmigrante, reconocen una voz ajena a kilómetros, y a la larga, será otro sudaka (así le llaman a los latinoamericanos) tratando de disimular sus esencias para pasar por uno más.
La necesidad de integración, el deseo urgente de formar parte de la nueva sociedad receptora les impulsa desesperadamente a adoptar costumbres, modismos y proyectar la voz al modo local, hasta conocer su jerga.
Se parecen al tiburón alfombra, que adopta los colores del arrecife. Solo que el escualo lo hace para cazar; y nuestros amigos, para no ser cazados por la burla, el desprecio, la intolerancia o cuando menos la compasión. Excepción hecha con algunos «tíos» que por el tipo de labor que desempeñan, bogaron con mejor suerte.
Compartí estudios con un joven que ahora vive en Canadá. Vino un día, lo encontré en la calle y sufrí su catálogo de venturas y éxitos. Pero unas cuantas beers le aflojaron la conciencia y me contó que él pide las cosas por señas en Montreal.
En los bares solicita con ademanes la cerveza. ¿Por qué?, le dije. «Porque no quiero que me oigan hablar y se delate mi procedencia», contestó. Y no tiene la piel oscura, ni siquiera trigueña. Es rubio, de ojos azules y supera los seis pies de estatura, pero solo si habla puede saberse que no es canadiense.
Al menos tal clase de personas hace su vida allí y en cierto modo llegamos a comprender las causas de su metamorfosis. Las que sí no «capichi niente» son las de los «viajeros ocasionales», donde figuran muchas personas con sólidos cimientos culturales pero también otras, más influenciables.
Y ahí viene lo lindo: llegan aquí, y no más dicen cuatro palabritas con su artificial paquete léxico-sonoro, ya el incauto que los oye transmite el contenido a otro, generando una cadena tan maligna como las venéreas y convirtiendo lo importado en autóctono.
Si al paisaje sonoro se le suman irrisorias estrategias verbales «de afuera», que degradan vocabulario, cultura y costumbres, y contribuyen también a confundir a personas con poco anclaje a suelo firme, a muchachos en formación, cerebros desprotegidos, etc, entonces todo se complica.
¿Serán estas cosas del Orinoco (que yo no entiendo ni tú tampoco), de la Globalización o de la imbecilidad humana?. «Vete a saber», solía decir también Víctor Hugo cuando le preguntaban algo. Julio Martínez Molina Corresp@jrebelde.cip.cu http://www.jrebelde.cubaweb.cu
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De: Elpidio3747 |
Enviado: 12/05/2006 01:10 |
por cierto felix creo que fue esto lo que publico la verdad que no lo vi,y en la misma pagina escribi yo y no lo vi..........pero bueno se lo subo ahora para que vuelba al ruedo...vamos aver si julito encuentra el acento....... |
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