La Operación Milagro, encaminada a restaurar la visión de forma gratuita a millones de latinoamericanos y caribeños, cada año, a pesar del alto contenido humano y solidario que entraña, paradójicamente suscita opositores entre los que "odian y desprecian", especialmente en las filas de oftalmólogos egoístas y ricos que cobran hasta miles de dólares por una sola operación. Nuestros oftalmólogos y el resto del personal de la Salud han mostrado dedicación Desde que Cuba, con su capital humano y voluntad política, iniciara hace casi dos años esta lucha contra ese gran flagelo de la humanidad que es la ceguera, les ha devuelto la visión a casi un cuarto de millón de personas en nuestra América, muchas de las cuales llevaban décadas sin poder disfrutar de ese importante sentido de la visión. Las razones de ese revolucionario programa tan admirado por los pueblos son fáciles de encontrar. Según estimados a nuestro juicio conservadores, de la Organización Mundial de la Salud, existen en el mundo 50 millones de personas ciegas, de las cuales más de un millón y medio son niños menores de 16 años. En América Latina y el Caribe, calcula la OMS, por cada millón de habitantes hay 8 000 ciegos. Por lo tanto, la cifra de esta ceguera prevenible alcanza a más de 4 millones y medio de personas, las que mayoritariamente se ven impedidas de recibir tratamiento debido a las políticas neoliberales imperantes, que convierten a la Medicina en una mercancía más. Hace unos días, un diario caribeño, Jamaica Gleaner, recogía declaraciones del doctor Albert Lue, jefe del Departamento de Oftalmología del Kingston Public Hospital (KPH), quien invocando un "sondeo" realizado entre pacientes operados en Cuba, intentaba poner en duda el alto nivel científico de nuestros especialistas, sus procederes quirúrgicos y la tecnología que emplean. La Oftalmología cubana ha abierto sus puertas a todos los pacientes con catarata, con bajos recursos económicos, que no tienen acceso a la atención en sus países, y luego de una valoración médica exhaustiva se intervienen quirúrgicamente incluso los que presentan alguna enfermedad asociada, siempre que científicamente se determine que tienen posibilidades de alcanzar una "visión útil" para poder valerse en sus actividades habituales básicas, y rescatarlos así de la ceguera. Se operan, por tanto, pacientes que presentan las denominadas "cataratas duras" (de larga evolución), las que están asociadas a glaucoma, a traumatismos, a degeneración macular relacionada con la edad, miopía alta y algunas otras afecciones que conducen a incapacidades visuales o a la ceguera total, que normalmente en los Servicios de Oftalmología son excluidos a fin de evitar las mayores posibilidades de complicación que pueden presentar estos enfermos. No obstante ello, atendiendo al nivel científico de nuestros profesionales, las avanzadas técnicas de microcirugía ocular que se aplican y el moderno equipamiento de que disponen, es posible afirmar que, incluyendo a los pacientes calificados de mayor riesgo, el pronóstico de la cirugía de catarata es muy bueno, con un bajo índice de complicaciones, según estadísticas mostradas a Granma por los especialistas del Instituto Cubano de Oftalmología Ramón Pando Ferrer, de Ciudad de La Habana, que tienen a su cargo la Dirección Científica de la Operación Milagro. Actualmente nuestro país cuenta con alrededor de 600 oftalmólogos y más de 1 200 residentes en formación (con estudios que abarcan hasta tres años), que incluye la práctica quirúrgica en modernas instalaciones dotadas de un alto nivel tecnológico para el entrenamiento en animales de experimentación. Para el diagnóstico temprano del glaucoma se emplea el más moderno equipo del mundo, el HRT-II (topografía de nervio óptico y retina); para el diagnóstico precoz de afecciones maculares, el OCT-3 (topografía de coherencia óptica); la Facoemulsificación para realizar cirugía por microincisiones con Ultrasonido; el Microscopio Confoscal para determinar afecciones de las diferentes estructuras de la córnea; y el Eximer Láser para la cirugía refractiva: miopía, hipermetropía y astigmatismo, entre otros. La Operación Milagro sustenta otro de sus principios en la garantía que les ofrece a los pacientes de suministrarles, de forma gratuita, todos los medicamentos que requieran, antes, durante y después de la cirugía. Aunque el mayor número de pacientes que se operan por este programa están aquejados de catarata, también son intervenidos cuando presentan otras afecciones de la visión, como pterigion (carnosidad en los ojos), estrabismo, ptosis (caída del párpado), glaucoma, retinopatía diabética, retinosis pigmentaria, etcétera. En el diálogo que sostuve ayer con oftalmólogos del Pando Ferrer, el doctor Juan Raúl Hernández Silva, vicedirector técnico de la institución y miembro del Consejo de Directores de la Organización Panamericana de Oftalmología, me narraba el caso de un paciente de la Operación Milagro que llevaba 30 años sin visión, y solo después de la cirugía practicada en Cuba pudo ver por primera vez a un hijo suyo que ya tenía 20 años. Por su conocida historia de solidaridad y humanismo, y en su búsqueda indeclinable por un mundo mejor, que es posible, Cuba se inscribe por derecho propio en el bando de los que "aman y fundan". En este nuevo y definitivo despertar de nuestro continente, aunque mucho les pese a viejos y nuevos detractores, esta "nueva luz de América" (la Operación Milagro) hará prevalecer sus solidarios designios ⢠Tomada de Granma |