Bush poda el Estado de bienestar El número de personas, en su gran mayoría madres solteras con niños, que cobran ayudas ha caído en picado. Más madres solteras con hijos deberán trabajar para obtener prestaciones y se disparará la necesidad de guarderías
La casi extinción de la criticada welfare mom-madre soltera que cobra prestaciones sociales- en Estados Unidos se considera el éxito más destacado del pacto contra natura entre el por entonces presidente demócrata Bill Clinton y el Congreso republicano de Newt Gingrich, en el año 1996.
Bajo el lema del welfare to work se eliminó la garantía federal, que databa de los tiempos de Roosevelt, de que familias pobres sin trabajo y con niños tenían derecho a recibir una prestación mínima. Se estableció entonces un máximo de cinco años, durante toda la vida, en que una familia podía recibir prestaciones y condicionó el talón mensual del welfare a que se hicieran trabajos y/ o actividades de formación y preparación para poder estar en condiciones de incorporarse al mercado normal de trabajo.
Diez años después, el número de personas - en su gran mayoría madres solteras con niños- que cobran prestaciones del welfare ha caído en picado, de casi 14 millones a 4,4 millones. Que esto coincidiera con un fuerte descenso del porcentaje de familias monoparentales con niños en pobreza del 41,5% en 1995 al 33% en el 2000 causó sensación. Programas semejantes aparecieron como setas en Europa y formaron la piedra angular de la reforma del welfare state británico bajo el entonces clintonófilo Tony Blair. Esta semana se ha terminado de definir la siguiente fase de welfare to work.Se pretende ampliar del 32% actual al 50% el porcentaje de los 4,4 millones de receptores de subsidios que realizan trabajos mientras cobran prestaciones. Deben trabajar al menos 30 horas a la semana, 20 en el caso de que tengan mas de seis niños. Ala vez, se endurecerán los requisitos sobre la clase de formación o enseñanza que puede realizarse mientras se paga las prestaciones de welfare.
Según explicó a La Vanguardia Sharon Parrott, del Centro sobre Presupesto y Prioridades de Política (CEPR) en Washington, el 30% de las actividades de formación ya no tendrán validez en el nuevo programa. "En la mayoría de los casos estas actividades vocacionales son imprescindibles porque se trata de gentes con dificultades mentales y/ o físicos y de toxicómanos". Robert Rector, del conservador Heritage Foundation, uno de los arquitectos del nuevo plan, responde: "Esto es exactamente lo que dijo la izquierda en 1996. Pero no hay muchas diferencias entre el perfil de los que cobraban welfare entonces y los de ahora. Lo fundamental en esta última reforma - añade- es que la gente no reciba premios por ser perezosa".
Los escépticos respecto a los programas welfare to work sostienen que el factor clave de su éxito en los años noventa estriba en la elevada demanda de mano de obra y no en la oferta. Tras una fuerte expansion del empleo en la segunda presidencia de Bill Clinton, el número de parados de larga duración cayó del 8% de la población activa al4% en el año 2000. El número de mujeres afroamericanas - núcleo de las welfare moms-con trabajo ascendió del 55% a principios de los noventa a 61,3% en el 2000, una cifra auténticamente récord. Por su parte, el porcentaje de mujeres afroamericanas que cobra menos de nueve dólares la hora cayó del 46% en 1990 al 36,5% en el año 2000, un mínimo igualmente histórico.
Pero desde la recesión de 2000-2001 estas tendencias no se han mantenido y tanto el empleo como los sueldos de las categorías sociales vulnerables, como afroamericanos , hispanos y mujeres, son los mas afectados. La pobreza de familias encabezadas por mujeres ha vuelto a subir 2,5 puntos porcentuales desde el 2000 al 35,5% . El empleo de mujeres afroamericanas, por otro lado, ha vuelto a caer al 58%.
Rector afirma que el crecimiento económico que se registra ahora, en colaboración con una nueva fase de palo y zanahoria en el programa del welfare to work permitirá "repetir los éxitos de los noventa". Resalta que en todas las fases anteriores de crecimiento económico durante la posguerra no se redujo ni la pobreza ni la cultura de la dependencia. "Aunque los republicanos creen que el welfare to work puede formar parte de su plan de reducir el abultado déficit publico a la mitad antes del año 2009, hay un fallo de lógica en ese razonamiento, según dice Heather Bousheyk, del centro de investigación económica (CEPR). "Esto se debe a que donde más se ha avanzado en programas welfare to work,las autoridades han tenido que realizar fuertes inversiones e invertir en guarderías publicas. En algunos estados del sur se ha ampliado drásticamente la oferta pública de servicios de centros preescolares, lo que permite que la ex welfare mom cumpla con su deber de trabajar fuera de casa, tal y como lo definen los hombres en Heritage. Pero eso cuesta dinero, probablemente más de lo que se ahorra en prestaciones de welfare no cobradas, según afirma Boushey. Para los impulsores del welfare to work "no se puede pagar a madres para que se queden en casa, porque deberían estar trabajando", dice. Por esa razón, "el número de niños que necesitan guarderías se está disparando", añade Parrott. Pero la nueva ley sólo asigna 200 millones de dólares al año a la creación de nuevas guarderías, menos de una octava parte de lo que la Oficina Presupuestaria del Congreso considera necesaria para cuidar a los niños cuyas madres se verán forzadas a trabajar en la nueva fase de welfare to work.Así están las cosas.
ANDY ROBINSON