“Si esto fuera una dictadura,sería muchísimo más fácil,
mientras yo fuera el dictadorâ
George W. Bush
El Plan para la anexión de Cuba publicado por Bush en mayo de 2004 incluyó, entre otras muchas cosas, duras restricciones en materia de visitas, remesas y envíos que afectan gravemente a las familias cubanas. El Informe aprobado el 10 de julio del año actual ratifica ese Plan y refuerza aun más esas crueles prohibiciones.
Recordemos que conforme a su Plan los cubanos residentes en Estados Unidos fueron despojados del limitado derecho que entonces tenían para visitar, sólo una vez al año, a sus familiares en Cuba. A partir de aquella fecha tienen que solicitar y obtener un permiso especial para poder hacerlo, siempre y cuando entre una visita y la siguiente hayan transcurrido por lo menos tres años. Por si esto fuera poco Bush se arrogó la facultad de redefinir el concepto de familia excluyendo a tíos, sobrinos, primos y otros parientes. Como si poseyera una autoridad divina decidió, -porque le dio la gana-, que la familia sería reducida sólo a cónyuges y a padres e hijos, y abuelos y nietos.
Los familiares -restringidos de ese modo-, para colmo sólo podrían ser autorizados a encontrarse una vez cada tres años y por un máximo de dos semanas. Fueron eliminados completamente los llamados permisos humanitarios con lo que han impedido viajar a varios casos de personas que deseaban acompañar a un enfermo grave o asistir al sepelio de la madre.
Todas esas medidas son discriminatorias y claramente contrarias a la Constitución y la legalidad norteamericana. Los cubanos y sus descendientes radicados en Estados Unidos son tratados como si fuesen personas inferiores a las cuales se les impone limitaciones a sus derechos individuales que no existen para ningún otro segmento de la población de ese país.
No hay nada parecido para nadie más. No existe ninguna otra disposición que regule los vínculos de los demás habitantes de Norteamérica con los países de donde emigraron ellos o sus ascendientes. Como se sabe, salvo lo que queda de las poblaciones aborígenes, todos los demás llegaron o, en el caso de los esclavos africanos, fueron obligados a hacerlo, de algún otro país.
La burocracia federal no se ocupa en lo absoluto de cuantas veces alguien visita el país de sus ancestros, o cuanto remesa a sus familiares, o que cosa envía a quien. Los cubanos son obviamente víctimas de una discriminación que sólo le es impuesta a ellos con lo cual se les convierte en un grupo especial fuera de la protección de la Constitución y las leyes.
Cuando comenzaron a aplicar esas medidas en 2004 hubo incidentes en el aeropuerto de Miami. A duras penas escapó entonces de la furia popular un personajillo de la fauna batistiana promotora de la inhumana política. Transcurrieron dos años en los que no han faltado las protestas y tampoco el llanto, el dolor y la rabia.
El archiconservador Bush, que se supone debe promover por encima de todo la santidad de la familia y sus valores, el demagogo que alguna vez dijo “la familia es el lugar donde nuestra nación encuentra la esperanza”, arremete con furia hitleriana contra la familia cubana.
El Informe de este año se congratula por los sufrimientos que ha causado. Con total desvergüenza afirma, en la página 29, que “estas medidas han sido exitosas y debemos continuar implementándolas”.
Pero no sólo eso. En la siguiente página anuncia que a partir de ahora las aplicará con mayor rigor. Para ello creará un grupo especial que unificará las acciones de los diversos mecanismos represivos norteamericanos. Pero además emite una directiva para “dar curso a investigaciones criminales, incluyendo acusaciones ante tribunales” para posibles violaciones a sus arbitrarias restricciones en materia de viajes a Cuba. Y agrega asimismo nuevas prohibiciones en cuanto a los envíos de remesas y a los servicios que puedan utilizar quienes sean autorizados a visitar a sus familiares en Cuba.
Hasta el 10 de julio los supuestos violadores podían ser objeto de una multa. Desde ese día se amenaza además con la cárcel a quienes sean acusados de “involucrarse en organizar o facilitar operaciones relacionadas con viajes no autorizados a Cuba”.
Hace años el Tribunal Supremo reconoció que viajar a Cuba era un derecho de los norteamericanos. Ahora Bush, el pequeño, intenta convertirlo en una actividad criminal especialmente concebida para castigar a las familias cubanas. El dictadorzuelo, entretanto, siempre que puede abandona el trabajo para irse a retozar en Miami con su ilimitada parentela.