La etapa de la senilidad revolucionaria
En los 90s, arrasados por la crisis económica, aislados por la reacción mundial y cercados por sus propios errores, la revolución Cubana entro en su fase senil, en donde se tejieron compromisos de subsistencia económica con el capitalismo internacional, particularmente europeo y luego con el chino y se abandonaron todas las iniciativas internas de “reforma” y de “internacionalismo” hacia fuera del país.
Esta situación se vio agravada por la existencia en Cuba de instituciones y mecanismo burocráticos copiados de la Unión Soviética y los países del Este de Europa que no hicieron sino reproducir los mecanismos rígidos de esto países ante los problemas políticos y sociales.
La iniciativa se había perdido y el proceso revolucionario estaba exhausto, sangrante de la herida del monocultivo en crisis, arrastrando tras de si el cadáver de un estado burocratizado, corrupto en algunos segmentos e incapaz de solucionar ni siquiera las promesas básicas de la revolución de 1959.
El régimen apelo a las medidas mas estrictas para sobrellevar la catástrofe del “Periodo Especial” y se lanzo a una carrera de sobre vivencia que combino el mantenimiento del orden – en 1992, 1993 y 1994 se dieron corridas de “balseros” que abandonaron la isla, pero esta vez el gobierno, previéndolo, tuvo la política de dejar hacer y no oponerse para evitar otro “Mariel.”
En el orden económico, y dirigido este por Lage, Cuba se lanzo a una apertura agresiva de sus playas y centros turísticos al capital extranjero, particularmente europeo, pedro también chino.
Así como en el orden interno el régimen privilegio las relaciones con las empresas de turismo y hoteleria mundiales e hizo del turismo caro, exótico y de baja calidad al que Fidel llamo “la nueva locomotora de la economía cubana”, el país se asentó sobre una base social que comenzó a cambiar rápidamente.
Las diferenciaciones sociales, que nunca desparecieron en la Cuba post revolucionaria pero se habían amenguado notablemente, volvieron a crecer vertiginosamente. Los empleados de la hoteleria, con acceso a dólares, comenzaron a disputar a los funcionarios del partido sus privilegios o, mejor dicho, a compartir algunos de ellos.
Actualmente, miles y miles de profesionales formados para ser médicos, ingenieros o arquitectos se desempeñan como camareros, guías y guardias de seguridad de los hoteles.
Cuba tuvo que admitir la circulación de tres tipos de cambio y dos monedas nacionales diferentes, además del dólar, para acomodar esta nueva clase media emergente y dar, a cada estamento social, su propia moneda de desempeño. Los empleados de las zonas turísticas comenzaron a superar en ingresos al otro sector relativamente privilegiado: los profesionales de la salud que trabajan en clínicas y hospitales que sirven al comercio exterior cubano que también se intensifico para procurar divisas fuertes.
Por otro lado, los negocios del turismo también trajeron aparejados los negocios a la sombra de las multinacionales explotados por cubanos que pusieron restaurantes, compañías de transporte y entretenimiento para solaz de los turistas o servir a las necesidades de los crecientes números de extranjeros que venían a la Isla por tratamientos médicos. Estos sectores son hoy similares a los viejos “Kulaks” que se formaron de la mano de la NEP durante el régimen Estalinista de los 30s.
La sociedad se vio también conmovida por la aparición sin mucho control de la prostitucion, las drogas, el mercado negro y la corrupción que se crearon en los callejones de la economía de los centros turísticos. El lumpenismo creció vertiginosamente al mismo tiempo que la clase obrera industrial se encogió con el cierre de industrias, molinos, procesadoras e ingenios azucareros.
En el otro extremo de la escala social cubana, la enorme mayoría de los cubanos no tenia acceso a los dólares, ganaban salarios que rondaban los $100 – 130 dólares por mes y se les empieza a negar o retacear el acceso a los bienes de cambio introducidos a la isla con la avalancha de turistas extranjeros y pacientes de lujo de todo el mundo que concurren a los sanatorios y clínicas del país.
Los subsidios de comidas, vivienda, educación y salud al conjunto de la población sufrieron enormemente. La crisis económica obligo al gobierno a reducir a una fracción el número de alimentos y útiles racionados anteriormente; la infraestructura de escuelas y edificios públicos se deterioraron; los cubanos comenzaron a sentir el “desabastecimiento”. La ausencia de planes masivos de viviendas convirtió a las viviendas entregadas en usufructo a los trabajadores después de la revolución en verdaderos conventillos a medida que las familias crecían, se formaban nuevas parejas y familias y las casas se dividían y sub-dividían para acomodar a todos.
Las tres fracciones del Fidelismo
Cuba, Fidel y el régimen prácticamente perdieron toda iniciativa política internacional durante esta década, dedicándose exclusivamente a salvar lo que se pudiese del estatus quo. A fines de los 80s existían tres fracciones bien diferenciadas en el aparato del Estado y entre los cuadros dirigentes de la revolución.
Una mayoría “Gorbachovista” que vieron en las reformas del líder ruso una salida viable a la crisis y una continuidad del status quo.
Antes de la caída de la Unión Soviética y el Este de Europa, esta fracción contaba con la simpatía de la mayoría de la elite gobernante en la isla. A ella se enfrentaban una que sostenía la “salida china” a la crisis, es decir una combinación de tolerancia cero para la disidencia por fuera del PCC y una apertura controlada a los capitales multinacionales, además de una transformación social lenta del estado obrero hacia formas de diferenciación social.
Esta última era todavía una fracción minúscula. Los reflejos de seguir un camino independiente de la Unión Soviética se habían perdido y el Gorbachovismo aparecía como el salvador reformista del estalinismo.
Entre ambas fracciones, funcionaba una tercera, “ortodoxa”, para cuyos dirigentes – incluido Raúl Castro – no debía haber ningún cambio y las circunstancias económicas sociales de crisis eran un fenómeno pasajero. Esta fracción anidaba fundamentalmente en las Fuerzas Armadas, mas específicamente en sus cuadros jerárquicos superiores, y en algunas secciones de la seguridad del estado.
Los “chinos” – que poco y nada tienen que ver con el Maoísmo clásico – finalmente pasaron a ser una fracción casi dominante en las esferas de poder cubano cuando la catástrofe social que se desato en la Rusia post-soviética, amedrento a los “gorbachovistas” que se replegaron aterrorizados ante las consecuencias de la contrarrevolución en la “Patria del Socialismo” y se replegaron en masa a la “salida china”. Muchos “ortodoxos” cambiaron de bando también porque veían en la alternativa de la “salida china” una resolución pragmática a los problemas de “seguridad” desatados, según ellos, por las “reformas” de Gorbachov.
Los realineamientos tuvieron que ver con la realidad política cambiante después del colapso de los que los cubanos llaman el “campo socialista”. Pero fue enormemente facilitado por el hecho de que ninguna de las tres fracciones desafiaba el poder y la popularidad de Fidel. Las tres sostenían que la presencia del líder era la máxima, y tal vez única, garantía de relativa estabilidad.
¿En presencia de un renacer económico y político cubano?
Fidel, la revolución cubana y su economía parecen sin embargo dirigirse hacia una potencial salida positiva
. Por un lado, la política económica pragmática y pro-capitalista – con la que tuvo que ver mucho Carlos Lager – ayudo a sostener a Cuba a flote y el turismo – alimentado por masas de socialdemócratas europeos y norteamericanos y turistas de Latinoamérica – parecen funcionar por lo menos a un nivel sustentable.
A eso se agregaron los enormes proyectos de construcción – viviendas y hoteles mayormente – que se hacen con inversiones provenientes de Europa y China, pero también de otros países como Canadá.
No hay que despreciar el esfuerzo industrial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias comandadas por Raúl Castro que, hoy por hoy, dirigen cerca de la mitad de la economía Cubana y de las empresas del estado, incluyendo ahora – después que Lage fue desplazado de la misma – gran parte del turismo.
La infraestructura del turismo y la construcción, sin embargo, no son ni eran suficientes para avanzar en nuevas conquistas para los trabajadores y campesinos cubanos, ni siquiera para regresar a los niveles anteriores al “Periodo Especial”.
Entonces las condiciones políticas del continente Latinoamericano comenzaron a cambiar favorablemente para el régimen Castrista. Brasil, Argentina, Venezuela primero y luego Bolivia comenzaron a resurgir económicamente después de la crisis de los 90s y la situación de esos países, empujadas por la lucha de los trabajadores, campesinos, pueblos originarios y jóvenes cambio, poniendo en el poder a fuerzas burguesas y pequeño burguesas que no son hostiles a Cuba.
Chávez de Venezuela, mayormente, se transformo en un aliado estratégico de Fidel extendiéndole un certificado de sobrevivencia en la forma de petróleo subsidiado a un tercio del valor internacional (cuando el precio internacional ronda los $80 por barril, Cuba se lo paga a Venezuela a $25) y créditos baratos, así como asistencia en la renovación de infraestructura critica para Cuba.
Brasil y Argentina, y en general el MERCOSUR, han incrementado por tres el intercambio comercial con la Isla y las multinacionales que residen en esa región han incrementado sus negocios e inversiones en la patria de Fidel. De la mano de Chávez, Cuba esta ahora ingresando a la alianza regional.
Un hecho, sin embargo, vino a ayudar en ese proceso y a magnificarlo. El descubrimiento de una gran reserva petrolera entre Cuba y Estados Unidos (más cerca de Cuba).
Cuba ha estado a la búsqueda de petróleo, no siempre con éxito, durante décadas. Con ayuda soviética descubrió en 1971 el pozo de petróleo de Varadero, a ocho kilómetros de la costa Cubana, que hoy produce unos 75.000 barriles diarios o 40% del total de la producción del país. La calidad del petróleo, sin embargo, es mala, pesado y agrio.
En julio del 2004, hubo un gran golpe de suerte. La compañía española Repsol-YPF, en sociedad con la compañía petrolera estatal, CUPET, identifico reservas de petróleo de “alta calidad” en aguas profundas de los Estrechos de Florida, 30 kilómetros al Noroeste de La Habana.
Siete meses después, un informe de; US Geological Survey lo confirmo. Con fotografías especiales satelitales afirmo que el yacimiento tenía entre 4.500 y 9.300 millones de barriles de crudo y de 9.8 trillones a 21.8 trillones de pies cúbicos de gas natural.
De inmediato Cuba dividió el área de más de 100.000 kilómetros cuadrados en 59 áreas de exploración y llamo a las compañías multinacionales petroleras a explotar en sociedad con el gobierno cubano estas inmensas reservas.
Compañías petroleras de China y Canadá se sumaron así a Repsol-YPF que a su vez formo una sociedad con la compañía India de petróleo y la Norks Hydro ASA de Noruega para explotar el petróleo y gas hallado en 6 de los 59 áreas de aguas profundas a lo largo de la costa de Cuba.
La compañía canadiense Sherrit International Corp a su vez, se hizo cargo de 4 de las áreas y Venezuela esta a punto de concretar lo que seria – después de sus proyectos de la Cuenca del Orinoco – la mayor empresa nueva de extracción petrolera y gas de ese país.
Junto a estas perspectivas, una docena de países de Europa y Latinoamérica, notablemente Venezuela, están realizando acuerdos para construir la infraestructura necesaria para la explotación del petróleo y gas natural cubano.
Esto le ofrecería a Cuba una nueva oportunidad de un salto adelante en el aspecto económico y la posibilidad de diversificar su base industrial y productiva. Una nueva oportunidad para el régimen Cubano y su gobierno de recuperar la iniciativa y renovar – abandonando la senilidad en la que había caído.
El nuevo ímpetu revolucionario podría darse a condición, claro esta, de que el régimen y gobierno cubanos rectificaran profundamente su alineamiento internacional procurando promover y aliarse con los procesos revolucionarios, re-creando nuevas formas de internacionalismo y atacando de lleno los problemas sociales y económicos que pesan sobre el pueblo cubano.
De la misma forma, Cuba debería abordar de inmediato una verdadera revolución política, es decir el mantenimiento de sus estructuras de estado obrero, acompañadas por una activación del potencial revolucionario y movilización de sus propias masas obreras y campesinas y un llamado a la solidaridad con las masas en lucha del mundo, en primer lugar de Latinoamérica.
El pueblo cubano, para acompañar y fortalecer un tal proceso, debería controlar el nuevo bastión económico energético y las fuentes industriales creadas a su alrededor, así como recuperar el control de sus industrias actuales como el turismo y la construcción. Ello podría lograrse a partir de su movilización y la creación de instituciones obreras democráticas. Todo improbable bajo la dirección de Fidel o la de muchos de los que aspiran a sucederlo.
La lucha fraccional contemporánea
Hoy esas fracciones de finales de los 80s y principios de los 90s son irreconocibles y otras, basadas casi exclusivamente en la línea de sucesión a Fidel Castro las han reemplazado. Esto no quiere decir, sin embargo, que las que existen hoy día no sean fracciones con programas u objetivos, sino más bien que estos se corporizan en los candidatos a jefe de estado.
En los 90s, la economía cubana colapso debido a la caída de la Unión Soviética y sus subsidios e intercambio. La crisis social y económica fue tremenda y el régimen adopto medidas de emergencia. Este periodo se conoció como “Periodo Especial) donde el control partidario se hizo primero extremo, luego este mismo fue eliminado a favor del control estatal por una elite por encima de las instituciones como el propio partido, el parlamento, los sindicatos y los CDRs.
Todas las instituciones de masas fueron prácticamente convertidas en sellos de goma, se reestructuro la economía centrándose en el turismo y las ciencias médicas para exportación y se abrió el país para inversiones extranjeras, particularmente europeas y chinas.
En el plano político se clausuro la etapa, iniciada en 1974 en la provincia de Matanzas y seguida en 1976 a nivel nacional de “apertura” de los órganos de poder a través de elecciones bajo control estatal y limitadas a la Asamblea Nacional por el Poder Popular (parlamento unicameral cubano).
A partir de principios de los 90s el Consejo de Estado ha reemplazado al parlamento y el partido y los famosos Comités de Defensa de la revolución (CDR) han prácticamente dejado de funcionar mas que como simples distribuidores de parte de los subsidios estatales a la población. Los sindicatos, que siempre tuvieron una función paraestatal, no independiente, perdieron toda posibilidad de alterar las condiciones de trabajo o negociar con sectores del poder.
Prácticamente todas las discusiones políticas y las decisiones mas importantes del gobierno y el estado cubanos se dan en el Consejo de Estado – sus miembros son apenas unas docenas -- y en sus Ministerios – donde los cuadros con poder de decisión son centenares --, secretarias y cuadros de las mismas, agrupando unos 3-4,000 cuadros políticos.
Dentro de esta elite, menos de 150 dirigentes de Ministerios, la intelectualidad, las Fuerzas Armadas, la seguridad del estado, llevan sobre si toda la responsabilidad y el privilegio de tomar todas las decisiones. Es en ese pequeño grupo y en su periferia inmediata de unos miles mas en donde se dirime la discusión – y se tomaran las resoluciones – sobre la sucesión y el curso futuro de la revolución cubana.
El Consejo de Estado, órgano de la sucesión
Teóricamente un órgano del parlamento que funciona entre las dos sesiones del mismo, ha pasado a ser el organismo que decreta desde la vida económica hasta las sanciones políticas, pasando por todas las decisiones de importancia en el estado cubano y llevando a cabo la política exterior de la isla. Junto al Consejo de Ministros, ambos presididos por Fidel hasta su operación quirúrgica, en ellos se concentran los poderes del estado y el gobierno.
A la muerte de Fidel, quien tenga la mayoría entre estos cuadros, será el encargado de suceder al líder y de enmarcar la política futura de la revolución. Sin embargo, dentro del mismo Consejo, no todos tienen el mismo peso específico en las decisiones.
Por empezar, solo una docena de estos cuadros tienen cierta popularidad entre los cubanos, mientras el resto son casi desconocidos para el conjunto de la población. Entre ellos destacan tres con las suficientes credenciales, objetivos políticos, ambiciones políticas y alrededor de ellos se organizan el resto: Raúl Castro, Carlos Lager y Ricardo Alarcón. Es probable que Raúl Castro haya caracterizado que el Consejo y aun el propio parlamento le hubieran sido adversos, por eso esta basando toda su presunción de heredero de Fidel basándose en el partido, y ni siquiera en sus órganos de base, sino en su Buró Político y en el Comité Central. Esto es así, porque es allí donde la vieja guardia y los cuadros militares tienen un peso exorbitante.
Un simple vistazo de las estadísticas de la Asamblea Nacional por el Poder Popular, que refleja en gran medida la composición del propio Consejo de Estado, da una pauta que son los sectores más jóvenes y cercanos a dirigentes como Lage quienes tienen la mano ganadora en ese ámbito.
La edad promedio de los integrantes es de 47 anos, y de los 600 miembros, unos 180 tienen menos de 40. Los miembros de 41 a 65 anos son 359, mientras los de la generación de Raúl Castro, aquellos mayores a 60 anos son solo 65. Los universitarios son una abrumadora mayoría de 493. Los nuevos diputados, es decir aquellos que fueron promovidos por Lage y el propio Alarcón son absoluta mayoría con 378 puestos.
El espectro de la revolución y la democracia obrera
Es necesario determinar, o por lo menos elaborar una hipótesis de que clases subyacen en las diferentes tendencias del PCC. Sabemos que los trabajadores fabriles y sectores más conscientes del campesinado cubano empujan por una re-estructuración favorable a ellos de la economía y que subyacen en esos estamentos sociales un deseo de “participación” que, junto a la masiva juventud, podrían dar el marco de una renovación de la revolución.
Existen estamentos medios, muchos de los cuales podrían considerarse como clases medias privilegiadas (sectores de la burocracia estatal, los trabajadores del turismo, los miembros del aparato estatal y político y algunos intelectuales y deportistas). Estos sectores estarán mucho mas presionados para acelerar el curso de la restauración capitalista completa y de encontrar un status quo más “razonable” con el imperialismo norteamericano y europeo.
Luego están los sectores incipientes de una burguesía de poca monta estableciéndose en los márgenes de la sociedad cubana, los lumpenes, los traficantes, los beneficiarios a gran escala del mercado negro, los contrabandistas… que constituyen un numero mucho mayor de los que muchos creen. Para estos sectores, auque su coherencia y estructuración social los diferencie notablemente entre ellos, tienen en común una profunda hostilidad a cualquier regreso a las fuentes de la revolución original y mucho mas aun a una reforma revolucionaria y un re-lanzamiento radical del proceso político cubano. Habrá que ver a que sector cada tendencia del Fidelismo apela para sustentarse y movilizar por sus propios intereses. Por ahora, parece haber un acuerdo tácito de mantener la lucha fraccional en la superestructura del poder, en la elite. Todas las tendencias comprenden que desplazar esta lucha a la estructura social de clases de la sociedad cubana podría tener resultados impredecibles: o un giro de sectores importantes que hoy no existen a apoyar la contra-revolución abiertamente o que el deseo de un salto delante de la revolución obtenga apoyo de masas y que estas, movilizadas, obliguen a sus dirigentes a ir mucho mas allá de lo que quieren.
Lo interesante de todo este proceso es la potencialidad de un salto adelante en el proceso revolucionario que lo salve de su muerte segura poco después del velatorio de su máximo dirigente, Fidel Castro. A eso deberían jugarse todos aquellos a la izquierda de la socialdemocracia en Cuba y para ello estos deberían convocar a las masas trabajadoras y populares de Latinoamérica.
Un aspecto a favor es que las postrimerías del “Periodo Especial” y el comienzo de la visualización de una perspectiva mejor económicamente, a mas de la apertura que significo la reconversión económica de Cuba que atrajo a cientos de miles de visitantes a la Isla, es que a los márgenes aun, pero importantes márgenes, se esta formando una corriente mas radical, rebelde, de la sociedad cubana.
Han surgido “Trotskistas” en la Isla. A veces se llama así a hipercríticos revolucionarios del actual proceso; otras veces a quienes están un poco a la izquierda, moderadamente a la izquierda, de los “aparatchiks” y otras a revolucionarios sinceros o intelectuales que buscan una explicación al triunfo inicial, a los fracasos posteriores y a las posibilidades del futuro.
Libros de Trotsky y otros autores a la izquierda de aquellos que constituyeron las enseñanzas tradicionales de las generaciones anteriores comienzan a circular y existen grupos y eventos informales de esta nueva disidencia dentro de la revolución. Algunos de estos elementos, como Celia Hart, una especie de Trosko-Fidelista de las que hay muchos exponentes en la Isla, son tolerados.
Otros serán resistidos. Estos nuevos elementos revolucionarios tienen que buscar el camino, ante todo hacia la juventud, donde reside todo el potencial para salvar el proceso revolucionario, y de la clase obrera -- que esta destinada a ser el único motor de la revolución dentro de la revolución -- con una propuesta que combine un plan de acción revolucionario e independiente al mismo tiempo que las herramientas democráticas (concilios de obreros y campesinos, control obrero de la producción y los planes económicos, así como de la distribución) que son necesarias.
Dentro de ese marco, los grandes peligros son las tendencias hacia la “vía China” de desarrollo por un lado – donde la restauración capitalista se combine con un control aun mas burocrático del aparato del estado – y la de los intentos contrarrevolucionarios del imperialismo el cual, aunque para algunos parezca irreal, podría tranquilamente inclinarse hacia la “vía china” como una medida de transición perfectamente compatible con sus planes a largo plazo.
Por otro lado, un error de cualquiera de las tendencias en la superestructura, podrian desencadenar fenómenos impredecibles. El nerviosismo que hoy recorre las filas de los altos rangos del ejercito, la policia y la seguridad de estado, y la paralización de los organos destinados a tomar decisiones formales, podrian alentar a algun sector a intentar un golpe de mano, o incluso un golpe palaciego – si es que ya no hay uno en curso – para lograr ventaja sobre sus adversarios. Los proximos acontecimientos que se sucedan en esta lucha y como esta encuentra eco en el pueblo cubano y las masas Latinoamericanas y la izquierda – que hasta ahora se ha declarado de palo – tendran entonces una importancia decisiva.
En Cuba, los hilos del avance y el triunfo primeros fueron dirigidos por Fidel, Camilo, Frank y el Che. De ellos solo queda Fidel vivo. Su gran popularidad entre quienes lo apoyan y el enorme respeto del que goza aun entre aquellos a quienes no les gusta su régimen han sido hasta ahora los garantes de la permanencia de esos triunfos del pasado.
Por otro lado, el equilibrio entre la naturaleza del estado obrero deformado y los embates capitalistas que pugnan por restaurar el viejo orden se esta perdiendo a grandes pasos, sino es que se ha perdido definitivamente.
Fidel esta por cumplir 80 anos, la revolución ya tiene 47. Después del retroceso de los 90s y la caída de la Unión Soviética, la revolución muestra rasgos de senilidad y Fidel no puede darse el lujo de salir de escena graciosamente. El lo ha dicho “un error de la revolución nos puede significar un desastre”.
Nada se pierde, todo se transforma. La muerte, en política, no es necesariamente el fin. El Lenin momificado le sirvió a Stalin durante décadas. La muerte anticipada, y muchas veces anunciada, de Fidel, no significa necesariamente el fin de la revolución cubana
No habrá culto a la personalidad, sin embargo, que salve a su sucesor si todo lo que cuenta es con una momia. Si alguien sin la popularidad y autoridad de Fidel ante las masas quisiera continuar las cosas tal cual son hoy, estará perdido. Si la contrarrevolución le gana de mano a la reforma, también. Solo la revolución política, es decir la reforma radical del sistema, no su liquidación, podrá transformar la revolución, dándole nueva vida.