Hace tres años, el presidente Bush dijo que su Guerra contra el Terror perseguiría a los terroristas “en cualquier rincón oscuro del mundo”, pero no ha hablado de Miami donde durante décadas grupos terroristas han llevado a cabo una campaña contra Cuba de ataques relámpago, sabotajes, infiltración de agentes armados, asesinatos, etc. Después del fracaso de la invasión de la CIA de 1961, en la que utilizó a emigrados cubanos en la Bahía de Cochinos, la CIA probó otro plan, la Operación Mangosta, que antes de también fracasar, condujo directamente a la Crisis de los Misiles de octubre de 1962. Luego, durante años, con cerca de 300 agentes que operaban desde de una estación de la CIA establecida en la Universidad de Miami bajo el código JM WAVE, empleó a miles de emigrados cubanos en su esfuerzo por derrocar al gobierno cubano. Esas actividades encubiertas, el embargo comercial abierto y la prohibición de viajar, constituyen un continuo Estado de Sitio contra la isla situada a 90 millas de Florida.
Hasta la fecha, grupos con nombres como Alpha 66 y F4 operan con impunidad. Incluso alardean de sus proezas en la televisión. Después de un ataque contra un hotel en la Habana en 1992, Tony Bryant, jefe de Comandos L, anunció en una conferencia de prensa los planes para más ataques contra la industria turística de Cuba, que se estaba convirtiendo en un puntal de la economía cubana después del colapso de la Unión Soviética. Bryant advirtió a los turistas que se quedaran lejos de la isla, declarando: “Desde este momento, nos encontramos en guerra”, y agregó: “La Ley de Neutralidad no existe”.
El año pasado, en el Canal 41, Oscar Haza llevó a su programa al jefe de Comandos F4, Rodolfo Frómeta, que describió planes permanentes de ataques armados contra Cuba. En la actualidad, otro país se ha convertido en objetivo de los terroristas con base en EE.UU: junto con F4 en el programa de Haza estuvo el antiguo capitán del ejército venezolano Eduardo García, que estuvo involucrado en el golpe de 2002 que depuso brevemente al presidente venezolano Hugo Chávez. García elogió a los Comandos F4 por su ayuda en sus continuos esfuerzos por derribar al gobierno venezolano. Se entrenan juntos en los Everglades de Florida.
Entre los primeros emigrados cubanos que se hicieron agentes de la CIA estaban Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, dos de los terroristas más tristemente célebres del Hemisferio Occidental. Posada se jactó en 1998 ante periodistas del New York Times: “La CIA nos enseñó todo – todo”. “Nos enseñaron a usar explosivos, cómo matar, poner bombas, nos entrenaron en actos de sabotaje”.
Cuando George Bush padre llegó a ser director de la CIA en 1976,, Bosch fundó el CORU (Comando de Organizaciones Revolucionarias Unidas,), un grupo coordinador para la realización de acciones terroristas contra Cuba así como contra países e individuos considerados como amigos de Cuba. Posada participó junto con CORU en una serie de ataques con bombas en varios países. Su éxito más espectacular ocurrió en octubre de 1976 cuando dos bombas hicieron estallar un avión cubano de pasajeros unos pocos minutos después de su despegue de Barbados, matando a las 73 personas que se encontraban a bordo. Bosch y Posada, que habían trabajado anteriormente con los servicios de inteligencia venezolanos, fueron arrestados rápidamente en Venezuela como cerebros de esta matanza y juzgados por tribunales militares, no civiles.
En su autobiografía, “Los caminos del guerrero”, Posada nombró a los principales patrocinadores financieros, cubano-estadounidenses extremadamente acaudalados, pilares del terror: Jorge Mas Canosa, Pepe Hernández y Feliciano Foyo. Mas Canosa llegó a ser presidente de la Fundación Nacional Cubano-Americana [CANF, por sus siglas en inglés] fundada en 1981 por la Administración Reagan. CANF, el grupo derechista cubano-estadounidense más rico e influyente, hizo campaña por la liberación de Bosch. El 25 de marzo de 1983, mientras Mas Canosa encabezaba un comité para interceder por su liberación, la Comisión de la Ciudad de Miami proclamó el “Día Orlando Bosch”. En 1986, un político derechista cubano-estadounidense, fue colocado en Venezuela como embajador de EE.UU. Así se aseguró la liberación de Bosch.
Cuando salió de prisión al año siguiente, Bosch volvió a Miami, donde fue detenido por una violación en 1974 de la libertad condicional, relacionada con su condena por disparar una bazooka en 1968 contra un carguero polaco fondeado en Miami. Saludado en Miami como héroe, la causa de Bosch fue defendida en 1989 por la republicana Ileana Ros-Lehtinen, en camino a convertirse en la primera cubano-estadounidense en el Congreso, y por Jeb Bush, el hijo del presidente que fue jefe de la campaña de
Ros-Lehtinen. En 1990, el presidente Bush padre liberó a Bosch de la detención a pesar de que el Departamento de Justicia había ordenado que Bosch fuera “excluido y deportado” de Estados Unidos.
En su orden de deportación, el Fiscal General Adjunto Joe D. Whitley escribió: “Durante 30 años Bosch se ha mostrado resuelto e inquebrantable en su propugnación de la violencia terrorista. Ha amenazado con y ha realizado actos terroristas violentos contra numerosos objetivos, incluyendo países amigos de Estados Unidos y sus más altos funcionarios. Ha expresado repetidamente y demostrado su disposición a causar heridas y muerte indiscriminadamente. Sus acciones han sido las de un terrorista, irrestricto por leyes o la decencia humana, amenazando e infligiendo violencia sin consideración por la identidad de sus víctimas”.
En su vida en libertad en Miami, Bosch ha continuado sus operaciones terroristas. En febrero de 2004, durante una larga entrevista televisada en el Canal 22, Bosch justificó el atentado del avión civil cubano y alardeó sobre su papel en once intentos de realizar ataques militares contra Cuba en los 10 años anteriores y sus tres intentos de asesinar al presidente Castro: en Chile, Nicaragua y España. Bosch recibe ovaciones en Miami cada vez que aparece en la escena pública con políticos importantes. Es una celebridad terrorista.
Por lo tanto, no sorprende ahora que Posada esté solicitando asilo, que naturalmente espera que George Bush Jr. le otorgue por su devoto servicio a la CIA, como señala su abogado. Después de todo, no es menos terrorista que Bosch. En 1985, nueve años después del atentado contra el avión de pasajeros cubano, Posada escapó de la prisión venezolana gracias a un soborno pagado por Mas Canosa. Posada fue a El Salvador, donde ayudó a otro agente cubano-estadounidense de la CIA, Félix Rodríguez, a dirigir la ayuda a los contras en Nicaragua, una operación ilegal dirigida desde la Casa Blanca por el coronel Oliver North.
Rodríguez, otro incondicional de Miami, era agente de la CIA antes de la invasión de Bahía de Cochinos. Se jacta de que estuvo presente en Bolivia en la ejecución de Che Guevara y usa orgullosamente el reloj de Guevara como recuerdo. En mayo de 1987, Rodríguez testimonió ante los comités del congreso que investigaban el mal llamado “Asunto Irán-Contra” sobre sus reuniones en 1985 y 1986 con el entonces vicepresidente Bush . Cuando se le preguntó sobre "Ramón Medina," Rodríguez alardeó que “Medina” era Posada, “un buen amigo mío”. Testimonió que había llevado a Posada a El Salvador porque este “hombre honorable” “merecía estar libre”. No le hicieron más preguntas.
Durante el período entre octubre de 1984 a octubre de 1986, cuando la ayuda de EE.UU. a los contras fue prohibida por la Enmienda Boland, Phyllis Byrne, secretaria en la oficina del vicepresidente Bush, preparó una solicitud de rutina (16 de abril de 1986) para que Bush se reuniera con Rodríguez a fin de que Rodríguez pudiera “informar al vicepresidente sobre la situación de la guerra en El Salvador y el reabastecimiento de los contras”. Poco después, Byrne preparó un memorando (30 de abril de 1986) para informar a Bush sobre la reunión que el vicepresidente tendría el 1 de mayo: “Félix Rodríguez, un experto en contrainsurgencia que viene de visita de El Salvador, dará una información sobre la situación de la guerra en El Salvador y el reabastecimiento de los contras”.
Después de la denuncia del ilegal “Asunto Irán-Contra”, Posada trabajó para el presidente guatemalteco Vinicio Cerezo, vigilando a los propios militares de Cerezo en búsqueda de signos de un posible golpe de estado o asesinato. En 1997, el Miami Herald informó que Posada había estado involucrado en una campaña de atentados con bombas contra el presidente hondureño Carlos Roberto Reina, que estaba dispuesto a mejorar las relaciones con Cuba. Posada fue obligado a abandonar Honduras en 1995 acusado de haber hecho estallar 41 bombas en un solo año – casi una bomba por semana.
En una prolongada entrevista con periodistas de New York Times publicada el 12 y el 13 de julio de 1998), Posada alardeó de que pagó a un mercenario de El Salvador para que hiciera atentados con bombas en hoteles de La Habana en 1997, matando a un italiano, Fabio di Celmo, e hiriendo a varias personas antes de que la policía cubana capturara al terrorista. Sobre di Celmo, Posada se desentendió: “Ese italiano estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado”.
En 1960, la CIA lanzó una masiva campaña para asesinar a Fidel Castro, y tanto Posada como Bosch, trató repetidamente de matar al líder cubano. En el año 2000, el presidente Castro asistió a la reunión de la Cumbre Ibero-Americana en Ciudad de Panamá. Poco después de llegar, anunció que Posada y otros tres cubano-estadounidenses se preparaban en ese preciso momento para hacer estallar una bomba que no sólo mataría al presidente cubano sino a cientos de panameños, sobre todo estudiantes, a los que se dirigiría en un auditorio universitario. Gracias a los agentes cubanos, se entregó a la policía panameña la ubicación exacta de los terroristas, que los arrestó y se apoderó de sus explosivos C-4, pasaportes falsos, etc.
Gracias a que funcionarios de inteligencia cubanos descubrieron el plan, más de 2.000 personas asistieron al discurso de Fidel Castro sin morir o ser heridas. ¿Cómo supo Cuba de la conspiración y pudo salvar todas esas vidas? A través de agentes cubanos que se infiltran en los grupos terroristas. En 1998, un año después de la campaña de atentados de Posada en hoteles de La Habana, funcionarios cubanos recibieron información sobre terrorismo que consideraron debería ser conocida por el FBI. Entregaron esa información al FBI. ¿Arrestó el FBI a los terroristas? No, el FBI arrestó a los cubanos en Miami que habían reunido la información y los calificó a ELLOS de terroristas.
Un jurado de Miami condenó a los Cinco, y un juez de Miami les aplicó largas sentencias: Gerardo Hernández (dos cadenas perpetuas más 15 años), Ramón Labañino (perpetua más 18 años), Antonio Guerrero (perpetua más 10 años), Fernando González (19 años), y René González (15 años). Siguen recluidos en prisiones separadas repartidas por Estados Unidos, esperando la decisión de una Corte de Apelaciones. Es su recompensa por tratar de proteger a la gente contra los terroristas. Los agentes de inteligencia cubanos, por supuesto, continuaron necesariamente investigando a los terroristas y pudieron impedir la importante conspiración en Ciudad de Panamá a pesar de que los Cinco estaban encarcelados.
Panamá no acusó a Posada y a su banda por intento de asesinato sino sólo por posesión de explosivos, asociación ilegal con intención de cometer un crimen, falsificación de documentos, y peligro para la seguridad pública. Después de su condena, la presidenta panameña Mireya Moscoso, a punto de dejar su cargo en agosto de 2004, los perdonó. Los tres co-conspiradores de Posada fueron recibidos en Miami como héroes. Los tres tienen un historial que inspira miedo:
Pedro Remón, miembro de Omega 7, fue acusado en 1985 de dos asesinatos: el cubano estadounidense Eulalio José Negrín, que apoyó El Diálogo con Cuba en 1979, fue muerto a tiros frente a su joven hijo en su casa en Nueva Jersey, el diplomático cubano en Naciones Unidas Félix García Rodríguez fue muerto a tiros cuando se detuvo ante un semáforo en rojo en Queens, Ciudad de Nueva York. El asesinato del diplomático cubano obligó al FBI a hacer algunos arrestos por sus repercusiones internacionales. En negociaciones con la fiscalía, Remón aceptó su culpabilidad en el estallido de una bomba en la misión cubana ante Naciones Unidas y en el intento de asesinar al embajador de Cuba ante Naciones Unidos, Raúl Roa Kouri. Fue sentenciado a 10 años.
Guillermo Novo y su hermano Ignacio Novo dispararon en 1964 una bazooka contra el edificio de la Asamblea General de la ONU donde hablaba Che Guevara. En 1979 Guillermo Novo fue culpado por el asesinato mediante una bomba en su coche, de Orlando Letelier, en 1976 en Washington DC que fue ministro del gobierno del presidente de Chile, Salvador Allende, y de su asesora, Ronni Moffitt, pero fue absuelto en una revisión de la causa en 1981. El jurado federal lo consideró culpable de dos acusaciones de perjurio ante un jurado de acusación. Jorge Mas Canosa lo contrató posteriormente para trabajar en la “Comisión de Información de CANF”.
Gaspar Jiménez asesinó a un diplomático cubano en México. Fue acusado por el atentado con coche bomba de 1976 de Emilio Milián en Miami pero las acusaciones fueron retiradas. Milián, un comentarista de radio que había criticado el terrorismo de los emigrados derechistas cubanos, perdió ambas piernas. Jiménez trabajó después para el Dr. Alberto Hernández, el médico de Mas Canosa y patrocinador financiero de Posada. En su entrevista con periodistas de New York Times, Posada dijo que Jiménez fue el correo que llevó dinero de Mas Canosa a Posada con el mensaje: “Esto es para la iglesia”.
“¿Qué pasa con Posada? Sigue fugitivo y tanto Cuba como Venezuela buscan su extradición. En Cuba y en otros países (por ejemplo Guayana e Italia), familiares de víctimas de Posada esperan justicia, ya sea su extradición a Cuba o a Venezuela o su juicio por un tribunal internacional.
Según el presidente Bush, toda nación que ofrece refugio a terroristas es un estado terrorista. Estados Unidos ha cumplido evidentemente con ese criterio, pero no se le otorga mucha atención. Ahora, si Posada, cuyo pedido de asilo ha recibido atención mundial, recibe refugio de EE.UU., significará que Bush proclama descaradamente que Estados Unidos cumple con su propia definición de una nación terrorista.