|
General: MARTÃ EN LA PICOTA
Elegir otro panel de mensajes |
|
De: matilda (Mensaje original) |
Enviado: 01/09/2006 04:48 |
Martí en la picota; un artículo de nuestro redactor Luis Sexto inSurGente.- “Te mando una respuesta a algo horrible que he leído hoy en el Herald de Miami. Quizás me quedo corto, pero el tiempo apremia. Ya ves como abundan los sietemesinos que dijo Martí. Un abrazo, Luis Sexto”. Los ideólogos cubanos de la supremacía norteamericana âentiéndalo, si gusta, como imperialismo- se desembarazan de José Martí. Porque, como el Apóstol de la independencia de Cuba y uno de los primeros denunciadores del imperialismo moderno -o estadounidense, si le parece más exacto-, no les justifica su servidumbre, su servil servicio a Washington, y su menosprecio, también odio, a la república cubana independiente, lo más táctico, cauteloso, incluso digno, resulta prescindir del Maestro descalificando lo más revolucionario, práctico y perdurable de su pensamiento. ¿Soy osado al afirmarlo? ¿De qué pruebas me valgo para advertir que quienes operan una emisora pagada por la Casa Blanca con el nombre de Radio Martí, como un medio para ingerirse en las interioridades de Cuba, empiezan a recular, a modificar su manipulación de la vida y la obra martiana? Estamos, desde luego, hablando en el plano de las ideas. Y desde hace algunos años, tal vez desde los finales de los 90, algunos de cuantos escriben en El Nuevo Herald de Miami empezaron a deslizar la especie de que José Martí se había equivocado al juzgar a los Estados Unidos. No, por Dios, la sociedad norteamericana no derivó hacia la metalización, ni se pudrió como una manzana carcomida por los gusanos del egoísmo y la vileza. Qué va. Con qué ojos miraría Martí en Nueva York para inquietar a los hispanoamericanos con sus crónicas y reportajes a La Nación de Buenos Aires sobre los hervores canibalescos de los Estados Unidos, o para escribir a un amigo y decirle, poco antes de morir en combate en 1895, que todo cuanto había hecho por la independencia de Cuba en su relación con España, era también para mantenerla lejos de la Norteamérica de Cutting y de Walter, y evitar que cayeran, con la fuerza que les daría poseer a la llamada Llave del Golfo, sobre “nuestras tierras de América”. Ahora acabo de leer un artículo, aparecido allí mismo, en El Nuevo Herald, que tilda a Martí de alucinado. Quizás ese epíteto, usado por mí, sea muy benigno. El articulista dice: âJosé Martí fue intelectualmente deshonesto y políticamente demagógico cuando le postuló a Cuba la misión de impedir la expansión de la influencia gringa sobre el resto de nuestros paísesâ. Porque âha escrito arriba- los Estados Unidos no tienen la culpa de nuestros problemas. Y continúa más abajo: âEsa sola tesis, a mi modesto juicio, lo sitúa en la tradición del mesianismo latinoamericano que impone a nuestros pueblos el saldo de un ego insatisfecho con las circunstancias de su nacimiento. No se puede ser Napoleón (ni siquiera Bolívar) si uno nace en el barrio de Jesús María. Martí perdió, eso sí, la ocasión de ser un coherente pensador que dotara a su pueblo de un legado capaz de encaminarlo a través de la historia con una saludable percepción de sus posibilidades y una enriquecedora noción de su identidad. La pompa de las frases, su efímero estallido en un cielito de teatro bufo, triunfó sobre el sentido común y el deber a la verdadâ. Tal vez habría que reorientar sus frases y aceptar que no se puede ser un intelectual honrado si se sirve a la ideología del poder que te facilita usufructuar los beneficios de una inmigración privilegiada, y promete devolverte, a ti o a tu clase, tus comodidades frustradas en la Isla del encanto. Ni se puede ser cubano, al menos cubano, si te parece que âel ramplón, desfasado y autodestructivo antinorteamericanismo de José Martí y Fidel Castroâ nos ha cegado hasta el punto de perder, o haber perdido, âla ocasión de reinventar nuestras relaciones con Estados Unidosâ. Martí parte de Bolívar sin querer ser otro Bolívar. Fue más bien un hombre dotado desbordantemente para el arte, la literatura, la política, la generosidad y el desprendimiento, a pesar de haber nacido, en efecto, en el barrio de Jesús María de La Habana , con lo cual se demuestra que el genio a veces salta las bardas de la poquedad del medio. Martí es el complemente político y teórico del Libertador. Y parte de este para concebir los pilares de sus ideas acerca del papel de Norteamérica en el Sur del continente. Bolívar aseguró, mucho antes que Martí, que los Estados Unidos habían sido destinados por la Providencia para llenar de calamidades a Hispanoamérica. Así, aproximadamente en la forma, pero fiel a la esencia. ¿Será acaso Bolívar también un demagogo, un político deshonesto, un Mesías articulado de frustraciones? Martí es junto con Bolívar el rompeolas de Cuba y de América. Nuestra nación pervive, se nutre del pensamiento martiano, de su vocación por una república moral y cordial que excluye, por vocación, el anexionismo que a tantos cubanos de ayer y hoy alucinó con las promesas de estar a la sombra de una república moderna, democrática, y que a la postre incineró las ilusiones de los peregrinos del Myflower y aderezó con ingredientes de conquistadora avaricia y discriminadora relación entre sus ciudadanos, los valores libertarios de los padres fundadores de la Unión. Hoy en Cuba afrontamos problemas, equívocos, carencias, deterioro. Una porción de ello pertenece a los asuntos interno; la otra, es las consecuencias de 47 años de guerra sucia fomentada y financiada por la Casa Blanca. Pero si una idea y un programa han estado a prueba de errores y deficiencias ha sido la raigal defensa de la independencia frente a los afanes estadounidenses de redimir su predominio neocolonial sobre la economía, la política y la cultura de Cuba. Y no ha sido el Gobierno Revolucionario el que se ha negado a reinventar las relaciones de La Habana con Washington. Ya fueron reinventadas. La Revolución cortó la dependencia. Y esas relaciones de independencia, basadas en el respeto a la soberanía de la república cubana, no las han aceptado los sucesivos gobiernos norteamericanos desde Eisenhower a W. Bush. Todo lo demás, el habitual discurso pro democracia y libertad en Cuba, se resuelve en machacona, movediza retórica. Lo real en política, como definió Martí, es lo que no se ve. Y lo que no se ve es aquello: el sueño del rey león añorando sus garras. lusman2@yahoo.es Autorizada la reproducción siempre y cuando se cite al autor y al diario Insurgente.
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 8 de 8
Siguiente
Último
|
|
De: Lealtad_siempre |
Enviado: 01/09/2006 14:26 |
Me voy a revisar los periodiquillos gusaniles, los pasquineros, que se autoproclaman Martianos, para ver la reacciòn y luego les cuento. Lealtad |
|
|
|
De: maribea05 |
Enviado: 01/09/2006 14:26 |
Esto parece una película de relajo "Hoy en Cuba afrontamos problemas, equívocos, carencias, deterioro."
¿hoy? |
|
|
|
De: mfelix28 |
Enviado: 02/09/2006 05:59 |
El artículo era este: Enterrar a Martí ALEJANDRO ARMENGOL Creo que para los cubanos ha llegado la hora de enterrar a José Martí. No se trata de olvidarlo, sino de bajarlo del pedestal Por esas fechas andaba este "iluminado" por sus calles: Que yo sepa y el Herald haya publicado, tuvo estas replicas: http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/world/cuba/15236388.htm Martí y sus sepultureros CARLOS RIPOLL Hace poco, desde este mismo periódico, un improvisado médico forense determinó que Martí había muerto |
|
|
|
De: mfelix28 |
Enviado: 02/09/2006 11:59 |
Pero, ignoro la causa, en Miami el gusano ha levantado la veda: se puede atacar a Martí, quizas sea señal de que han comprendido que Martí les repudiaría, vean esta otra gusanada: De Martí a la realidad ANDRES REYNALDO Tarde o temprano, Cuba tendrá que afrontar sus relaciones con Estados Unidos. Para empezar, las elites políticas e intelectuales de la isla deben tomar responsabilidad de nuestro destino y cesar de definir los valores autóctonos en una simplificadora oposición al Norte. Se puede ser nacionalista, antiimperialista y soberano sin sacrificio de una conciencia autocrítica que nos permita vernos tal cual somos y, sobre todo, comprender que nadie tiene que pedirnos disculpas por que seamos así. Dicho con vulgar claridad: los americanos no tienen la culpa de nuestros problemas. José Martí fue intelectualmente deshonesto y políticamente demagógico cuando le postuló a Cuba la misión de impedir la expansión de la influencia gringa sobre el resto de nuestros países. Esa sola tesis, a mi modesto juicio, ( y tan modesto)lo sitúa en la tradición del mesianismo latinoamericano que impone a nuestros pueblos el saldo de un ego insatisfecho con las circunstancias de su nacimiento. No se puede ser Napoleón (ni siquiera Bolívar) si uno nace en el barrio de Jesús María.( Napoleon, cosa que este gusano ignora, nació en un aldea corsa, de la Corcega que de aquella no era francesa,sinmjo genovesa) Martí perdió, eso sí, la ocasión de ser un coherente pensador que dotara a su pueblo de un legado capaz de encaminarlo a través de la historia con una saludable percepción de sus posibilidades y una enriquecedora noción de su identidad. La pompa de las frases, su efímero estallido en un cielito de teatro bufo, triunfó sobre el sentido común y el deber a la verdad.( o sea el deber para con el Amo, el yanqui) No es de extrañar entonces que Fidel Castro haya querido alguna vez producir mejores quesos que los suizos y que su plan de desarrollo eléctrico se anuncie como la solución a los problemas energéticos de la humanidad. Conste que me opongo a cualquier modalidad de embargo que no lleve la legalizada y transitoria impronta de la comunidad internacional. Pero sin una artificial, costosa y alienante plataforma antinorteamericana, el castrismo nunca hubiera podido instrumentar su supervivencia, desde la sumisión a la órbita soviética hasta el estrangulamiento de una poderosa clase media. Como delirante contrapartida, tenemos a un exilio que no ha conseguido derrotar a la dictadura, según se dice con las comisuras embarradas de pastelito de guayaba, porque Washington le ha atado las manos. Un observador imparcial está llamado a sacar dolorosas conclusiones sobre una isla que hace cien años quería ponerle el pie en la puerta a la primera de las potencias mundiales y hoy ha terminado como una mendicante colonia venezolana.( con la gusanería el escenario politico da unos virajes tremendos, tan pronto Venezuela es colonia cubana como viceversa) asegurar que ocurrirá a 90 millas de la Florida. Durante casi medio siglo nos hemos privado de los cercanos beneficios del mercado y la tecnología de nuestro poderoso vecino, sin habernos puesto a salvo del peligro de la dependencia. A la república mediatizada, por decirlo con el lenguaje del castrismo, hemos opuesto la república en ruinas. Cegados por el ramplón, desfasado y autodestructivo antinorteamericanismo de José Martí y Fidel Castro podríamos perder la ocasión de reinventar nuestras relaciones con Estados Unidos, ( o sea la de lamerle las botas como buen gusano)a partir de una amplia conciencia de las ventajas y los peligros que incuba el futuro. Y aquí llego al punto central de esta nota: necesitamos vivir en paz, respeto y plena apertura económica y diplomática con los americanos sin exponernos a ser arrastrados por la acelerada dinámica plutocrática que está minando los valores democráticos y, de hecho, la prosperidad y liderazgo de esta nación. Pero esto sólo será posible si nos aferramos, con dientes y uñas, a la estricta realidad. Nuestra condición de tierra arrasada nos permite asumir un modesto pero esperanzador punto de partida. Ni ellos son tan malos, ni nosotros tan buenos. Y viceversa. Por supuesto, hay que tomar sus precauciones, porque ellos nunca nos van a tratar mejor de lo que se tratan a sí mismos. Y se tratan cada día peor. |
|
|
|
De: mfelix28 |
Enviado: 02/09/2006 17:59 |
Y es que necesitan "enterrar a Martí" para llevar a cabo el sueño dorado del gusanor: la anexión. Así que este enterrador ( profesión muy aprecida en Miami), de Msttí, una vez despejado el horizonte del Apostol, propne su "razón": Anexionismo en Miami ALEJANDRO ARMENGOL La anexión de Cuba a Estados Unidos volvió a surgir como anécdota durante los días siguientes a la noticia de que el gobernante cubano había cedido temporalmente el poder debido a una cirugía intestinal. En realidad no fue una propuesta formulada en cualquiera de las tantas reuniones y comunicados surgidos al calor de la información, sino una simple foto en que un residente de esta ciudad sostiene un cartel con el mapa de la isla, la Florida y el nombre de ''Havami'' para el futuro e ilusorio nuevo estado norteamericano. El autor de la idea es Máximo Sarracino y en un mensaje me dijo que su propuesta ha sido enviada al Congreso. Quien le interese conocer los detalles de sus planteamientos puede encontrarlos en Cuaderno de Cuba, el blog que tengo en la edición digital de este periódico. No me interesa aquí entrar a discutir la propuesta en sí, sino el ambiente en que surge. Pienso que el tema de la anexión de la isla caducó en la segunda mitad del siglo XIX. Carece de sentido en estos momentos plantearse la idea. La situación mundial puede definirse más bien en términos de una mayor integración económica por una parte y del resurgimiento del nacionalismo por la otra. Entre ambos polos, queda poco margen para cualquier tipo de anexionismo político, que puede considerarse más bien como un criterio pasado de moda. En el caso cubano específicamente, la corriente anexionista tiene en su contra un historial negro, en el sentido literal y figurado del término. Está asociada con el objetivo --por parte de los hacendados y empresarios de la isla-- de mantener la esclavitud a toda costa y en esta nación fue apoyada por los estados sureños que compartían un interés similar. La victoria del Norte en la guerra civil o de secesión norteamericana puso término a un plan perseguido por varios gobiernos --siempre del Partido Demócrata-- que intentaron comprar Cuba a España o amenazaron con una guerra para adquirirla. Cuando Washington se lanza a la guerra hispanoamericana, la meta no es adquirir el territorio cubano aunque la historiografía castrista en muchas ocasiones afirme lo contrario. Pero el anexionismo es una parte de nuestra historia que no podemos ignorar: la bandera de ''la estrella solitaria'' buscaba que ésta no estuviera tan sola. No hay tampoco una corriente anexionista dentro del exilio, con una fuerza notable como para considerar que la propuesta tiene posibilidades de avanzar. La idea de Sarracino responde más bien a un planteamiento aislado. Hay sin embargo una forma de anexionismo más personal, que en el exilio por lo general se pasa por alto: la decisión de no regresar a la isla aunque se restablezca un gobierno democrático. Muchos exiliados hemos hecho de Miami no una patria pero sí un hogar. Si nos preguntan si queremos ver a Cuba disuelta dentro de Estados Unidos respondemos rápidamente que no. Si nos presentan la opción del regreso definitivo lo pensamos dos veces y posiblemente al final pese más el país de adopción que el de origen. Creo que muchos cubanos hemos entrado en una etapa posnacionalista, sin que esto implique una renuncia a las raíces: el patriotismo transformado en un concepto cultural, una serie de recuerdos o la nostalgia ocasional. Pienso también que muchos cubanos que viven en la isla y nunca la han abandonado comparten esta idea, producto de la frustración y la espera, pero también de una madurez que permite superar el nacionalismo vocinglero y la idealización de un país que en muchas ocasiones a lo largo de su historia, y no sólo después del primero de enero de 1959, ha demostrado ser poco envidiable. Considero que la idea de una hipotética anexión --que no comparto, pero tampoco me asusta-- es una decisión que corresponde sólo a los cubanos que viven en la isla. Quizá éstos nunca lleguen a planteársela de nuevo. No será fácil en un país donde por muchos años se ha explotado el concepto de soberanía para tratar de justificar la falta de democracia. Nada mejor que mantener viva la esperanza en el futuro, sin tener que recurrir a esa forma de renuncia, que algunos llaman exilio y otros simplemente desarraigo.
|
|
|
|
De: matilda |
Enviado: 02/09/2006 17:59 |
Pobre Sad!!!! ha quedado huérfana!! y ahora quién podrá salvarla??????? le han robado su caballito de batalla! matildita ya sé no me digás tenés razón ...la vida es una herida absurda! chán,chán! |
|
|
|
De: cruzylovesmirkgurl83 |
Enviado: 03/09/2006 07:11 |
Me voy a revisar los periodiquillos gusaniles, los pasquineros, que se autoproclaman Martianos, para ver la reacciòn y luego les cuento. Lealtad A mi que no me hagan mas cuento. Ya yo e visto que an hecho de HOBBIE usar los versos de Marti para justificar acciones revolucionarias y acciones contra revolucionarias. En este planeta todo los que tenemos que ver con Cuba somos expertos Martianos, pero ninguno no las conosemos todos. De alguna manera o totra se nos olvida alguna u otras versito que se nos olvido decir. Y que importa, aunque an hecho de Marti u martire y un partiota. El socio se ponia los pantalones de las misma manera que yo. Y cuando va al inodoro tanbien lo hace igualito, y cuando se tiene que limpira estoy seguro que de ves encuando no se limpiava del todo bien y se le manchaba los calsoonsillos. |
|
|
Primer
Anterior
2 a 8 de 8
Siguiente
Último
|
|
|
|
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados | |
|
|