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General: Explotacion natural
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: RudolfRocker1  (Mensaje original) Enviado: 14/09/2006 14:35
                 
      
Explotación       natural
Laura Caniggia       (UTPBA)* 
      
(Fecha       publicación:13/09/2006)
 
                                
            


      

A la explotación del hombre por el hombre, se debe       agregar la explotación de la mujer por el hombre. Sin entrar en       relativismos sexuales (descontando que la distribución de la riqueza no es       cuestión de pantalones contra polleras); el ranking de víctimas de       violencia, desnutrición, desempleo y analfabetismo está liderado por       mujeres.

En el reparto de papeles, a la mujer le tocó representar       el rol secundario. Cuando se pensó en esta obra maestra (titulada       realidad), se definieron las tablas del escenario y se seleccionaron a los       actores repitiendo el guión animal. Al sexo femenino le tocó ser el       personaje débil, frágil, un objeto delicado o un simple aparato de       reproducción humana que sólo servía para producir más hombres.

'No       permitiremos que aquéllos que aspiramos a que sean hombres de bien, imiten       -siendo varones- a mujeres jóvenes o ancianas que insultan a sus maridos o       que, afectadas de su soberbia, desafían a los dioses creyéndose semejantes       a ellos a causa de su felicidad; o bien caen en el infortunio y se       entregan a llantos y lamentaciones. Y mucho menos todavía les permitiremos       que imiten a enfermas, enamoradas o parturientas', advierte Aristóteles en       La República cuando sienta las bases de la organización social y mental       occidental.

Así se naturalizó la diferencia sexual: la       superioridad natural del hombre frente a la mujer. Natural y, por       consiguiente, inmodificable e incuestionable. La percepción de que es como       es, pesa. ¿Cuántas veces escuchaste a una mujer criticando a otra porque       'está mucho fuera de su casa'? O la típica condena a la infidelidad       femenina y la reivindicación ante la masculina.

Este sistema,       además de sostenerse en la división social del trabajo (quienes poseen los       medios de producción y quienes sólo pueden ofrecer su fuerza de trabajo),       se basa en la división sexual del trabajo. Es cierto, en los últimos 40       años se lograron grandes avances, sin embargo -en la conciencia de varones       y mujeres- todavía los roles establecidos no se pueden terminar de       quebrar. Hay poseedores de mando y ejecutoras de órdenes. Hay distinto       salario por igual tarea. Hay licencia por maternidad y no por paternidad.       Se prefieren mujeres sin hijos. Y se publican avisos tipiados en       masculino.

La lucha denominada feminista debe combatir contra las       dos instituciones sociales que están más aferradas al sistema dominante:       el Estado y la Iglesia. Ambas saben, y ponen todas sus armas para evitarlo       (una las de fuego y otra las de persuasión), que con la desnaturalización       de las relaciones; las primeras en caer son ellas.

¿La desigualdad       sexual es la madre de las injusticias sociales? ¿Es la lucha feminista una       lucha emparentada a la socialista? ¿Qué pasa si triunfa? ¿Qué pasa si esta       construcción social justificada como instinto maternal se derrumba? ¿Puede       quebrar otras naturalizaciones, otras desigualdades que intentan ser       ignoradas? Quizá esto no sea el desencadenante de la necesaria       transformación social, pero sí una pequeña victoria, una de esas       conquistas que van allanando el campo de batalla. Y así, superar la       explotación de la mujer por el hombre, erradicando la del ser humano por       el ser humano.



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