Atentado al cineasta Angelo Rizzo apunta
a mafia anticubana Queman el auto del director italiano del filme sobre Fabio di Celmo y dejan un mensaje: "Váyanse a Cuba"
Pedro de la Hoz
Antes del amanecer del último sábado 16 de septiembre, el cineasta italiano Angelo Rizzo despertó con el resplandor de las llamas que ardían en el portón de su casa y poco después vio los restos calcinados de su auto y el vehículo de su hijo. Un mensaje intimidatorio estaba escrito en una hoja dejada en el jardín: "Váyanse a Cuba" (Vattene a Cuba).
Angelo Rizzo durante una conferencia de prensa en La Habana.
Evidentemente no se trataba de una gamberrada de fin de semana. El atentado que alteró la apacible madrugada de la villa de Cormano, muy cerca de Milán, apunta hacia la mafia anticubana y sus elementos afines.
Rizzo filmó una película sobre los actos terroristas perpetrados en centros turísticos de la capital cubana en septiembre de 1997 por orden de Luis Posada Carriles y el brazo armado de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), amparada por las autoridades norteamericanas, en los que perdió la vida el joven italiano Fabio di Celmo, a los 32 años de edad.
Bajo el título Cuando la verdad despierta, el cineasta rodó meses atrás en La Habana y el puerto de Mariel un guión centrado en la relación de Fabio con la Isla, y sus sueños y aspiraciones tronchados por una conjura criminal, plenamente reconocida por sus autores intelectuales y materiales.
Restos calcinados del auto de Rizzo, frente a su casa en la comuna de Cormano.
Con absoluto cinismo y total falta de escrúpulos, Posada declaró a una periodista del diario The New York Times que publicó una extensa entrevista con el asesino los días 12 y 13 de julio de 1998: "Es triste que alguien haya muerto, pero no podemos detenernos. [...] Ese italiano estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado". Al asumir la responsabilidad de los atentados en La Habana, y admitir que la FNCA le había suministrado gruesas sumas de dinero para financiar sus siniestros planes, dijo no tener remordimiento alguno: "Duermo como un bebé".
La cinta de Rizzo, protagonizada por el italiano Michel Altieri, el norteamericano Michael Wong y los cubanos Enrique Molina, Carlos Padrón, Enrique Almirante y Rogelio Blaín, tendrá su estreno el próximo 13 de octubre en el Festival de Cine de Roma, donde se presentará fuera de concurso, puesto que se halla inscrita oficialmente para la Berlinale (Festival de Berlín) del año entrante, según informó su productor general, José Luis Lobato.
Al reportar la vandálica acción contra la propiedad de Rizzo, el diario conservador Corriere della Sera, tituló "Attentato contro regista antiamericano; auto bruciata e minacce: torna a Cuba" (Atentado contra realizador antiamericano; auto quemado y amenaza: regresa a Cuba).
El calificativo "antiamericano" no solo es inexacto sino provocador. Durante la filmación de su película en Cuba —segunda que realiza en la Isla, antecedida por Un loco soñador (2004), de tema beisbolero, con la estrella mexicana Pablo Montero—, Rizzo insistió en que el móvil de su filme era "denunciar el flagelo del terrorismo y sus terribles efectos sobre personas inocentes".
Ya en el texto de la nota, el propio Corriere della Sera, luego de citar el récord criminal de Posada y calificarlo como "el Bin Laden del Caribe" da voz a Rizzo, quien precisó: "No me interesa la política, yo cuento una historia. He escogido esta porque se vincula al tema actual del terrorismo, para decir que no hay un terrorismo bueno y otro maldito. Cuentan las víctimas, en este caso un inocente que ha pagado con su vida. Esto está fuera de la confrontación entre la derecha y la izquierda".
Rizzo tiene la convicción de que "los incendios están ligados a mi filme: es algo espantoso". Una pesquisa a fondo del ataque intimidatorio contra el cineasta deberá tener en cuenta la añeja relación de la mafia anticubana, cuyo comando se halla en el sur de la Florida con plena aquiescencia del gobierno de EE.UU., con elementos terroristas italianos.
Posada y Orlando Bosch, autores intelectuales de la voladura de una aeronave civil de Cubana de Aviación hace 30 años frente a las costas de Barbados, tomaron parte en los setenta, junto a otros terroristas de origen cubano, de la Operación Cóndor y la sangrienta represión desatada en Chile por el régimen de Augusto Pinochet.
En esos trajines se vincularon a Stefano delle Chiaie, del grupúsculo neofascista Vanguardia Nacional, reclutado por el operativo Gladio, estimulado por la CIA y servicios secretos afines para atacar a la izquierda euroccidental durante la guerra fría.
Después de la frustración del golpe de extrema derecha contra la República Italiana, planeado en 1970 por el príncipe Junio Valerio Borghese en contubernio con Vanguardia Nacional, Delle Chiaie se refugia en la España franquista y deriva hacia Chile, donde con el acólito de Posada, Virgilio Paz Romero, y el agente de la CIA y la DINA Michael Townley, preparan el atentado dinamitero contra Bernardo Leghton en Roma el 5 de octubre de 1975 que dejó paralítico al político chileno democristiano. Las pruebas de esta asociación criminal se hallan en documentos desclasificados de la CIA.
No es de extrañar que tan viejas relaciones hayan reverdecido en este 2006, orientadas a quebrar la honestidad de un cineasta que al día siguiente del atentado contra su propiedad puso en el portón de su casa, en gesto solidario, una bandera cubana.