Según indicó el doctor Alberto Núñez, la química de los productos naturales es una de las líneas de investigación más promisorias del CQF para obtener formulaciones de medicamentos, que contribuyan a aumentar la expectativa y la calidad de vida de las personas.
Este trabajo de buscar en la naturaleza la fuente de nuevos fármacos, empieza por analizar la composición química de los principales extractos presentes en la planta que se estudiará y luego se intenta aislarlos y purificarlos.
Una vez concluido este proceso y determinada la conveniencia de cómo aprovecharlos, entonces se desarrolla una tecnología química de producción industrial, precisó Núñez.
Datos de la Organización Mundial de la Salud muestran que aproximadamente el 80% de la atención primaria de salud en las comunidades del planeta, se cubre hoy con productos naturales, a la vez que hay una manifiesta tendencia internacional de retorno a lo natural por encima de lo sintético, en particular en las naciones altamente industrializadas.
Dirigido por el CQF y con la colaboración de diferentes instituciones, se ejecuta en el país un inventario nacional de la flora etnomédica, cuyos primeros resultados han permitido comprobar hasta ahora la presencia de 314 plantas endémicas medicinales, agrupadas en 188 géneros de 35 familias.
Para el también Presidente de la Sociedad Cubana de Química, las mayores fuentes de productos naturales destinados a la salud se agrupan en la caña de azúcar (PPG y otros), los recursos forestales (Vimang y aceites esenciales), apícolas (miel, cera, propóleos), marinos (quitina, prostaglandinas, cartílago de tiburón), y el tabaco (alcaloides y anticuerpos monoclonales).
Actualmente suman 298 los productos naturales registrados en Cuba como medicamentos y suplementos nutricionales, pero la cifra puede multiplicarse dentro de unos cuantos años, atendiendo al alto potencial existente en nuestras flora y fauna.
Pero si bien se reconocen sus múltiples bondades, como es la de apenas ocasionar efectos secundarios, los productos naturales enfrentan un gran dilema a la hora de ser aprobados con fines medicinales.
Se trata de que para el registro de sus extractos, las agencias regulatorias exigen la declaración de un principio activo, es decir de una molécula química que sea la responsable del efecto terapéutico, cuando en realidad ello viene dado por una mezcla de componentes.
Mientras esa paradoja sigue sin resolverse a nivel mundial, los productos naturales no ocuparán el lugar que merecen dentro del arsenal terapéutico existente, y millones de personas seguirán excluidas de sus beneficios.