Foto arriba: El congresista estadounidense neoconservador Mario Díaz-Balart, de origen cubano (sin uniforme militar) y fiel aliado de Bush, durante su viaje a Iraq para apoyar la invasión de este país árabe, invasión que no contó con la aprobación de las Naciones Unidas.
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A los tres congresistas mafiosos que apoyaron en el 2003 una insólita manifestación a favor de la guerra contra Iraq— y a favor de una agresión a Cuba— no les queda otro remedio que acompañar a Bush en sus desventuras.
A pesar de sus relaciones, a menudo equívocas, con los grandes lobbies que orientan la política norteamericana, de disponer de fondos electorales aparentemente inagotables y de conocer todos los trucos electoreros, Ileana Ros-Lehtinen y los hermanos Lincoln y Mario Díaz-Balart han tenido que contentarse con resultados mediocres que no se corresponden con la famosa leyenda del "voto cubanoamericano".
Mientras cerca de un millón de cubanos viven en la zona metropolitana de Miami, son apenas 200 000 los votos que han reunido, conjuntamente, los tres candidatos frente a adversarios desconocidos, con presupuestos ridículos y sin apoyo de su partido que, todos, han alcanzado resultados que rondan el 40% del sufragio expresado.
Ileana Ros-Lehtinen, quien desde hace un año y medio, multiplicaba las contorsiones para hacer olvidar su imagen de fundamentalista anticubana para conseguir la presidencia del Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara Baja, puede regresar a sus malos hábitos y olvidarse de sus aspiraciones.
La "Loba Feroz" tenía la casi certeza de heredar el estratégico puesto de Henry Hyde. La llegada intempestiva de los demócratas barre toda posibilidad para ella de jugar ese importantísimo papel y manipular por su cuenta la política exterior norteamericana.
Ileana Ros-Lehtinen es la hija de Enrique Ros Pérez, quien conspiró con el Frente Revolucionario Democrático y el Consejo Revolucionario Cubano, dos criaturas terroristas de la CIA. Lidereó la campaña a favor de la liberación de Orlando Bosch en 1989, y obtuvo su liberación con la ayuda de su entonces director de campaña, Jeb Bush, y de Otto Reich.
En Washington, contribuyó activamente a la penetración de la Casa Blanca por la extrema derecha miamense, conjuntamente con sus socios Reich y Roger Noriega, ambos alejados luego del poder.
Las decenas de miles de dólares que se gastó en propaganda electoral le consiguieron unos 77 962 votos, mientras su adversario, Dave Patlak, hasta entonces desconocido fuera de su familia inmediata, cosechaba 47 734.
Foto arriba: el mismo belicoso congresista Mario Díaz-Balart, (derecha, flecha blanca) transformado en piloto de caza militar.
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Lincoln Diaz-Balart, hijo de un precursor del terrorismo contra Cuba — Rafael Diaz-Balart, ex ministro de Gobernación de Batista, fundador de la Rosa Blanca, que devino en organización terrorista— también puede renunciar a ocupar la presidencia del Comité de Reglamento de la Cámara, tal como se lo proponía, lo que le hubiera otorgado poderes reales en el manejo de las actividades del órgano legislativo.
Tampoco fue impresionante el número de votos que reunió este eminente miembro de la fauna mafiosa de Miami, quien reclamó públicamente, en alguna oportunidad, el asesinato del Presidente cubano. Fueron sólo 65 368 votos frente a su adversario, el también perfectamente desconocido Frank González, que llegó a reunir 44 972.
Por su parte, Mario Diaz-Balart no impresionó a nadie con los 59 507 votos que reunió frente a Michael Calderón (42 624), que nadie, salvo su abuela, en Miami conocía antes de estos últimos comicios.
Rechazo a la guerra y a la corrupción
Si el rechazo a la agresión contra Iraq tuvo un importante impacto en el voto, el ambiente de corrupción que rodea a la Administración Bush con el escándalo Abramoff-DeLay y el disgusto generalizado hacia los políticos "sucios" han afectado seriamente al trío llamado "cubano" de Miami (Mario ni siquiera nacó en Cuba) a pesar de sus poderosas alianzas subterráneas.
El hermanito Mario aceptó 10 000 dólares del fondo ARMPAC de Tom Delay, el ex líder corrupto de la Cámara Baja norteamericana, implicado en medio del enorme escándalo desencadenado con la inculpación del corruptor Jack Abramoff. Este último, desenmascarado a raíz de maniobras finacieras para la adquisición de cruceros, precisamente en Miami, ya ha confesado su culpabilidad y negociado sus secretos con el FBI en cambio de una condena reducida. Lo que viene ahora será impactante.
No es por nada que el Democracy Believers PAC, manejado por los propios hermanos Díaz-Balart, ha contribuido con 5 000 dólares con el fondo de gastos legales de Tom DeLay, quien abandonó su puesto bajo acusaciones de corrupción, lavado de dinero y financiamiento ilegal electoral.
Según las estadísticas de la Cámara, los tres congresistas cubanoamericanos votaron el 93% de las veces, en el último año, al lado de Tom Delay, quien entre muchas otras cosas ha aceptado dinero de los gigantes de la industria farmacéutica a cambio de leyes que protegen los altísimos precios de los medicamentos.
Como testimonio de su reconocimiento a la inquebrantable fidelidad del trío mafioso, Delay se prestó el 20 de febrero del 2004 a un show anticubano, en Miami, en un evento convocado por capos de la mafia cubanoamericana. Ahí pronunció un discurso groseramente anticubano en presencia de sus tres amigos retribuidos.
Mario Díaz-Balart festejando la publicación de una estampilla conmemorativa al presidente Ronald Reagan.
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Los recien llegados se alejan
Lo cierto es que a medida que los cubanos llegados a EE.UU. después de la ola batistiana se hacen ciudadanos norteamericanos y se inscriben para votar, tienden a alejarse del dominio mafioso y a tratar de elegir a quien no amenaza sus relaciones familiares con la Isla.
El apoyo de los congresistas "cubanos" de Miami a las reglas promulgadas por Bush en el 2004 en contra de los viajes a la Isla, restringiendo hasta la definición de lo que es un familiar, les ha costado bastantes apoyos a la hora del voto.
Por otro lado, los "tres stooges" de la política miamense de extrema derecha a quienes se les escapa la clientela tradicional, que estimaban cautiva, enfrentarán ahora los ajustes de cuenta de un poder legislativo dominado por los demócratas quienes, desde hace más de una década, tenían las manos atadas.
Por cierto, el inesperado y espectacular cambio de panorama en Washington pone a Ileana Ros-Lehtinen, los hermanos Lincoln y Mario Díaz-Balart y su mafia extremista, que acompañan a Bush en su naufragio, en una situación a la cual no estaban acostumbrados… que les reservará pronto sorpresas algo desagradables.