El Dr. Lage comenzó su discurso con la aseveración de que emigrar es un derecho que debe ser respetado. En Cuba, se requiere un permiso de las autoridades para salir y regresar. Miles de personas esperan el beneplácito del totalitarismo, desde profesionales de la salud y la educación hasta opositores políticos, como la Dra. Hilda Molina y su enferma anciana madre. El vicepresidente continuó: "Tener que emigrar, que abandonar la Patria y la familia para garantizar la alimentación, la salud y la educación de los hijos, es injusto y cruel." De ello se desprende que ningún cubano se encuentra en esas situaciones. Nada más ajeno a la realidad. La mayor parte de la población cubana se crió escuchando que si no le gustaba el sistema, se tenía que marchar; una forma práctica de garantizar obediencia y doble moral hasta que se logren modos de evadirse, así como deshacerse de la oposición política. En Cuba, se ha profundizado la crisis económica, política y social en el curso de la última década, debido al voluntarismo de las autoridades. La población no puede alimentarse adecuadamente porque los salarios y pensiones son muy bajos, y los productos muy caros. Los sistemas de salud y educación acusan un deterioro progresivo, tanto por el movimiento del personal calificado hacia el turismo y otras labores en búsqueda de mejores salarios, el envío por el gobierno al extranjero y la emigración voluntaria, como por el ruinoso estado de los hospitales, y la inexistencia de medicamentos y materiales escolares. Es realmente penoso que los cubanos participantes en esas ¨misiones en el extranjero¨, con su altruismo hacia los necesitados, sacrifiquen la compañía de sus familias y reciban míseros emolumentos, cuando usualmente el gobierno cobra elevadas sumas por su labor. El Compromiso de Montevideo sobre Migraciones y Desarrollo, suscrito por los dignatarios en la Cumbre, en su Punto 5 señala que "la migración guarda estrecha relación con la falta de desarrollo, la afectación de los derechos humanos, la pobreza, los desastres naturales, la inestabilidad política, la búsqueda de mejores condiciones de vida, la inequidad en la distribución de la riqueza y la falta de oportunidades para el desarrollo humano, que son las causas que la provocan." Esos problemas se dan en Cuba con gran crudeza, solapada por la represión y el totalitarismo político.
En el Punto 8 se reconoce la importancia de la contribución del trabajo de los migrantes al crecimiento de las economías de los países de acogida y de origen. En Cuba, se difunde y critica la incentivación de los países desarrollados a las personas calificadas para que emigren, pero se esconde que los cubanos de adentro no tienen estímulo para crear y desarrollar sus potencialidades humanas e intelectuales. Eso explica porque la misma persona languidece frustrada en este país y de pronto florece en cualquier otra sociedad, a pesar de lo competitiva que pueda ser. "Remesar dinero a las familias es un noble empeño que debe ser facilitado. Que una nación tenga que vivir de las remesas es una humillación", expresó el Dr. Lage. En Cuba, las remesas constituyen la fundamental entrada neta de divisas; un salvavidas imprescindible de la economía hasta que llegara Venezuela, permanente humillación. Pero, más aún, la diáspora cubana que se sacrifica por sus familias ve cercenados sus esfuerzos arbitrariamente gracias al elevado gravamen que el gobierno isleño impone al canje por moneda libremente convertible (CUC), fundamentalmente al dólar, mientras los receptores deben pagar precios exorbitantes en las tiendas estatales de venta en divisas. "Procuraremos incentivar oportunidades que motiven el mejor aprovechamiento de esos flujos en actividades productivas y de inversión que favorezcan a las familias y comunidades de origen de los emigrantes", se señala el Punto 12 del Compromiso. Evidentemente los cubanos no conocerán los compromisos contraídos por sus gobernantes. En el archipiélago, ningún nacional puede tener negocios. Además, quien emigra pierde sus pertenencias; si no entrega todo al Estado, no recibe la tarjeta blanca En el Compromiso se hacen muchas referencias al respeto y promoción de los derechos humanos, y se cita el contenido de la Declaración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo. Previsiblemente, los representantes cubanos pensaban sólo en las obligaciones de los países receptores. Los trabajadores en el archipiélago no tienen esos derechos, y cuando procuran promoverlos, pueden ser enviados a la cárcel, como son los casos de Pedro Pablo Ãlvarez, condenado a 25 años durante la Primavera Negra del 2003, y otros sindicalistas independientes.
La reunificación familiar de los migrantes, contemplada en el Punto 25, inciso e) del Compromiso, es muy difícil. El gobierno de La Habana no permite el retorno del emigrante permanente, y no le otorga autorización de visita si considera que incumple los requisitos políticos elementales, como criticar al gobierno, o vincularse a organizaciones y familiares opositores "Adoptar las medidas necesarias para la pronta y adecuada puesta en vigor del Convenio Interamericano de Seguridad Social y fomentar acuerdos en esta materia, con el objetivo de que los migrantes puedan gozar, en sus países de origen, de los beneficios generados con su trabajo en los países receptores", está contenido en el acápite k) del Punto 25. Las decenas de miles de cubanos dispersos por Venezuela, Bolivia y otros países seguramente no sabrán que el gobierno que los envía ha suscrito este compromiso, mucho menos podrán beneficiarse quienes "se marcharon". Defrauda que los mandatarios de Iberoamérica no hayan plasmado ninguno de los graves problemas que afronta el pueblo cubano hoy. Se limitaron a aprobar una declaración y muchos párrafos impuestos por los representantes de Cuba, pero resultaron incapaces de solidarizarse con el pueblo, cuyos derechos humanos se violan sistemáticamente. |