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Réponse  Message 1 de 3 de ce thème 
De: elsantaneco  (message original) Envoyé: 11/12/2006 09:22

Cultura:

Se puede definir la cultura como la libertad. Definición que consiste en la complejidad de su explicación, aunque cabe denotar que la definición de la cultura es más concreta y definida que la definición de la libertad. 

La cultura se puede definir o explicar por dos conceptos diferente: el idealista y el materialista. Dentro del concepto idealista, tenemos la concepción abstracta y vaga de la cultura; mientras que en la definición materialista tenemos un concepto extracto de la cultura.

A esta razón podemos partir de la concepción simplista (idealista) que todo es cultura, y por lo tanto, que con ésta se nance aunque no se instruyan a los individuos. Podemos pensar que un montón de individuos analfabetos son cultos. Podemos pensar que un grupo de seres vivos, cualquiera que sea, son cultos porque son buenos cazadores; es decir creer que la naturaleza innata del animal también es cultura.

Vemos en los diferentes animales, según su medio y según su naturaleza su capacidad, de trabajar, de procurarse su alimento. Los tigres cazando con gran maestría, los perros aprendiendo hasta a recoger el periódico, y las abejas construyendo una compleja red de celdas, que más que un animal común parece un gran artesano. ¿Son estos animales cultos? ¿Según el simplismo de los idealistas sí, lo son?

Es obvio que el ser humano biológicamente hablando forma parte de reino animal, por lo cual las habilidades  innatas  existen en todo ser humano. ¿Se podrá tomar esto como cultura? ¡NO! No tendría ningún sentido pensar que tanto las habilidades innatas como las desarrolladas por la necesidad de sobrevivir al medio sea cultura. Para el simplismo de los idealista si lo puede ser, porque ellos carecen de interesa por las cosas del fondo.

El ser humano al comenzar a civilizarse hace varios millones de años, no se podía considerar un ser culto. (El hombre cavernario) Sino, y en esto están de acuerdo la mayoría de investigadores, el ser humano se comienza a desarrollar y civilizar cuando crece o desarrolla su capacidad de comunicación (El lenguaje) Es pues la lengua, (el idioma) y la gran capacidad de comunicación de éste, que hizo del ser humano tener el estatus de animal superior. Y es conjuntamente con el lenguaje que encontramos los primeros datos de civilizaciones, tanto históricas como prehistóricas, formadas y con ciertos grados de cultura previamente desarrollados.  Es lo que conocemos como la cultura de los pueblos, (cultura popular) Si embargo, lógicamente tubo que pasar un gran periodo de tiempo miles o millones de años para que los pueblos lograran ciertos grados de organización y posterior civilización. Los Mayas por ejemplo son un caso muy especial dentro de la prehistoria.

Sabemos que los Mayas no solo habían logrado un alto grado de organización, sino que también de civilización social muy avanzada. En consecuencia los Mayas no solo había desarrollado varios lenguajes o formas de comunicarse sino también una escritura.  O lo que lingüísticamente podemos llamar un idioma hablado y escrito, (cultura de la comunicación). Y esto le dio a los Mayas naturalmente el estatus de civilización cultural prehistórica.

Pero los Mayas según datos prehistóricos, no solo fueron capaces de crear una cultura popular (cultura del pueblo), sino también una cultura científica. Hay datos científicos que nos afirman que fueron los creadores de la astrología, con la cual se ve que tenían una organización social muy compleja dedicada al estudio de los astros. Se sabe que fueron los creadores del cero, con la cual se confirma que tenía también su propia cultura arquitectónica. (Su propia cultura científica)

Hay datos también en El Salvador (El Tazumal) que los Mayas se dedicaban a la práctica de varios deportes, con lo cual nos hace pensar que también tenían si propia cultura física. Es decir, en los Mayas no solo tenemos un conjunto de manifestaciones que se expresen en la vida tradicional de un pueblo a la cual le llamamos cultura popular, sino también manifestaciones científicas de una cultura más avanzado de lo que se cree. Es cierto que la cultura popular se manifiesta en sus comidas, el arte popular, los bailes, la música etc., pero también es cierto que para llegar a forma a un individuo y dotarlo de conocimiento sobre su propia cultura hay que formarlo (educarlo) de los contrario tenemos a un individuo inculto. Porque psicológicamente hablando se  ha comprobado que hacer lo que los demás hacen no implica CONOCER lo que los demás hacen. Hacer y saber, son cosas distintas en psicología.

Porque cultura pues significa cultivar, crianza, según el diccionario de la real academia. Y según el diccionario germánico, significa cultivo, cultivado. Y de hecho hay una gran diferencia entre un terreno inculto y otro cultivado, como también en una persona culta y otra inculta. 

Después podemos hablar sobre la cultura científica y la cultura industrial.

FELISMENTE COMUNISTA: ELSANTENECO



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De: jususverbo7 Envoyé: 12/12/2006 11:59

Laureado escritor cubano con el Premio Juan Rulfo en cuento

Los resultados se dieron a conocer en París, galardonado por su libro de cuento "Fátima o el Parque de Fraternidad" 

Por: Agencia Cubana de Noticias

Correo: digital@jrebelde.cip.cu

11 de diciembre de 2006 10:51:08 GMT

La Habana._ El escritor cubano Miguel Barnet fue laureado este lunes con el Premio Internacional Juan Rulfo por su libro de cuento "Fátima o el Parque de Fraternidad", reportó AIN.

Los resultados se dieron a conocer en París, informa la agencia francesa de noticias AFP.

También fueron galardonados el español José Antonio López Hidalgo, en novela corta, por su obra El punto se desborda; y el fotógrafo venezolano Julio Armando Estrada Nebreda.

Recibieron menciones especiales Ana María Castañeda Cano, de Perú; y Jorge Alberto Sánchez Rodríguez, de México.

El Premio está organizado por Radio Francia Internacional, el Instituto de México en París, el Instituto Cervantes, La Maison de l’Amerique Latine de París, la Unión Latina, el colegio de España en París y Le Monde Diplomatique (España).


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De: jususverbo7 Envoyé: 12/12/2006 11:59

La Reina, de Stephen Frears, en el 28 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano

Quienes anden en busca del buen cine, no deben dejar de ver esta fascinante película de actores

Por: José Luis Estrada Betancourt

Correo: joselestrada@jrebelde.cip.cu

12 de diciembre de 2006 00:55:44 GMT

La actriz Helen Mirren
Sencillamente soberbia la actuación de Helen Mirren como Isabel II en la película The Queen, de Stephen Frears.
Sólo un cineasta de la altura de Stephen Frears (Amistades peligrosas) se atrevería a asumir un proyecto como The Queen (La Reina), dispuesto a recrear, y no hacer el ridículo en el intento, los días que siguieron a la muerte de alguien tan conocido como la princesa de Gales; un hecho, por demás, marcado por una avalancha mediática, donde también están involucrados la Reina de Inglaterra y Tony Blair.

Pero el inglés es de los que saben apostar, conocedor de que un paso en falso lo podía llevar a la caricatura. Su intención no es hacernos partícipes de los chismes del Palacio de Buckingham, sino aprovechar un acontecimiento que le viene como anillo al dedo para explicar mejor la sociedad inglesa. Porque no podemos olvidar que cuando la trágica muerte de Diana Spencer, llegaba Blair al gobierno, con ansias de modernización, y mientras la Reina apostaba por mantener la tradición, el pueblo aclamaba y lloraba a su entrañable Lady Di. Por eso, no dejó nada al azar.

En primer lugar, Frears volvió a tocar la puerta de Peter Morgan, guionista con quien había trabajado en la serie de televisión The Deal, seleccionó con atino a los actores y actrices que tendrían que vestir celebridades de las cuales todo el mundo tiene una opinión, y llevó a cabo un trabajo exhaustivo de documentación e investigación.

Para los amantes de las películas de acción, en las que «estén pasando constantemente cosas», esta no es la opción ideal. Encontrarán a La Reina aburrida, intrascendente y quizá piensen que si se les presentara como una obra documental, pues la aceptarían de mejor agrado. Pero quienes anden en busca del buen cine, no deben dejar de ver esta nueva película que el realizador de Los timadores y Mi hermosa lavandería quiso que se exhibiera en La Habana. Él prefirió interpretar a Elizabeth II más que hacer su retrato. Y nadie más indicada para asumir ese gran reto que la gran Helen Mirren, vista recientemente en la pantalla doméstica al lado de Robert Redford y Willem Dafoe en La sombra de un secuestro (The clearing). Porque eso sí, La Reina es una película de actores fascinante. Son ellos los que logran que sea creíble este reflejo de la realidad a través de la ficción.

Nunca he visto personalmente a Isabel II, ni creo que algún día tenga esa posibilidad, pero no habrá quien me haga creer en lo adelante que la hija de Jorge VI no es como la ha mostrado Helen Mirren. Ella es la Reina de Inglaterra. La Mirren está sencillamente gloriosa, extraordinaria, como la monarca que ante los ojos de todos es un témpano de hielo, incapaz de derramar una lágrima en público, pero que en el fondo es un ser humano lleno de contradicciones.

Difícilmente encuentre esta actriz rotunda una contendiente que pueda arrebatarle el Oscar de la próxima ceremonia con esta actuación llena de sutilezas, y tan redonda como el globo terráqueo. James Cromwell, como su esposo, el príncipe Philip, ofrece nuevamente una clase de histrionismo, al igual que Sylvia Syms como la exquisita Reina madre. Correspondió a Michael Sheen representar al político que sabe medir la temperatura de quienes lo eligieron (al menos en 1997, no estamos hablando de la guerra de Iraq) y nos entrega un Tony Blair muy acabado.

Por su parte, Stephen Frears, siempre atento a mostrar en sus filmes los mecanismos que mueven las mentalidades, ha sido contenido y ha rodado una cinta elegante, distinguida. En 97 minutos, este artista guía con magnífico pulso a los actores que tiene en el set, porque desea que ningún detalle se le escape, de modo que el espectador pueda completar el retrato psicológico de los personajes —en este caso de estos dos estadistas en activo, y de quienes les rodean—, lo que siempre ha sido una constante en su cine más audaz.

Quizá se le pudiera criticar el haber utilizado en exceso algunos de los fragmentos que inundaron los noticiarios del mundo entonces, pero nos compensa con fenomenales diseños de vestuario, peluquería, maquillaje, así como con hermosísimas vistas aéreas cuando la acción tiene lugar en las afueras de la residencia imperial.

Con The Queen, en resumen, Stephen Frears logra interesarnos por un tema que a muchos les resultará intrascendente. Sin embargo, lo cierto es que ha realizado una de esas buenas películas que de vez en cuando hacen que los críticos se inclinen a sus pies. Al menos, en esta 28 edición, La Reina está como soberana en La Habana.



 
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