Cuando la actualidad de Nicaragua se centra casi en exclusiva sobre la vuelta al poder de los sandinistas, está pasando desapercibido para la opinión pública un hecho de gran importancia.
A mediados del mes de octubre, la Presidencia del Gobierno de la República en Nicaragua propuso una reforma legislativa sobre el aborto. Hasta la fecha, el aborto terapéutico estaba permitido en el país, aunque la permisividad legal no tenía traducción tenía en la práctica: la inmensa mayoría de los médicos se negaban a realizar ningún aborto por considerarlo un crimen. Así, los porcentajes de abortos son prácticamente irrelevantes.
La reforma en cuestión pretendía eliminar esta despenalización y considerar el aborto bajo cualquier forma como un delito tipificado y con penas de cárcel. La reacción no se hizo esperar, pero no de la misma manera a la que estamos acostumbrados en Europa. El rechazo a la reforma vino por parte de la comunidad internacional: Unión Europea como institución (y sus países integrantes individualmente considerados), Amnistía Internacional, ONU, etc. Sólo hubo un partido político nicaragüense que se sumó a las protestas de los pro abortistas: el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS). Se trata de un nuevo partido, escindido del Frente Sandinista de Libración Nacional, que actualmente no cuenta con representación en la Asamblea Nacional, y que por primera vez se presentaba a las elecciones nacionales.
En la calle, en cambio, la presencia fue casi exclusiva del pueblo, manifestándose en contra del aborto y a favor de la penalización del mismo. El cúlmen llegó en la manifestación que congregó a más de 100.000 personas en Managua, cifra histórica que sitúa dicha manifestación en la más numerosa jamás celebrada en la capital.
Una vez que la propuesta de reforma fue sometida a votación dentro de la Asamblea Nacional, el resultado fue abrumador. Ningún voto en contra, alguna abstención, y el resto, tanto de derechas como de izquierdas, emitieron sus votos favorables a la reforma. Esto significa que hasta el Frente Sandinista ha votado a favor de penalizar el aborto terapéutico y de excluir en el país cualquier posibilidad de practicar un aborto.
Al margen de consideraciones de política nacional, lo más asombroso y vergonzoso ha sido el comportamiento de gran parte de la comunidad internacional y de los organismos e instituciones presentes en Nicaragua. Desde hace varios meses han sido muy criticadas desde todos los sectores las injerencias de ciertos países en el proceso electoral, tanto a favor de unos como de otros. En el caso de EEUU, para evitar una victoria del FSLN; y en el caso del eje Venezuela-Bolivia-Cuba, para propiciar una victoria del mismo. Y de hecho así ha sido. Las críticas han provenido tanto de los actores políticos nacionales como internacionales.
Sin embargo, esos mismos actores internacionales que criticaban a unos por su imperialismo y a otros por su juego sucio, no han temblado ni lo más mínimo a la hora de tomar partido por una cuestión legislativa interna. Lamentable espectáculo el de la embajadora sueca en el país encadenándose a la puerta de la Asamblea Nacional para protestar por la reforma, como si de una hippie de las de hace 40 años se tratase.
Lo mismo se puede decir de los representantes de la Comisión Europea, de Naciones Unidas, y casi todas las embajadas europeas que durante 10 días han movilizado la artillería pesada contra Gobierno y Asamblea Nicaragüense para que se frenase la reforma.
Lo más curioso del asunto ha tenido lugar el pasado domingo 5 de noviembre, elecciones a Presidente de la República y Asamblea Nacional. Los mismos que votaron en contra del aborto han obtenido casi el 95% de los votos, quedando el resto para el MRS, la formación que se había manifestado a favor del aborto terapéutico.
¿No es significativo que la sociedad nicaragüense haya votado en ese sentido?
¿No es contradictorio que la Europa del pensamiento único, de respeto al indigenismo, y a sus costumbres, se meta a imponer a los nicaragüenses su perspectiva ideologizada? ¿No estamos pecando también de injerencia y de imperialismo político y cultural?
Ignacio Gutierrez Carreras
PROFESIONALES POR LA ÉTICA. NICARAGUA