Cuba festeja triunfo y se prepara ante nuevas amenazas
Manuel Guerrero*
La Habana (PL).- Los cubanos festejarán el 1 de enero el 48 aniversario del triunfo de la Revolución que puso fin al dominio de los Estados Unidos sobre su país, mientras se preparan para enfrentar nuevas amenazas de intervención.
La exitosa ofensiva de la guerrilla dirigida por Fidel Castro en las entones provincias de Oriente y Las Villas obligó al dictador Fulgencio Batista a abandonar la isla en la madrugada del 1 de enero de 1959 cumpliendo órdenes de Washington.
El embajador estadounidense en La Habana, Earl T. Smith, le comunicó días antes que "le expuse al presidente que el Departamento de Estado miraba con escepticismo cualquier plan o intención de su parte que significara permanecer indefinidamente en Cuba".
En su libro El cuarto piso, reconoce que "los Estados Unidos, diplomática, pero claramente, le había dicho al presidente de la República que debía irse de su propio país".
Batista, a partir de la conversación con Smith, comenzó a maniobrar para proteger su partida y los intereses que él representaba, mediante la formación de una junta militar que impidiera el triunfo del pujante Ejército Rebelde.
En una reunión con el jefe del Estado Mayor Conjunto, mayor general Francisco Tabernilla, y otros altos oficiales, el gobernante les ordenó que buscaran una solución nacional.
Tabernilla ordenó al general Eulogio Cantillo, jefe de Operaciones en Oriente, que pidiera una entrevista a Fidel Castro, en la cual se comprometió a iniciar un movimiento militar el 31 de diciembre que debía darle apoyo incondicional a la victoriosa guerrilla.
El hoy presidente informó el 1 de enero en Santiago de Cuba, tras la rendición de la segunda fortaleza militar del país, que Cantillo incumplió su palabra al participar en la formación de una junta en La Habana, al frente de la cual colocaron al magistrado Carlos Manuel Piedra.
El líder insurrecto denunció que esa maniobra, que calificó de golpe ambicioso y traidor, se dio de acuerdo con Batista para dejarlo escapar y ese mismo día en alocución por la guerrillera Radio Rebelde planteó: ¡Revolución, sí; golpe militar,no!
Smith, en el mencionado libro, señala que le recomendó al dictador "una ordenada transmisión de poderes", frustrada por una huelga general convocada por Fidel Castro y el avance hacia La Habana de las columnas rebeldes dirigidas por Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos.
En su primer discurso público tras el derrocamiento de la dictadura, el líder insurgente -que proclamó a Santiago de Cuba capital provisional del país- advirtió que "la Revolución empieza ahora... no será una tarea fácil, sino una empresa llena de peligros".
Recordó que en la etapa final de la lucha contra el colonialismo español las tropas de Estados Unidos, que intervinieron en 1898 cuando el ejército hispano estaba prácticamente derrotado, impidieron la entrada en esa ciudad de las fuerzas independentistas, lo que no pudieron impedir ahora.
Los peligros advertidos empezaron desde los primeros días cuando Washington comenzó a presionar para proteger sus intereses en la isla y tras la promulgación de una moderada ley de Reforma Agraria y otras medidas, suspendió la cuota azucarera cubana en el mercado preferencial estadounidense.
La triunfante Revolución no se amilanó y el 6 de agosto de 1960 todas las propiedades estadounidenses, que incluían las compañías eléctrica y telefónica, bancos y fábricas de azúcar, fueron nacionalizadas.
El 3 de enero de 1961 el mandatario estadounidense, Dwight Eisenhower, dispuso el rompimiento de relaciones diplomáticas con Cuba y el financiamiento de una invasión a la isla, que se concretó en abril del propio año bajo la presidencia de John F. Kennedy.
Mientras la fuerza mercenaria era aplastada en menos de 72 horas, en Miami estaba listo un "gobierno provisional" que debía desembarcar por Playa Girón y pedir la intervención de Estados Unidos.
Un bloqueo económico, financiero y comercial desde 1962, condenado anualmente por las Naciones Unidas a partir 1992 y fortalecido durante el mandato del presidente George W. Bush, no ha podido doblegar a la isla, que hoy enfrenta una nueva amenaza.
En Washington funciona la Comisión para la Asistencia de una Cuba Libre, que aquí denominan Plan Bush, según la cual Estados Unidos dirigiría una transicióm democrática tras el hipotético derrumbe de la Revolución.
Ese proyecto elimina todos los logros sociales y económicos en el país desde 1959, según lo divulgado, pero tiene un aspecto secreto que se considera entraña el peligro de una invasión militar que buscaría restablecer el dominio perdido en 1959.
En 1823 el secretario de Estado John Quincy Adams dijo que "hay leyes de gravitación política, como leyes de gravitación física, y Cuba, separada de España, tiene que gravitar hacia la Unión... que en virtud de la propia ley no iba a dejar de admitirla en su propio seno...".
Ese sueño americano, concretado a partir de 1a intervencióm de 1898 que instaló una República dependiente, y frustrado al triunfar la Revolución encabezada por Fidel Castro, pretenden ahora materializarlo con el Plan Bush.
José Martí y Antonio Maceo, ideólogo y primer jefe militar cubano contra la dominación española, alertaron sobre el peligro que significaba para la isla las ambiciones estadounidenses.
Un día antes de caer en combate, el 19 de mayo de 1895, Martí escribió: "ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por deber... de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América".
Maceo planteó que "quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha" al denunciar una nueva trama de los colonialistas españoles "en que aparece la intervención de extrañas naciones".