Jueves en la Plaza, con las Madres
Discurso del jueves 7 de octubre de 2004
"Bienvenidos los que eligen el jueves para marchar no sólo con nosotras,
sino con nuestros hijos"
Habló: Hebe de Bonafini
Compañeros y compañeras, como cada jueves hay algo que sucede que logra destacarlo. Hoy vinieron grupo de compañeros a pedir el desprocesamiento de los procesados y la libertad de los compañeros presos. Cada jueves tiene una característica diferente. Hoy nosotras queremos hablar del Che, que está representado por cada uno de nuestros hijos y por cada uno de los que luchan y pelean.
Estuve leyendo un poco el libro de Orlando Borrego sobre el Che, leyendo sobre las características del Che, qué es lo que él quería. Y encontré cosas increíbles. El Che era un hombre al que le gustaba la justicia. Y era justo para todo. El Che era un hombre que no quería nada más para él que lo que tenían los otros. Y dicen que un día le sirvieron un gran plato de duraznos en almíbar, que le encantaban, y él preguntó si había para todos. Y le dijeron que no, que sólo para él. Entonces dijo "no los quiero, porque mientras no haya duraznos para todos, tampoco los quiero yo". Y esto lo pintaba de cuerpo entero, porque parecen cosas insignificantes pero esas son las grandes cosas que hacen a los revolucionarios. Nosotras estamos convencidas que tenemos muchas cosas que aprender de él.
Hay algo que traje para leer, porque personalmente considero, que estas cartas marcan la línea política del Che. Dice así: "Sobre el amor a la familia, a propósito de lo escrito por el Che en este fragmento, guardo entre mis recuerdos un hecho que me impactaría de tal forma, que puedo considerarlo uno de los que más me impresionó. Sabía del amor del Che por su mujer y sus hijos, también había observado durante años cómo era capaz de conjugar el concepto del amor a la humanidad. El tiempo dedicado por el Che a la familia era, como se conoce, muy poco, pero intenso. Con una semana que estaba al lado de la mujer y de los hijos, les daba todo. A su hija mayor Hildita la hacía venir al Ministerio con relativa frecuencia. Cuando el Che se marcha de Cuba con destino al Congo, sus hijos eran muy pequeños: una con dos años y el segundo recién nacido. Terminada la campaña en el Congo regresa a Cuba. Hacía un año que no veía a sus hijos. Aquí se hace patente el carácter indivisible de su amor por la humanidad. Demostró que adoraba a sus hijos. El Che les enseñó a sus hijitos, que a pesar de su corta edad tenían que entender que cuando uno lucha por otros, también lucha por sus hijos. Poco antes de su carta a sus padres, el Che les expresaba que se había formado una voluntad enorme de lucha. Aquel día pude confirmar lo verdadero que resultaba esa frase. El Che jugaba con la niña, con todo el amor de un padre que había soportado una larga ausencia sin verla. Observé aquella escena entre padre e hija y me caló profundo. En ningún momento pude observar un gesto de flaqueza en su rostro. Era consecuente con lo expresado. Casi al final de su estancia en la Isla, estuvo unas horas con todos sus hijos, menos con Hildita, que era la mayor. Para entonces había cambiado totalmente su fisonomía, pero no podía cambiar su conducta de padre y de amor. Se había caracterizado para irse al Congo, para que nadie lo conociera. Pero sí lo conocían sus hijos".
Por eso creo que las Madres, escuchando, viendo y leyendo todo lo que el Che quiso y el Che amó, siempre decimos que un revolucionario nunca es terrorista, porque un revolucionario se hace revolucionario por amor al otro. Y el Che nos enseñó eso, cuánto nos falta a nosotros para darnos cuenta cuánto amor le tenemos que dar al otro, cuánto tenemos que significar cuando decimos que el otro soy yo, cuando sentimos en profundidad lo que le pasa al otro.
Por eso estando aquí, en esta Plaza, hoy, un jueves diferente, pedimos con un grito muy fuerte el desprocesamiento de todos los compañeros procesados por luchar y la libertad de los presos políticos. Resistir es combatir. Resistir no es un delito, es un derecho y una obligación de todos. Esa es la consigna de la próxima Marcha de la Resistencia del 8 y 9 de diciembre, en la que ya estamos trabajando. Y aquí, en esta Plaza, cada jueves, que siempre es diferente, que está lleno de fuerza y de amor, queremos decirles que bienvenidos los que eligen el jueves para marchar no sólo con nosotras, sino con nuestros hijos que amaron la revolución y no dejaron un solo día de pensar en el otro. Por eso entregaron su vida, no la vendieron, la entregaron.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)